A 107 años de que las páginas de este medio de prensa se hiciesen presentes en la opinión pública de nuestro país, nos pareció oportuno publicar –en esta edición aniversario– fragmentos de la primera editorial de del 1º de julio de 1917, como también de la edición de 1947 por los treinta años de La Mañana, en donde están presentes los valores que hicieron de este diario uno de los más importantes de la historia de Uruguay.
Nos parece necesario volver a reivindicar en este siglo XXI los principios éticos, políticos, económicos y en mayor medida espirituales que conformaron la identidad de La Mañana a lo largo del tiempo. Sobre todo, porque en nuestra contemporaneidad nacional, adicta en muchos casos al anacronismo histórico o a la visión parcial de la historia, se tiende a establecer relaciones de ideas o de palabras que contaminan desde la realidad presente la visión del pasado.
En esa línea, se ha creído ver, especialmente a través del lente de algunas investigaciones históricas, a la figura de Pedro Manini Ríos, fundador de La Mañana, como un representante de la derecha conservadora nacional en un sentido casi peyorativo. Y en esa medida, se lo ha relacionado con mayor o menor énfasis –más con severa arbitrariedad– con los movimientos totalitarios que sacudieron el mundo en el siglo pasado. Nada más lejos de la verdad.
Recordemos que La Mañana surge en un momento en que Uruguay transitaba un difícil proceso de cohesión nacional, siendo este medio de prensa, fruto de la victoria que encabezaron frente al batllismo Pedro Manini Ríos, Luis Alberto de Herrera y Zorrilla de San Martín, entre otros, en el plebiscito de julio de 1916, que garantizó por primera vez en la historia de Uruguay el sufragio universal.
Con esa lucha democrática por emblema, Pedro Manini Ríos supo guiar a La Mañana no solo a través de las circunstancias y los hechos de nuestra política nacional, sino también leyendo y comprendiendo los sucesos internacionales. Fue por ello que inauguró la sección internacional en este medio de prensa, justamente, por los acontecimientos que en aquel momento se vivían en el mundo. Y en su primera editorial de 1917 quedaron patentes dos aristas de su ideario. Por un lado, en el plano interno “asegurar los intereses financieros del Estado, pero en armonía con los de la producción nacional, que quiere la situación económica de las clases menos dotadas, pero evitando perjudicar las industrias y el comercio que es indispensable proteger lejos de perseguir en un país que está en pleno desenvolvimiento de sus medios de riqueza”. Y en el plano externo, el americanismo, y la defensa de un orden internacional basado en la defensa de los valores republicanos y democráticos, tal como lo define en uno de sus párrafos: “La gran República del Norte, interviene en la contienda en nombre de la democracia y de la humanidad. Ya no se trata, pues del conflicto europeo, ahora está en juego esa fuerza internacional nueva y formidable, que representa el panamericanismo. La solidaridad de todo nuestro continente, queda desde ahora vinculada al desarrollo y las soluciones de la guerra, y dentro de aquella, nuestro país, como los demás de América, aunque no intervenga directamente en los sucesos, ha dejado de manera irrevocable de ser un indiferente”.
Treinta años más tarde, en 1947 cuando ya había finalizado la Segunda Guerra Mundial y el mundo estaba entrando en la nueva etapa de la globalización que inició la pax americana, La Mañana publicaba en su editorial una manifestación contraria no solo contra el nazismo, sino también contra cualquier forma de totalitarismos: “Cuando en 1939 el horizonte la libertad ensombreció en el mundo, cuando todo parecía perdido para la democracia y la civilización universal, al promediar el trágico de 1940, advertimos y manifestamos con toda claridad, que el destino de este diario estaba inquebrantablemente ligado a la causa de los pueblos libres, y que en un mundo dominado por el nazismo no habría sitio para órganos de prensa como el nuestro”. Agregando más adelante: “Tenemos igualmente fijada nuestra recta orientación, en apoyo de la libertad y de la democracia, en favor de la interacción interamericana y frente a cualquier forma de totalitarismos agresivos que pretendieran la imposición de hegemonía universal, bajo fórmulas de derecha o de izquierda”.
En definitiva, desde que Pedro Manini Ríos colocó la piedra fundamental de este medio de comunicación, hasta los días presentes en que su bisnieta, Manuelita Manini Ríos, sigue manteniendo vivo el espíritu y las ideas que perviven por más de un siglo, la defensa de los valores democráticos y de las instituciones que constituyen nuestra república, el rescate de las tradiciones de nuestra identidad nacional y el desarrollo de nuestras fuerzas económicas sin olvidar a las clases más desprotegidas y, en el orden internacional, el americanismo y la defensa de la libertad y soberanía de los pueblos, ha sido la hoja de ruta constante de nuestras páginas.
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