Este 3 de abril se cumplió un año del primer discurso de Guido Manini Ríos como precandidato a la presidencia por el partido Cabildo Abierto. En aquella oportunidad, Manini señaló que “el próximo gobierno deberá ser capaz de establecer estrategias de país, políticas de Estado y saber construir las mayorías parlamentarias necesarias. Y eso deberá elevar el nivel de la discusión, dejandode lado prejuicios ideológicos”.
Además, sostuvo que “la infantilización de la pobreza tal vez sea una de lasmayores injusticias y tragedias que vivimos en el tiempo actual”.
Cabildo Abierto logró 49.485 votos en las elecciones internas, mientras que alcanzó el cuarto lugar en las elecciones generales de octubre con un total de 268.736 votos.
A partir de allí firmó el Compromiso por el País y pasó a formar parte de la “coalición multicolor” que llevó a Luis Lacalle Pou a la presidencia, luego de ganar en el balotaje por estrecho margen.
Primer discurso del Gral. (r) Guido Manini Ríos como precandidato a la presidencia por Cabildo Abierto.
Sala Mercosur, Hotel Ibis. Montevideo, 3 de abril de 2019.
Buenas tardes a todos,
En primer lugar agradezco a todos los comunicadores de prensa por la comprensión y el respeto que me han dispensado en estas semanas de meditación personal que han transcurrido desde el momento en que dejé el cargo que ocupaba en la comandancia del Ejército.
Yo creo que el ser humano en la vida debe procurar siempre tratar de mejorar las condiciones y el lugar que deja a quienes le suceden. Es decir, ser un protagonista permanente de esa construcción del bien común.
En las distintas funciones y responsabilidades que me ha tocado asumir en el Ejército Nacional siempre lo he hecho con el máximo compromiso y con el objetivo de poner a disposición de toda la sociedad sus capacidades y recursos, en particular al alcance de los más desfavorecidos.
He tenido la suerte de integrar esa institución fundacional de la República y el altísimo honor de comandar hombres y mujeres que en todo momento supieron responder cada vez que había problemas a resolver o emergencias y había que ayudar a los ciudadanos en todos los rincones del país.
Pude ver, pude vivir el amor a la Patria y la vocación de servicio de esos servidores que muchas veces dejando de lado su condición socio-económica brindaron todas sus capacidades y virtudes a la comunidad de la que provenían.
Una y otra vez, y seguramente no lo suficiente, les he reconocido públicamente por haber mantenido en alto siempre nuestra bandera dentro y fuera de fronteras.
Pero hoy vengo a hablarle a todos los orientales, a todos los uruguayos.
A todos los que día a día luchan por sacar adelante a su país y a su familia, y que hoy están inmersos en una gran incertidumbre, en un gran desconcierto con lo que está pasando en nuestro país.
He recorrido el país de punta a punta, varias veces en estos años de servicio. He hablado con la gente y conocido el territorio. He hablado con todos, incluso con aquellos olvidados del Estado, con aquellos apartados del mercado.
La política en su acepción más completa como la preocupación por la cosa pública no es una exclusividad de los dirigentes político partidarios. Una cosa tan noble es responsabilidad de amplios sectores de la sociedad.
La libertad, que es uno de los elementos básicos de nuestra República, no se ejerce completamente si un individualismo egocéntrico nos gana y nos hace ignorar la realidad que golpea al lado nuestro en las ciudades, en los barrios.
Sin embargo, sabemos que subyace dentro de cada oriental, dentro de cada uruguayo, ese espíritu de solidaridad que aflora en los momentos más difíciles. Esa “garra” que ha sido tan difundida en el mundo entero.
Pero el deterioro que hoy se vive en las condiciones de vida de nuestras ciudades, el vaciamiento del interior de nuestro país, la fragmentación social y territorial que se agudiza ponen en riesgo esa convivencia basada en nuestras más caras tradiciones nacionales.
El investigador José Rilla en un reciente artículo ha dicho que en los últimos cincuenta años se han fracturado tres pilares básicos de la convivencia como son el barrio, la familia y la escuela como institución.
Las consecuencias de ello están a la vista, se ven en la calle, en la vandalización de los espacios públicos, en la pérdida de hábitos y códigos sociales, en la violencia criminal que año a año destruye cientos de vidas y familias, sumiendo a nuestra sociedad en un estado casi de temor generalizado.
El delito común da lugar a formas más complejas como el crimen organizado, a luchas por la influencia en el territorio, a corrupción pública y privada, a la cultura de la muerte.
La infantilización de la pobreza tal vez sea una de las mayores injusticias y tragedias que vivimos en el tiempo actual.
En los años 2001/2002 nuestro país sufrió una grave crisis que sumió a una buena parte de la población en una emergencia que ameritó una política de asistencia económica.
Pero el problema devino cuando esa política de asistencia económica se transformó en política de desarrollo y peor aún, en estrategia de clientelismo.
