El pasado sábado el diario El País, con justificado énfasis, le salió al cruce a unas inoportunas declaraciones del nuevo presidente de la Comisión de DDHH, persona propuesta por el Partido Nacional, que fue votado casi por la unanimidad de la Asamblea Legislativa. El nuevo presidente se adhiere “a lo que podríamos llamar la tesis nominalista sobre los derechos humanos (DDHH), que sostiene por definición, que ellos sólo son violados por los Estados. En efecto, afirma que ‘las violaciones de derechos humanos son del Estado, eso es un hecho que tiene que ser claro’”.
“A un defensor tan claro de la política del Estado de Israel, como el señor Marcos Israel, habría que preguntarle si adhiere a esa misma tesis nominalista cuando se trata de calificar los vejámenes que han sufrido tantos judíos a manos de movimientos guerrilleros árabes –y en particular, por ejemplo, cuando en estos días se cumple medio siglo de los asesinatos de deportistas israelíes en Alemania-”, cuestiona el editorialista de El País.
El editorial trae a colación la ominosa masacre de Múnich, protagonizada por un comando terrorista palestino, Setiembre Negro, que secuestró y asesinó a los 11 miembros del equipo atlético israelí y a un policía, hace 50 años (5 de setiembre de1972) durante los juegos olímpicos que se desarrollaban en Alemania, provocando una conmoción en el mundo del deporte.
Al finalizar el artículo, el editorialista, plantea una inquietante pregunta: “¿Acaso no es evidente que el objetivo del flamante jerarca en la INDDHH para nada es la concordia nacional y la construcción de un futuro en paz que deje de utilizar causas de hace medio siglo con fines politizados…”. A lo que nosotros agregamos si esta posición hasta ahora no expresada por el novel presidente, responde a convicciones personales o simplemente es un giro oportunista, una vez designado, para congraciarse con lo “políticamente correcto”.
El drama de los desaparecidos
La flagrante violación a los derechos humanos que configuraron algunos dolorosos episodios protagonizados por la guerrilla y el abominable sesgo en que derivó una tardía respuesta represiva, luego que el aparato armado del MLN ya había sido desarticulado, merece una categórica respuesta que hasta ahora no se ha manejado. Frente a tanta manipulación política de los lamentables hechos acaecidos hace medio siglo, se impone la necesidad de aceptar que la violación de los derechos humanos, no puede quedar circunscritos a un reducido ámbito local, sino que configuran un fenómeno universal que desborda ampliamente las fronteras de Uruguay, y aún del ámbito regional sudamericano.
Los derechos humanos fueron y son, universales e inalienables. En todas partes del mundo, todas las personas tienen derecho a ellos. Nadie puede renunciar voluntariamente a sus derechos. Y nadie puede arrebatárselos a otra persona.
Los derechos humanos son indivisibles. Ya sean civiles, políticos, económicos, sociales o culturales, son inherentes a la dignidad de todas las personas. Por consiguiente, todos comparten la misma condición como derechos. No hay derechos “pequeños”. En los derechos humanos no existen jerarquías.
El Estatuto de Roma del año 2002 no hace más que reconocer este principio eterno.
Llegó la hora de comenzar a revisar las violaciones -estas si, serias y verdaderas- a los derechos humanos en el mundo actual y en el pasado reciente perpetrados por naciones que hoy son veneradas por su poderío militar, económico o mediático y ante quienes la mayoría se arrodillan ¡La humanidad es una sola!
Se podría empezar por una puesta a punto de los irrebatibles informes de WikiLeaks y sus registros de la inescrupulosa guerra de Irak (2004-2009), con sus muertes civiles, sus torturas, sus atrocidades, sus negociados y sus rapiñas. O de la sangrienta invasión a Afganistán (2010) emporio de la amapola, de donde se extrae el opio y la heroína… ¿Habría que guardar silencio? ¿O será que Julian Assange sigue poniéndo en peligro la vida de civiles? ¿O será que el no uso de preservativo lo hace suceptible de ser extraditado?
Se debería hacer urgentemente una investigación sobre las razones del silencio cómplice de los grandes medios a la persecución de Julian Assange, a quien no se le concede ninguno de los beneficios de la libertad de expresión.
Y dado que para algunos insignes intérpretes del Derecho, los crímenes de lesa humanidad no sólo son imprescriptibles sino que tampoco tienen límite de investigación en el pasado, podríamos arrancar con el Holocausto de Hiroshima y Nagasaki y de ahí venirnos a las barbaridades del Napalm en la guerra de Vietnam.
