La fuga en una planta de contención de soda cáustica de UPM 2 llevó a que el diputado por Cabildo Abierto, Rafael Menéndez citara al ministro de Ambiente, Robert Bouvier, al Parlamento para que explique cuál fue la actuación de dicha cartera de Estado frente a esta situación.
¿Cómo llega a usted esta información y cuáles son los pasos que ha dado al respecto?
– Esta información me llega por una publicación (Sudestada) y tomo conocimiento del asunto. Para mi entender estamos ante el peor accidente medioambiental que ha habido en la historia del Uruguay y provocado por una empresa privada. Por los datos que he recabado el acontecimiento sucede el 18 de septiembre. Es decir, que nos terminamos enterando por la prensa días después. Por esta razón, por la magnitud que tiene el accidente, le vamos a pedir al ministro de Medio Ambiente, Robert Bouvier, cuando concurra a la Comisión de Ambiente el 12 de octubre, que nos explique por qué se demoró tanto en dar luz sobre este accidente.
¿Qué otros pasos han seguido?
Nos pusimos en contacto con Esteban Calone que es integrante de la Comisión de seguimiento de las actividades de UPM 2, quien nos confirmó lo acontecido. Pero además nos sorprende porque hacía muy pocos días el viceministro de Ambiente, Gerardo Amarilla, había hecho manifestaciones públicas de que iban a tener que sancionar a UPM porque estaban vertiendo contaminantes al Río Negro y en ningún momento, cuando ya había sucedido el hecho, se menciona este gravísimo accidente. Hay cosas que creo se conocieron tarde y no sé si se relativizaron por parte de las autoridades o si se trataron un poco de esconder.
¿Qué información ha podido recabar sobre cómo fue este accidente?
Aparentemente, ocurrió el 18 de septiembre y la empresa se entera por un vecino que le señala que hay una mortalidad de peces importante en una cañada que está cercana a la planta, y frente al Río Negro, por lo cual algo mal estaba pasando. La empresa constata que hay una fuga de soda cáustica, que tampoco sabemos de cuánto es. Se habla de un estimativo de un millón de litros, que es la capacidad de la pileta. Pero como los sensores también estaban rotos, podía ser mucho más que esa cantidad, ya que tampoco sabemos desde qué periodo se viene provocando la fuga por la perforación que tenía la pileta. Para nosotros lo llamativo es que esa cañada está a 300 metros de la pileta de contención y cuando el Ministerio de Ambiente va a constatar el PH del agua (días después) es bastante significativo. Por lo cual el volumen de la fuga debe haber sido muy grande y hay mucha soda cáustica que sin duda pasó a las capas freáticas.
¿No llama la atención de que una empresa de esta dimensión con una inversión tan importante tenga una pileta de contención con sensores rotos?
Eso es más que extraño. Porque hablamos de una fábrica que se inauguró hace cuatro meses. También nos llama la atención que esa pileta, que es un punto crítico para la planta, por lo que abastece y su toxicidad, esté funcionando con sensores rotos. Creo que no solamente se cae en la irresponsabilidad, sino también en la negligencia. Pero también creemos que hay irresponsabilidad por parte de las autoridades del Ministerio de Ambiente, que son las que debieran estar controlando a la fábrica.
¿Existe algún delegado del Ministerio de Ambiente que se encargue de UPM o realizar visitas periódicas?
El Ministerio de Ambiente actúa siempre bajo denuncias. Pero lo sorprendente acá es que la empresa no se había dado cuenta. También se debe señalar que este no es el primer episodio que tiene UPM de contaminación. Hay que recordar lo acontecido con Vivero Santa Ana, propiedad de la empresa UPM y que también, a raíz de la denuncia de los vecinos del vivero, constataron muertes de peces y de la fauna en predios linderos al vivero. Tras esa denuncia se determina que unos plantines eran tratados con agroquímicos, y esos agroquímicos terminaban después en una cañada. También en la Ruta 23, en el año 2018, un camión transportaba soda para UPM 1 e hizo un reguero de soda cáustica por 55 kilómetros y el camionero se entera por un vehículo que pasaba y él avisa que tenía una fuga.
Usted señalaba que hay una serie de preguntas para hacerle al ministro Robert Bouvier cuando concurra a la Comisión ¿Básicamente cuáles serían?
Lo primero que queremos saber es si el Ministerio de Ambiente tiene constatado cuanto fue que se vertió, efectivamente, de soda cáustica en la cañada y cuando comenzó la fuga. Lo otro es conocer la evaluación del daño medioambiental, aunque ya sabemos que es muy difícil de evaluarlo porque existe arrastre de la prueba. La soda cáustica entró en el agua y siguió su trayecto, por lo cual no sabemos si mató un millón o diez millones de peces. En este tipo de casos siempre la corriente de agua arrastra la prueba. O sea, cuando el Ministerio concurre, cinco días después, evidentemente la prueba que encuentra es una muestra de lo que sucedió. Por lo tanto, queremos saber cuáles son los métodos de evaluación del Ministerio para tener una idea de la significancia del daño. También tenemos para preguntarle al ministro cuáles son a futuro las medidas de contención que se van a tomar para evitar este tipo de acontecimientos y cuáles fueron las medidas de mitigación en este caso puntual.
El Ministerio de Ambiente aplicó una multa por este hecho, ¿qué consideración le merece el monto aplicado?
Es irrisorio. Castigar a una empresa como UPM con 40 mil dólares de multa es como decirles pueden seguir contaminando tranquilamente.
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