Las estadísticas indican que, de tres jóvenes de 19 años, dos abandonaron los estudios en algún momento. Esta situación preocupa a las autoridades y allí está poniendo el foco el Inefop, aunando esfuerzos con la educación formal para revertir la deserción y promover el aprendizaje permanente. Entrevistado por La Mañana, el director del organismo, Guillermo Dutra, explicó el plan estratégico que llevan adelante con ese objetivo. Además, enfatizó en la importancia de un nuevo programa de becas del instituto, cuyo propósito es retener a los jóvenes en el sistema educativo.
¿Cuáles son las mayores preocupaciones del Inefop en materia de enseñanza secundaria?
Uno de los temas críticos que queremos abordar es la culminación de ciclos, que requiere complementariedad con el sector formal de la educación, y allí el eje común es promover el aprendizaje permanente. De acuerdo a las tendencias que están pautadas en el mercado de trabajo, el contar con ciclos educativos culminados es una condición básica e indispensable. Eso nos lleva a encontrar diferentes entradas para encarar el tema.
¿Por ejemplo?
Una tiene que ver con tratar de estimular que aquellos que se acercan al Inefop retomen la educación. Allí tenemos varias líneas de trabajo que hemos venido desarrollando a través de la promoción del Proces (Programa de Culminación de Enseñanza Secundaria). Tenemos un trabajo hecho en Montevideo, Paysandú y Maldonado, donde la meta es que 600 trabajadores culminen el ciclo básico.
Después, con ANEP (Administración Nacional de Educación Pública) establecimos un mecanismo de tutorías para aquellas personas que quedaron con materias pendientes de bachillerato y ciclo básico, donde se asigna un tutor por materia para la culminación de esos ciclos. El objetivo ahí es llegar a unos 300 trabajadores.
Hemos coordinado con ANEP que nuestros usuarios accedan a la prueba de acreditación de ciclo básico que se implementó en mayo. También acordamos realizar la misma con UTU. Convocamos unos 400 trabajadores y en noviembre se va a hacer una segunda prueba.
Estamos abordando una serie de estrategias que tratan de aminorar el déficit de ciclos educativos formales no culminados y que condicionan la posterior proyección de las personas en el mercado de trabajo. En el caso de los jóvenes, hemos coordinado con 30 liceos de todo el país para realizar talleres de orientación educativo-laboral, a fin de que puedan construir su proyecto ocupacional –está dirigido a aquellos que están en los dos últimos años de la educación media superior–.
¿Se trabaja para combatir la deserción estudiantil?
Ese es un tema que tenemos pendiente. Sabemos que los niveles de culminación en el país son muy malos: de tres jóvenes de 19 años, dos se desvincularon del sistema educativo en algún momento. La franja donde más desertan es entre primero y segundo año de la educación media básica. La idea es explorar una forma de intervención que habilite al joven a contar con una beca económica que esté condicionada a su rendimiento en los estudios. La beca debe estar directamente orientada a establecer un nexo causal entre el apoyo y el mantenerse en el ciclo educativo, lo cual tiene que ser acompañado con un soporte pedagógico y educativo entre el centro, el joven y su familia, que se comprometan a apoyarlo y siendo todos conscientes de ese beneficio que lo respaldaría para poder transitar en la educación.
¿A qué espectro socioeconómico está dirigido este programa?
ANEP identifica los grupos de riesgo con un índice de vulnerabilidad socioeducativa en el cual tiene en cuenta el contexto económico, la extraedad, el rezago, la asistencia. Son factores que están ponderados y en la medida en que lleguen a definir un nivel de riesgo se los transforma en población potencialmente desertora.
¿Qué cantidad de personas se atenderían bajo esta modalidad?
El planteo es focalizarnos en 5.700 jóvenes que serían 3.400 del interior y el resto de Montevideo, universo que a su vez tendría en cuenta enseñanza secundaria y UTU. El objetivo es no caer en los mismos errores de las becas del Programa Uruguay Estudia, tener mayor focalización y comprometernos más con los resultados.
¿De qué monto sería la beca aproximadamente?
El piso mínimo sería de cuatro BPC (Base de Prestaciones y Contribuciones) por año, y eso implicaría unos $ 118 millones para 2023. Aclaro que esto está en discusión. Hemos hecho las reservas suficientes en el presupuesto porque nos interesa que esto empiece a funcionar e incida favorablemente en revertir un problema que tiene el país y que es determinante para que los jóvenes puedan acceder a empleos que se están generando, por ejemplo, en el sector de tecnologías de la información, que exige que tengan culminados los ciclos de educación media superior.
¿Por qué en 2019 dejó de implementarse este programa de becas, que ya tenía una década de funcionamiento?
En 2020 nos encontramos con el planteo de ANEP que nos pedía el desembolso de US$ 4 millones para darles continuidad a las becas del Programa Uruguay Estudia, que lo venía financiando el Inefop desde 2012, pero que tenía grandes cuestionamientos en su gestión y sus resultados. No había criterios claros de quién podía postular y quién no, sino que quedaba a discrecionalidad de los centros y había tenido fuertes observaciones de la Auditoría Interna de la Nación.
Además, la administración anterior había decidido no darle continuidad al programa mientras no se presentaran datos que demostraran qué impacto se estaba logrando. Esa información llegó al Inefop recién en junio del 2020. El instituto ese año tenía un sobregiro de $ 800 millones. Todos estos antecedentes llevaron a la decisión de pedirle al Ineed (Instituto Nacional de Evaluación Educativa) que hiciera una evaluación total del programa, y así fue que a mediados del 2021 nos presentó un informe donde quedaron demostrados problemas de gestión, dificultades para medición de resultados e inconvenientes en la relación entre la beca y que los jóvenes se mantuvieran en el sistema educativo.
Eso determinó que entendiéramos la necesidad de encarar una línea que rediseñe todo esto, que tenga un planteo más directo y comprometido con el impacto y que sea acordada entre ANEP e Inefop, desde la planificación en la gestión y en la evaluación. Lo importante es que haya un acuerdo de política pública que promueva el aprendizaje permanente y que apueste a la culminación de ciclos. En esta oportunidad, estamos manejando “Becas Inefop” como posible nombre para el nuevo programa.
¿Cuál es la importancia del rol de Inefop en este contexto?
El avance digital implicó una transformación que es permanente, que no solo afecta a Inefop sino a todo el país. El cambio tecnológico y las modificaciones en el mercado de trabajo requieren respuestas acordes. La realidad es compleja, pero abre oportunidades para insertarse laboralmente, reconvertirse, y tiene que haber soportes de calidad que aseguren un aprendizaje adecuado.
El sector de tecnologías de la información tiene 4000 vacantes, pero para acceder a ellas hay que tener los niveles básicos culminados y conocimientos de idiomas. Eso nos llevó a pensar en un programa de idiomas para los usuarios de Inefop, que se lanzará en poco tiempo, que va a brindar la formación través de instituciones o una plataforma, de modo de otorgarle a la persona mejores condiciones para las exigencias que hoy están presentes en el mercado de trabajo.
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