Unas diez mil personas se alimentan por día mediante los diferentes sistemas que tiene el Instituto Nacional de Alimentación (INDA). A comienzos de esta administración, solamente unas mil personas estaban cubiertas. La Mañana dialogó con el director del instituto, Ignacio Elgue, quien considera que las políticas actuales en materia de protección frente a la inseguridad alimentaria “llegaron para quedarse”.
¿Qué evaluación realiza al cierre de 2023?
Para nosotros fue un año muy bueno. Realizamos un proyecto muy importante como el Plan de Alimentación Territorial (PAT). Con la Rendición de Cuentas pasada, recibimos un refuerzo presupuestal y en abril abrimos los primeros dos comedores. Después, y a medida que iba ingresando personal, fuimos abriendo seis puntos fijos y cinco puntos móviles, completando un total de veinticinco puntos nuevos de asistencia alimentaria. Abrimos comedores en los departamentos con mayor inseguridad alimentaria, como Tacuarembó, Paysandú, Cerro Largo y Salto y un comedor en Ciudad del Plata (San José).
¿Cuál es la evaluación que realiza sobre el sistema PAT y qué cantidad de porciones se entregaron?
El último informe que es de noviembre nos muestra que 6.600 personas comen a través del PAT. Este es el sistema de entrega de comida que se realiza con pequeños camiones. Pero también se incrementó el número de comedores y la cantidad de usuarios en Montevideo. En total nos da que el INDA entrega por día diez mil comidas. A principio 2020, INDA brindaba entre 850 y mil comidas diarias. En los comedores el sistema era de lunes a viernes y un ticket alimentación para el sábado. Ahora funcionamos de lunes a viernes y para sábado y domingo se entregan tickets. En el PAT se entrega la comida para toda la semana.
¿La población objetivo se adaptó a este nuevo sistema?
Estamos muy conformes con el PAT, que significó todo un desafío. Efectuamos evaluaciones continuas de mejora y lo que nos dan esas encuestas es que la población está conforme con el tipo de comida, con el tiempo de demora en recibirla y con la calidad. Con estos estudios vemos, por ejemplo, si hay algún menú que tiene una cierta resistencia, entonces lo cambiamos. Hay todo un equipo muy importante que trabajó en este programa. INDA, además, abordó otros temas, pero este fue el más relevante porque era todo una innovación y un desafío.
Dentro de esos otros programas hay un apoyo a los pequeños agricultores. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
Tenemos el Programa de Fortalecimiento de las Compras Públicas a la Agricultura Familiar y a Pescadores Artesanales. En el interior somos los principales compradores de los agricultores familiares, ya que varios programas se abastecen de estos. Además, este año incrementamos con otro programa del Mides, que es Uruguay Crece Contigo, la entrega de canastas de doce kilos de frutas y verduras cada quince días a las familias en el norte del país y en Canelones. También existen otros programas como el de Reducción y Pérdida de Alimentos que es con la ONG Redalco.
¿Se puede decir que está cubierta toda la población con necesidades alimentarias o queda algún segmento sin atender?
Decir que está cubierto todo es demasiado ambicioso. Lo que se intenta es llegar a la población con inseguridad alimentaria y que está por debajo de la línea de indigencia. Uruguay tiene varias formas de llegar a la población vulnerable y en diferentes capas etarias. Por ejemplo están los CAIF, las escuelas también alimentan y de nuestro lado tenemos entre otros el sistema de comedores y el PAT. El Mides tiene otros programas, como la garrafa de gas al cincuenta por ciento, la tarjeta Uruguay Social y la asignación familiar Plan de Equidad. De todas formas llega el Gobierno a esa población vulnerable y se ve reflejado justamente en una mejora de su situación alimentaria.
En el pasado uno de los temas más polémicos fueron las ollas populares, ¿siguen existiendo según sus relevamientos o han desaparecido?
