Hacia fines del año pasado, desde el Rincón del Cerro se difundió la noticia de que en varios procesos penales contra militares supuestamente responsables de graves delitos de lesa humanidad, cometidos en promedio cincuenta años atrás, habrían declarado testigos falsos. Habrían, condicional, porque la seguridad no se puede tener y más proviniendo de donde proviene la versión. ¿Es algo cierto o fue una maniobra política y, en su caso, cuál y con qué objeto, dónde está la realidad o es un bulo, como se decía en España durante la guerra civil?
El tema, obviamente, se puede analizar desde una perspectiva jurídica, dada su enorme gravedad y qué formas habría de reparar esa lesión a la Justicia, así, con mayúscula, de la que hablaba Couture. Pero más interesante es analizar el tema desde el punto de vista de las reacciones políticas. Más allá de algunas vagas declaraciones sobre que eso se sabía o se sospechaba, de que hubo un caso bastante confirmado ocurrido en un juzgado letrado del interior o pocas menudencias más, silencio. Silencio porque se venía el verano y con él la feria judicial, las vacaciones, el viaje a algún otro país, desconectarse, etc. Pero también silencio porque, para ser sinceros, a muy poca gente en nuestro país hoy le interesa el punto. Se podría hablar horas sobre el o los porqués de ese desinterés, pero existe, salvo en reducidos grupos, casi grupúsculos, de familiares o en algún intento de Cabildo Abierto, prontamente silenciado por el establishment político. Podrían citarse las palabras de Carlos Gardel cantando “silencio en la noche, ya todo está en calma, el músculo duerme, la pasión descansa”. ¿Será tan así?
Para quienes nos formamos creyendo en el derecho y en la justicia, creyendo sobre todo en nuestro Poder Judicial, pensando que era él quien en última instancia protegía a los más desvalidos, ese silencio, que atruena en los oídos desde todos los ángulos que de una manera u otra son cercanos al tema, es una enorme y gigantesca vergüenza. No es difícil pensar que jamás alguien imaginó que ese mirar para el costado, ese desinterés podría ocurrir.
¿Y cómo queda la política y quienes viven de ella? No mejor que quienes actúan en el foro. Considerar normal esa terrible versión de los hechos demuestra una vara muy baja en materia ética y casi hasta una enfermedad social. Hemos caído muy bajo.
Luego vendrán los llantos, los arrepentimientos, cuando las cosas se desmadren, pero será irremisiblemente tarde.
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