El inicio de las clases está previsto para el 1ero. de marzo en primaria y el 8 de ese mismo mes en secundaria y UTU. Tras el año 2020 que tuvo interrupciones y pocas clases presenciales, debido al covid-19, se busca que este año las clases se desarrollen con la mayor normalidad posible, haciendo énfasis en la presencialidad y la seguridad sanitaria para alumnos y docentes.
Recientemente, el ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira, se reunió con el presidente Lacalle Pou para analizar el tema y mostrar el plan estratégico. El documento establece que sobre fines de febrero los docentes ya comenzarán las tareas preparatorias del año lectivo. “Queremos con toda intensidad que la presencialidad pueda desarrollarse de la mejor manera posible, porque si algo aprendimos con la pandemia el año pasado, es que la suspensión de la presencia de los alumnos tiene costos en términos de aprendizaje que castiga a los más débiles”, sostuvo el ministro Da Silveira tras el encuentro con el primer mandatario.
Esto implicaría la concurrencia obligatoria y, a su vez, la búsqueda de mecanismos para ampliar los lugares para dar clases, debido a que se deben respetar normas, como ser el distanciamiento entre los alumnos. El consejero del Codicen, Juan Gabito, dijo en declaraciones a la TNU que por esta razón se buscan alternativas para ampliar esos espacios, en especial en Montevideo y Canelones, donde se deberían duplicar los ya disponibles. Las alternativas que se manejan van desde aulas móviles hasta dar clases en otros locales, además de los escolares, como ser clubes u otros centros sociales y mantener un sistema híbrido entre presencialidad y clases mediante plataformas de internet.
En una reciente reunión del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), se definió que “lo primero que se abren son las escuelas y lo último que se cierran son las escuelas”. El coordinador de este grupo, Rafael Radi, dijo que preservar el espacio educativo es un elemento central. “El daño que se hace por la no presencialidad a los niños es gigante”, y acotó, además, que se debe contar con un protocolo claro sobre cómo actuar si aparece algún caso de Covid en un niño o en un maestro.
Rama sostiene que el primer problema es la debilidad de los aprendizajes de 2020, lo que no solo marcará 2021, sino también los años siguientes
En declaraciones a radio Sarandí, Radi manifestó que es necesario tener el concepto de “las burbujas”, procurando el aislamiento del grupo del niño o docente que tiene el virus y no de todo el centro de estudio. Dentro de los planes del gobierno se encuentra vacunar contra el Covid a los docentes, una vez que se finalice con el personal de la salud, o sea, antes de mediados de año.
Esta preparación de reapertura se da en medio de un año también especial en materia de la gobernanza de la educación. La LUC estableció que desde el 5 de febrero los consejos de primaria (CEIP), secundaria (CES) y Educación Técnica y Profesional (CETP) pasan a ser direcciones generales.
Problemas de aprendizaje e impacto en sectores de menores ingresos
El experto en educación y director académico de la Universidad de la Empresa, Claudio Rama, destacó que “el año pasado, la cantidad de días de educación presencial fue muy, muy baja, y probablemente cuando se conozca el balance final, veremos que tuvimos menos de 80 días de clases presenciales, y quizás un poco más en escuelas rurales”. “Como resultado en educación primaria y media, existirán enormes problemas de aprendizaje y también en UTU, donde existe un modelo teórico, pero con mucha práctica”, agregó.
En declaraciones a La Mañana dijo que la situación planteada el año anterior, llevó a que se conformara un sistema híbrido entre educación presencial y virtual, en un país que tenía los niveles más bajos de la región en este tipo de sistemas.
Para este año, Rama sostiene que el primer problema es la debilidad de los aprendizajes de 2020, lo que no solo marcará 2021, sino también los años siguientes. Dentro de este aspecto consideró como “casos trágicos” los resultados que se verán en los pases de nivel, o sea de primaria a secundaria y de secundaria a la universidad.
Para el futuro, observa que crecerá la educación virtual, sobre la cual sostiene se debe legislar y crear, por ejemplo, un bachillerato virtual (no presencial), admitiendo que “existen resistencias a este tipo de cambios por diferentes paradigmas”. Un ejemplo es un decreto en el marco de la LUC que establece que solo el 33% de las clases, en el caso de la formación de docentes, pueden ser virtuales.
Un decreto en el marco de la LUC establece que solo el 33% de las clases, en el caso de la formación de docentes, pueden ser virtuales
“Si bien se va a volver a lo presencial, esto va a impactar, principalmente, en los estudiantes del interior que concurren a la universidad, donde la educación virtual fue muy positiva”. “Al principio, cuando se comenzó a manejar las clases de manera virtual se estimaba que existiría un fuerte nivel de deserción o rechazo, pero las evaluaciones muestran un apoyo entre 85% y 95% de estudiantes que quieren que este sistema se mantenga. Esto generará una fuerte polémica sobre cuáles deberán de ser los niveles de educación virtual y presencial en el futuro”, manifestó Rama.
El experto, quien es asesor de la Universidad Abierta a Distancia de Colombia (UNAD), dijo que el impacto de la pandemia en Latinoamérica fue muy fuerte en los sectores de menores ingresos, afectando principalmente a la población rural, y en especial a los alumnos de primaria. La falta de clases tuvo una de sus peores consecuencias: la alimentación de los niños que concurren a las escuelas.
Estrés y ansiedad en niños por falta de socialización
Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que la disrupción en los servicios de primera infancia -ya sea centros de cuidado, preescolares o programas de acompañamiento a familias-no tiene precedentes en la historia moderna y, pese a los esfuerzos por mantener el contacto con los niños y sus familias y ofrecer cierta continuidad a la atención de forma remota, se esperan importantes impactos negativos en el desarrollo infantil y el aprendizaje, así como sobre la salud física y mental de los niños.
“La falta de rutinas, el sedentarismo y el confinamiento en las viviendas, reducen sustancialmente sus niveles de actividad física y exposición a estímulos y oportunidades de aprendizaje. También puede aumentar el tiempo que pasan frente a una pantalla, el desarrollo de patrones de sueño irregulares y la adquisición de dietas menos saludables”, advierte el informe.
“Además, y quizás más importante, su estado socioemocional y sus niveles de estrés y ansiedad también pueden verse afectados por una reducción en la cantidad y la calidad de las interacciones con sus cuidadores en el hogar, o por la falta de socialización y contacto personal con sus compañeros de clase, educadores y maestros”, añade el documento.
TE PUEDE INTERESAR