Si comenzamos a abrir el abanico de las violaciones flagrantes a la dignidad humana, se podría ampliar los recorridos y lasresponsabilidades. Podríamos hacer un minucioso análisis de la creación del Estado Islámico o Daesh o Isis, creado a la sombra de la ocupación norteamericana de Irak, con la secuela de los deleznables crímenes cometidos. No entraremos en detalle por ahora de masacres en otras latitudes como por ejemos la masacre de la Plaza Tiananmen y al genocidio de los refugiados palestinos de Sabra y Chatila…
Documentos desclasificados por Estados Unidos
Dada la preocupación del Sr. Israel por endilgarle toda la responsabilidad al Estado, creemos importante considerar que desde hace más de 50 años estamos insertos en un mundo global donde los países periféricos son tremendamente dependientes de los que conforman las economías centrales. Debemos enfocar lo acaecido como un fenómeno trasnacional que no se lo puede circunscribir ni siquiera a la región, puesto que su epicentro estuvo ubicado en los centros del poder financiero mundial.
Todas las investigaciones que se han realizado sobre la Guerra Sucia llevada adelante en el Cono Sur de América -aplicada y perfeccionada en Argentina- a partir del derrocamiento de Isabel Perón coinciden en señalar, que existió una estrategia manipulada desde Estados Unidos conocida con el nombre de Plan Cóndor.
J. Patrice McSherry en su agudo análisis de la situación de dependencia y presión económica con las que obligaban a estos países a acatar las directivas políticas impartidas, manifiesta que: “La mayor parte de los préstamos concedidos a la dictadura argentina procedían de los bancos privados de EEUU. Hay que destacar el total acuerdo de las autoridades de EEUU (ya sea la Reserva Federal o la administración americana) con esta política de endeudamiento al gobierno, para obtener préstamos de los bancos privados, exigió que las empresas argentinas se endeudaran con los bancos privados internacionales. Las empresas se convirtieron en la palanca fundamental para la desnacionalización del Estado, y la pérdida de la soberanía nacional”. (Predotory States: Operation Condor and Covert War in Latin America, 2005. Rowman and Littlefield Publishers)
La figura de Henry Kissinger es la clave para entender el rol que desempeñó Estados Unidos, en la configuración de una de las más crueles dictaduras de América Latina. Antes, durante y después del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, más que una política de no intromisión por parte de EEUU, lo que hubo fue un doble discurso del Secretario de Estado, planteando en público su preocupación por la violación de los derechos humanos y en privado propiciando el terrorismo de estado. En dos entrevistas entre Kissinger y el canciller argentino César Augusto Guzzetti, en junio y septiembre de 1976, éste respaldó el terrorismo de Estado seguramente pensando maquiavelicamente, que en el largo plazo dejaría una sangrienta grieta muy difícil de cicatrizar.
Los documentos desclasificados por Estados Unidos en 2016 y 2017 arrojan más luz sobre el apoyo de Kissinger a la dictadura argentina, incluso luego de abandonar el Departamento de Estado y ya durante la Administración Carter.
A la contundente afirmación del Sr. Marcos Israel en su calidad de nuevo gestor de los DDHH de que “mientras no aparezcan los desaparecidos, no hay posibilidad de dar vuelta la página”, sobrepondríamos un punto de vista que nos acerca mucho más a la verdadera historia: ¿Cual es la razón para que el ex Secretario de Estado, en su calidad de protagonista principal en los luctuosos hechos de las dictaduras de ambas márgenes del Plata, se negarse sistemáticamente a comparecer como testigo a las sucesivas citaciones que se le hicieron por parte no solo del juez Baltazar Garzón sino de otros magistrados europeos?.
Por el camino de responsabilizar a los “peones” y dejar afuera a las piezas grandes del tablero prolongamos arbitrariamente una historia de nunca acabar.
Henry Kissinger a pesar de haber nacido en Alemania se convirtió en una de las figuras más relevantes de la historia de Estados Unidos, que acumuló más poder en sus manos que cualquiera de los últimos presidentes norteamericanos.
Fue acrecentando prestigio como asesor de la Corporación Rand, una institución vinculada a la industria armamentista, creada después de la Segunda Guerra Mundial, con el fin de participar en la toma de decisiones militares.
Se consolidó como el principal manipulador de la política internacional de EE UU al crear el Club Bildelberg, que nuclea a los grupos económicamente más vigorosos del mundo.
Entre 1969 y 1977 manejó los hilos de la política exterior de EE UU primero como Asesor de Seguridad Nacional y luego como Secretario de Estado.
En muchas oportunidades se le solicitó que devolviera el galardón sueco de Nobel de la Paz, dado su fracaso en lograr una solución pacífica a partir del alto al fuego en la guerra de Vietnam, que fue el motivo verdadero por el que se le había otorgado el Premio.
A esto se agrega el malestar que causó cuando se comprobó su autoría en la creación del Plan Cóndor a las que también se suman las muchas acusaciones por violación de los derechos humanos. Y de ser el instigador de genocidios sistemáticos no sólo en Argentina sino en otras partes.
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