Varios países del mundo están implementando políticas de estímulo a los nacimientos, ante los problemas que genera la caída de estos indicadores. En Uruguay ya se han anunciado iniciativas legislativas que apuntan a revertir una tendencia que se ha acentuado en los últimos años.
En 2016 el gobierno de China sorprendía con el anuncio del final de la política de hijo único que se había instaurado en 1979, habilitando el segundo hijo. En ese lapso de casi cuatro décadas el país creció en aproximadamente 400 millones de personas, llegando a superar los 1379 millones de habitantes. Este año se anunció una mayor flexibilidad y la posibilidad del tercer hijo.
Un censo publicado en mayo determinó que existe una significativa disminución de los nacimientos en China, y se trataría del número más bajo de nacimientos registrado desde la década de 1960, de acuerdo a una información de la BBC. Una de las mayores preocupaciones tiene que ver con el rápido envejecimiento de la población y también la disparidad sexual de los nacimientos por la preferencia por los varones.
En la vecina Rusia, durante la campaña electoral del 2018, el presidente Vladimir Putin se comprometió a invertir US$ 8.000 millones en programas para alentar a las familias a tener hijos. Recientemente el mandatario en una conferencia lamentó que el país tenga apenas 146 millones de habitantes y recordó que sin las tragedias del siglo XX las estimaciones apuntaban a una población de 500 millones para este tiempo. En el caso ruso, la importancia de ocupar el extenso territorio es central, sobre todo en la región de Siberia, al norte de China.
Durante las décadas de los ’60, 70 y 80, la preocupación por la superpoblación mundial estaba en auge en el mundo desarrollado y se vaticinaban grandes hambrunas y desequilibrios ecológicos. Muchos países occidentales e incluso las Naciones Unidas atentos a un “baby boom” y temiendo una “population bomb” comenzaron a promover políticas de control de la natalidad. Pero ahora parece lentamente revertirse la tendencia y son varios los gobiernos que empiezan a pensar la baja natalidad como un obstáculo al desarrollo. Así es que, según destacan demógrafos locales, una encuesta de ONU concluyó que en las últimas décadas los países que entienden la baja natalidad como un problema pasaron de 19 a 55.
En mayo de este año, el papa Francisco inauguró los trabajos de los Stados Generales de la Natalidad, el encuentro promovido por el Foro de Asociaciones Familiares dedicado al destino demográfico de Italia y del mundo. El Pontífice elogió la aprobación de la asignación única para cada niño esperando que “ese subsidio responda a las necesidades concretas de las familias, que han hecho y hacen tantos sacrificios, y marque el inicio de reformas sociales que pongan a los niños y a las familias en el centro”. “Sin natalidad no hay futuro”, expresó Francisco.
En el mes de julio, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, instaló una comisión para el diseño de una estrategia regional a favor de la natalidad, a través de “medidas transversales e innovadoras”. Otros países como Alemania, Australia, Corea del Sur, Francia, Irán, Israel, Italia, Japón y Turquía también contemplan distintos estímulos que pueden ser considerados como políticas pronatalistas.
Algunos demógrafos como Hans-Peter Kohler de la Universidad de Pensilvania consideran que “hay un amplio conjunto de cambios económicos” que han influido en la notoria caída en los nacimientos. En entrevista para Infobae, señaló por ejemplo “el aumento de los niveles de educación y de la participación de las mujeres en la fuerza laboral, la urbanización, el aumento de los rendimientos de la educación y el cambio hacia una mayor inversión en los hijos, lo que aumentó los costos de la crianza”. “Y se han producido importantes cambios culturales y normativos, lo que se conoce como la ‘segunda transición demográfica’, que ha dado lugar a una mayor individualización”, agregó.
Preocupación nacional
Desde la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República y su Programa de Población, se realizó un estudio -publicado en 2019- titulado “Caída de la fecundidad en Uruguay entre 2015 y 2018”. El documento realiza algunas preguntas al respecto: cómo revertir la baja fecundidad, de qué manera, qué políticas se han aplicado y cuánto éxito han tenido.