Mirando el panorama regional hoy no podemos descartar que estemos a las puertas de una nueva crisis y tenemos que asegurarnos que los más frágiles no vayan a quedar al costado del camino.
Creemos realmente que el trabajo digno es la mejor política social y para ello nos debemos unir todos buscando proporcionarle un trabajo a cada uruguayo.
Mirar al futuro hoy significa capacitar a nuestra juventud para poder adaptarse a la sociedad de la tecnología y poder aprovechar las oportunidades que los desarrollos tecnológicos dan.
La falta de perspectiva es evidente que ha llevado a muchísima gente a sumergirse en las drogas o a ahogarse en el endeudamiento para mantener una vida que cada vez se le hace más pesada.
Nosotros no aceptamos que se vea como normal que cada día haya más uruguayos durmiendo en la calle, comiendo de la basura.
Creemos que el excesivo burocratismo ha llevado a que la sensibilidad social se transformara en una especie de cosmética de eslóganes, en donde se aplica un libreto elaborado en otras latitudes que no soluciona ni uno de nuestros problemas de fondo, pero eso sí, están generosamente financiados.
El Parlamento nacional, que históricamente fue el centro de las páginas más importantes de nuestra historia, hoy está integrado por legisladores que al decir de Hoenir Sarthou en un reciente artículo, acatan las disciplinas partidarias sin cuestionar so pena de ser sancionados si expresan sus ideas o si defienden a sus representados.
Todo esto ha generado un descreimiento creciente de la sociedad en los partidos políticos. La última encuesta de Latinobarómetro arrojó que la población entiende que los partidos políticos les dan la menor confianza, el 21% de los uruguayos confía en los partidos políticos. La más baja aceptación desde el año 2002.
Y no hemos visto que ninguno de los partidos políticos mayoritarios haya hecho una autocrítica frente a esa grave realidad.
El próximo gobierno deberá ser capaz de establecer estrategias de país, políticas de Estado y saber construir las mayorías parlamentarias necesarias. Y eso deberá elevar el nivel de la discusión, dejando de lado prejuicios ideológicos.
Se deberán sentar las bases del Uruguay de los próximos 50 años. Las bases de un país productivo en serio, con trabajo, con seguridad, con justicia y en el cual prepondere la unidad por sobre el conflicto, en un marco de verdadera libertad y democracia.
Señor presidente del Partido Cabildo Abierto.
Acepto la propuesta que usted me realizara hace unos días de ser el precandidato a la Presidencia de la República por el Partido Cabildo Abierto y por el Movimiento Social Artiguista.
Creemos que nuestro sistema político necesita la oxigenación que puede proporcionar este movimiento que establece como necesario rescatar y actualizar el ideario de nuestro Prócer.
Quiero también felicitarlos por el nombre. El Cabildo fue el ámbito natural donde nuestro principal caudillo ejerció su autoridad en contacto directo con el pueblo.
Cabildo y caudillo provienen de la misma voz latina que significa “cabeza”. Uno es la cabeza de la ciudad y su territorio, y el otro es la cabeza de su gente. Juntos hicieron posible la participación de la gente en la cosa pública. Juntos fueron fundamentales en nuestras luchas por la independencia.
No por casualidad la fundación de nuestros, hasta hoy, partidos mayoritarios se realizó al calor del ideario artiguista de la mano de caudillos militares como el Gral. Fructuoso Rivera o el Gral. Manuel Oribe y por qué no decirlo también hace 50 años del Gral. Líber Seregni, que provino del Ejército Nacional, una institución de neto cuño artiguista.
Los partidos políticos tuvieron su momento más alto cuando se nutrieron de diversas corrientes de pensamiento y fueron capaces de interpretar el sentir de la gente.
Pero con el paso del tiempo, en mayor o menor medida, se fueron anquilosando y transformando poco a poco en autorreferenciales.
Es por eso que hemos considerado, más allá de las propuestas que gentilmente nos hicieron llegar desde diversas tiendas políticas, que era necesario iniciar un camino propio y encabezar este movimiento que impulse una verdadera democracia participativa basada o nutrida por nuestros más caros valores y tradiciones nacionales.
El objetivo nuestro es claro. Darle esperanza a los que han perdido la esperanza.
Sabemos bien que no se puede hacer una campaña política partiendo desde el desánimo o actuando desde el rencor.
Por eso queremos unir a todos en una campaña que proponga soluciones reales para los problemas de nuestra gente, de hoy y del futuro.
Esto que hoy comienza es el inicio de una nueva época, es un viento nuevo, un viento intrépido que hará sacudir viejas banderas que nos llegan desde el más profundo legado artiguista, en lo económico, en lo social y en lo político.
Al decir del caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate, cuyo hijo Gonzalo hoy nos honra con su presencia, nosotros vamos a unir el peso tremendo de la tradición con los reclamos urgentes de los nuevos tiempos.
Por el país que todos queremos, este es el momento del Uruguay.
Muchas gracias