Las ollas cumplieron su función en un momento, pero no podían ser la forma permanente de llegar a esa población más vulnerable. El Gobierno, a través de una organización civil (Uruguay Adelante), las apoyó. Eso se cortó en abril cuando nosotros empezamos a implementar el PAT. Sigue habiendo este tipo de iniciativas solidarias, pero no en la cantidad que existía en el pasado. Creemos que cubrimos esa función que cumplían las ollas. Antes del PAT estábamos solamente en cuatro lugares y era básicamente en el centro de Montevideo. Teníamos solamente cuatro comedores. Ahora tenemos veinticinco puntos de distribución, más esos cuatro comedores. Estamos en los barrios más vulnerables, nos acercamos más a la población e hicimos más fácil el acceso. En este sentido habíamos detectado dos problemas con los comedores. Uno era que había muchos obstáculos, se le pedían muchos papeles y la renovación de toda la documentación cada seis meses. Entonces hicimos más ágil ser beneficiarios de los programas. Lo otro fue acercarnos a los barrios para que las personas no tuvieran que tomar dos ómnibus para llegar a un comedor. Los comedores son para una población que no tiene un lugar digno donde comer. Se trata de generalmente de personas en situación de calle o los recién liberados del sistema carcelario. En el caso del PAT retiran la comida y la calientan en su casa.
Usted mencionaba que se llega a diez mil personas por día, con los comedores y el PAT. ¿Era la cantidad que esperaban cubrir?
Cuando empezamos el programa ese era el número que más o menos esperábamos, pero varía y también depende el mes, aunque nunca se baja de 9.400 personas.
En el caso del PAT, ¿la gente se acostumbró a las rutas que realizan los móviles?
La gente se acostumbró, siendo además un sistema muy ágil. En este proyecto no solo trabajó INDA, sino también diferentes direcciones del Mides. Logramos un sistema informático que con la “quema” de un QR si la persona tiene un celular o con la cédula se realiza la entrega. Las nutricionistas están permanentemente en los diferentes puntos, asesorando de cómo calentar la comida o como tiene que ser su conservación.
¿Qué espera para este 2024?
Queremos consolidar todos los proyectos que iniciamos. Además de lo realizado, tenemos diferentes líneas de investigación en materia de alimentación con la Universidad de la República. También queremos hacer nuevamente la encuesta FIES, que es sobre inseguridad alimentaria. Se hizo por primera vez en el país por el Instituto Nacional de Alimentación en 2021 y se repitió en 2023. Los números nos han dado que hay una tendencia a la baja en inseguridad alimentaria, aunque está dentro del margen de error estadístico. Pensamos realizarla nuevamente este año. La encuesta nos da un insumo muy importante para generar políticas públicas de asistencia alimentaria. Con esta encuesta nos basamos para el PAT y comedores en los departamentos donde la inseguridad alimentaria tiene números más altos. Hasta el año 2022 los números que teníamos del FIES eran de la encuesta de la FAO que nos daban números más altos. Incluso en 2016, cuando se cerraban comedores de INDA, son los números de FAO más altos registrados sobre inseguridad alimentaria en Uruguay. Ahora el cuestionario se realiza mediante la Encuesta Continua de Hogares del INE. También hay que destacar que en el área metropolitana en 2023 se hizo la encuesta en el peor momento de la sequía, donde esa población vulnerable muchas veces tuvo que gastar dinero en agua embotellada. Debemos tener en cuenta que en 2022, cuando se mide la primera vez por INE, todavía estábamos saliendo de la pandemia. Para nosotros la encuesta del INE es muy importante porque cubre mucho más que la de la FAO.
¿Piensa que estas políticas del INDA llegaron para quedarse más allá de quién asuma el Gobierno en 2025?
Considero que se trata de buenas políticas que atendieron a una población que estaba oculta. Los números de la FAO nos decían que nosotros teníamos esta población y que no la estábamos atendiendo. Es el Estado el que tiene que atender esta población. Y sí, creo que es una política que llegó para quedarse, como el Sistema Nacional de Comedores o como la alimentación en las escuelas.
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