En ese sentido, el estudio indica que es necesaria la aplicación de políticas “ya que las sociedades no son capaces, por sí mismas, de proporcionar entornos amigables para la realización de las aspiraciones reproductivas de la población”. Se indica que las políticas de fecundidad pueden dividirse, a grandes rasgos, entre políticas controlistas, pronatalistas o de conciliación familia-trabajo. Dentro de este último paquete de políticas se pueden distinguir las transferencias económicas directas; licencias; apoyo en los cuidados y trabajo flexible. “Ninguna de ellas resulta óptima y todas tienen sus aspectos negativos y positivos. Por ese motivo se suele decir que lo más conveniente para los gobiernos es desarrollar un conjunto de medidas”, expone el documento.
A mediados de agosto el senador Guido Manini Ríos anunció que su partido estaba elaborando un proyecto de ley para fomentar la natalidad en Uruguay, en lo que consideró un “tema de preocupación nacional”, por la tendencia a “cada vez ser menos” en una “sociedad envejecida”. La iniciativa procura contemplar medidas de distinta índole que apunten a generar ese incentivo.
El legislador de Cabildo Abierto advirtió que en 2020 nacieron menos niños que en 2019 y que en el primer semestre del corriente los fallecimientos superaron los nacimientos, lo que a su entender “confirma el agravamiento de una tendencia notoria que viene desde hace varias décadas”. “En ningún país del mundo la población puede sostenerse a largo plazo si la tasa de fertilidad es inferior a 2 y en Uruguay es de 1,4”, agregó. Para Manini la forma de cambiar esta situación “es aumentando los nacimientos en nuestro país y esto requiere políticas de estímulo e incentivos económicos reales”.
Casi simultáneamente al proyecto que presentará Cabildo Abierto, esta semana los partidos de la coalición conformaron un grupo de trabajo destinado a tratar el problema de la baja natalidad en Uruguay. Ya existe alguna medida que se adoptó en esta administración como la mejora al acceso a las técnicas de reproducción asistida a través del Ministerio de Salud Pública y el Fondo Nacional de Recursos. Además, se está avanzando en la unificación de dos proyectos de ley, uno del Partido Nacional y otro de Cabildo Abierto, en la Comisión de Legislación del Senado que abordan la cuestión de la corresponsabilidad de la crianza. También el proyecto “Ley Federica” del Partido Colorado que apunta a apoyar a las madres en el proceso de maternaje.
Según un estudio del Banco de Previsión Social elaborado por Adriana Scardino, Uruguay pasó de tener en 1950 una Tasa Global de Fecundidad de 2,73 nacidos cada mil habitantes, a 1,9 en 2020, mientras que la tasa de mortalidad pasó de 10,52 a 9,21 cada mil habitantes en 2020. Por otro lado, Uruguay y Cuba son los países latinoamericanos que, en proporción demográfica, tienen la mayor cantidad de personas con más de 65 años de edad y algunos estudios estiman para nuestro país tendrá el índice más alto de envejecimiento de la región. En 2035, Uruguay tendrá más personas mayores de 65 que menores de 14.
Una visión poco optimista es la del abogado Rodolfo Saldain, presidente de la Comisión de Expertos en Seguridad Social, que entrevistado por Informativo Sarandí consideró que las políticas para aumentar la tasa de fecundidad están destinadas a fracasar y agregó que la reducción de la natalidad en el mundo desarrollado es una realidad.
Por otro lado, en un artículo publicado en La Diaria, Valeria Ramos opinó que las hipótesis que señalan que el aumento de la participación laboral de la mujer y la ley del aborto explican la caída de la fecundidad “son plausibles” pero “la evidencia permite constatar que dichos argumentos explican una parte marginal de la caída de la fecundidad”. No obstante, los últimos datos sobre abortos en Uruguay no parecen ser tan marginales. Según informó El Observador con datos del MSP, desde que se aprobó la despenalización hubo más de 75.000 abortos legales en el país.
El desafío demográfico es generalizado en varios países del mundo, pero es también particular de cada nación y cada pueblo. Suele ser un tema tabú, porque enfrenta al país a un destino por lo menos incierto. ¿Cómo será el Uruguay del futuro? La cuestión de la natalidad es uno de los aspectos, el de la migración es otro a analizar y ambos hacen parte de una necesaria política de población a largo plazo.
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