La pandemia afectó a las mutualistas, muchas de las cuales ya tenían una situación financiera comprometida. Las instituciones médicas debieron adaptarse a las nuevas necesidades dadas por la llegada del covid-19 y lo seguirán haciendo de cara al futuro, en la administración de plazas de CTI y en el proceso de vacunación, entre otras tareas.
La Coordinadora Nacional de Instituciones de Asistencia Médica Colectiva (CONAIAMC) comprende a las instituciones médicas de todo el país comúnmente conocidas como mutualistas. Fue conformada en mayo del año pasado, con el objetivo de unificar criterios y llevar adelante políticas conjuntas en todos aquellos asuntos que atañen al sector, según afirmó su representante, el Dr. Carlos Cardoso, en entrevista con La Mañana.
¿Cómo se organizaron las mutualistas para enfrentar la pandemia?
Ante esa nueva situación, tuvimos que hacer una cantidad de adecuaciones estructurales, es decir, en los edificios, pero también de la organización del trabajo y de las personas, que incluye algo permanente en este sector, que es la capacitación. En esto, que era desconocido, tuvimos que aprender todo: desde las normas y recomendaciones del Ministerio de Salud Pública, hasta cómo gestionar mejor.
Una cosa fue marzo-abril y otra cosa es ahora. Sabemos mucho más, tenemos todo más aceitado y los trabajadores ya tienen la capacitación correspondiente. Además, hubo cambios en el sistema de trabajo, según los distintos lugares geográficos. Por ejemplo, en algunos departamentos, para poder ingresar a las áreas de internación, se requiere tener un hisopado por PCR negativo para SARS-CoV-2, mientras que en otras áreas del país no.
A su vez, cambiaron algunos aspectos del funcionamiento, sobre todo desde fines de marzo, en cuanto a la no presencialidad, la telemedicina, el aumento de la asistencia domiciliaria y la suspensión de las cirugías que no eran de urgencia, emergencia ni oncológicas.
Hubo que dedicarse a explicar la situación a los afiliados por algunos meses, pero luego la evolución fue bastante buena, y por julio comenzó una actividad más parecida a la normal, hasta mediados de noviembre, donde empezó la denominada primera ola.
Por otro lado, como la mayor parte de los insumos de la salud son importados, existían dificultades de abastecimiento hasta de los elementos de protección personal y hubo momentos de escasez.
Recientemente, la coordinadora solicitó ser incorporada a la comisión que se va a crear para administrar las plazas y disponibilidad de camas y recursos humanos de CTI en todo el país. ¿Cuál es el propósito?
En primera instancia, al tener unos 2.100.000 afiliados, en términos generales, el sector representa la mayoría de las camas de terapia intensiva del país. En base a eso y a la experiencia que tenemos entre las instituciones de cooperación, contraprestación, compra y venta de servicios, pero fundamentalmente, la gestión de esos recursos, es que le solicitamos al presidente de la Junta Nacional de Salud (Junasa), Luis González Machado, poder integrar la mesa cuando se forme.
El objetivo es tener una coordinación de todas las camas de CTI llegado el caso extremo de saturación en algunos lugares, para que la distribución de las personas con necesidad de medicina intensiva sea arreglada de acuerdo a determinados parámetros que hay que acordar con la Junasa.
¿Preocupa una posible saturación de los CTI o estamos lejos de que eso suceda?
Nosotros tenemos que prever cosas. Si hoy me preguntás si estamos lejos en cantidad de camas, te digo que sí. Tenemos un 15% de las camas del CTI dedicadas a esta patología. Entonces, mirado así, uno diría que tenemos un amplio margen. Pero es importante destacar que hay otras patologías que también requieren CTI. Ese 15%, sumado a las otras, ocupan entre el 55% y el 60% de la capacidad instalada en el país.
Segundo, los tiempos de internación de esta patología son un poco más largos que lo habitual, y si hay un crecimiento de casos activos en la población por encima de los casos que diariamente van bajando, se va produciendo un incremento proporcional de ingresos a CTI. Aproximadamente, entre el 1,5% y el 1,7% de los casos activos son internados en CTI, pero ellos están más tiempo que lo que dura el caso activo, por eso hay acumulación.
El plan de vacunación, generalmente, se articula a través de las instituciones. ¿Se necesita una preparación específica para el covid-19?
Las instituciones de asistencia médica colectiva están muy habituadas y capacitadas para eso porque participan del plan de vacunación habitual que tiene Uruguay, que es bastante extenso.
Tenemos una logística, un sistema, personas capacitadas que realizan la tarea de vacunación tanto en lugares muy poblados como en pequeñas localidades de interior. Esa capacidad de inmunizar a la población a través de vacunas es algo que se viene desarrollando desde hace muchos años.
Más allá de eso, algunas de las vacunas que pueden llegar a estar disponibles en Uruguay tienen características especiales, por ejemplo, en lo que respecta al manejo del ultrafrío. Quiere decir que para algunas de ellas habría que establecer una logística sobre la que ya existe, como la de Pfizer o la de Moderna. Las de origen chino, sin embargo, requieren una cadena de frío y una logística similares a las vacunas que ya se usan.
“Según nuestros estudios, hemos entendido que en los últimos años se ha dado un rezago del valor de la cápita del Fonasa en relación al costo de los servicios”
Dejando de lado la pandemia, ¿cómo es la situación general de las mutualistas a nivel estructural, edilicio y financiero? ¿Cuáles son las mayores dificultades?
Este es un sector de precio regulado. Según nuestros estudios, hemos entendido que en los últimos años se ha dado un rezago del valor de la cápita del Fonasa en relación al costo de los servicios.
Además, algunas instituciones traían endeudamiento por distintas razones y los últimos planes de inversión de los usos de sobrecuota significaron erogaciones superiores a las previstas en esas inversiones, en general, edilicias o de equipamiento tecnológico.
Eso ha generado que haya instituciones que estén mejor y otras peor. Algunas tuvieron que recurrir a los sistemas previstos por las normas en cuanto a financiamientos de largo plazo con fideicomisos con garantía del Estado. A esto se le suman los efectos que después produjo la pandemia sobre el sector.
¿Cuáles son los principales desafíos a futuro?
Están todos los temas de inversión que son los problemas permanentes de este sector, porque la investigación y el desarrollo en medicina requieren adelantos tecnológicos, importación de equipos, adecuación de estructuras físicas y capacitación de los recursos humanos, además del mantenimiento para las nuevas normas en la parte edilicia, que es de lo más complejo y costoso. El desafío hacia el futuro es mantener en funcionamiento todo el sistema con una estructura más limitada en lo económico.
“Estamos en una posición de absoluta colaboración y cumplimiento de las normas sanitarias, sabemos con la seriedad que se están manejando las cosas y aplicamos las políticas que se definen”
¿Cómo ha sido el relacionamiento con las autoridades de gobierno?
No encontramos ninguna dificultad, tenemos comunicación cada vez que solicitamos ser recibidos y concurrimos siempre que se nos cita. Hemos tenido muchas reuniones porque los temas, además de ser nuevos, requieren bastante coordinación y contar con distintas opiniones. Estamos en una posición de absoluta colaboración y cumplimiento de las normas sanitarias, sabemos con la seriedad que se están manejando las cosas y aplicamos las políticas que se definen.
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