Al cumplirse 19 años de aquella multitudinaria manifestación, el pasado viernes 16 se llevó a cabo en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, una mesa redonda virtual en la que participaron alguno de los principales actores de aquel evento: Gonzalo Gaggero y Beatriz Costa (Federación Rural), Fernando López (Comisión Nacional de Fomento Rural), Hugo Manini (Asociación de Cultivadores de Arroz), Juan Castillo (PIT-CNT) y Pablo Villar (Asociación Nacional de Micro y Pequeñas Empresas). El Acto organizado por la presidencia de la Cámara de Representantes, fue presidido por el Diputado Alfredo Fratti.
En el año 2002, bajo una intensa lluvia, en un gigantesco acto organizado al pie del Obelisco, por la denominada “Concertación para el crecimiento”, alrededor de 100 mil manifestantes reclamaron al gobierno un “urgente” cambio de rumbo de su política económica, y la instalación de una mesa de diálogo permanente para trabajar en pos de objetivos de reactivación y desarrollo económico, y liberar al país de la “emergencia social y productiva” que lo tenía postrado.
La masiva protesta fue organizada por una treintena de entidades gremiales empresariales de diferentes sectores, a lo que se sumó el apoyo del PIT CNT.
Los rubros a que pertenecían estas organizaciones sociales estaban muy balanceados, desde la casi totalidad del sector agropecuario hasta gremiales industriales y de servicios vinculadas a la producción. Miles de uruguayos, los que arribaron en su mayoría desde distintos puntos del país a Montevideo.
En espera de respuestas quedó un grupo permanente de productores y trabajadores rurales acampando frente al Parlamento. La proclama redactada por los gremios que conforman la nueva organización, fundada cinco meses antes, fue leída por el locutor y actor de la Comedia Nacional Delfi Galbiati.
“Abrir las tranqueras a un verdadero diálogo”
Un movimiento heterogéneo que se definió como “apolítico”, que reunió a empresarios, trabajadores y productores de distinta extracción social y política, proclamó “no va más” y reclamó al gobierno un “gesto de humildad” y el reconocimiento de que este “modelo económico ha fracasado rotundamente”.
Expresó que la administración de aquel entonces en sus “esquemas neoclásicos” ya “no hay cabida para las soluciones de carácter productivo y solidario” y aseguró que de perpetuarse este “drama escandaloso” se estaba hipotecando el futuro del país.
Esta situación implicó que el Uruguay estaba “paralizado” y que estábamos “ante la crisis terminal de una concepción de país…”.
Se advirtió que era necesario, así como decía la proclama “abrir las tranqueras a un verdadero diálogo entre todos los sectores involucrados en el diseño de una estrategia de desarrollo para el país, por lo que queremos evitar… y por lo que queremos construir”.
Más adelante, se expresó que “la economía burbuja, la del permanente endeudamiento con los organismos financieros internacionales, la de las importaciones indiscriminadas, la de las desproporcionadas ganancias del sistema financiero, sin un anclaje en la vida productiva real, está agotada”.
También se reafirmó que el Uruguay “será productivo o no será” y sentenció que no se pueden producir bienes y servicios “sin políticas productivas activas, sin un proceso de democratización de las relaciones laborales que promueva organizaciones productivas dinámicas y complementadas, que posibiliten la movilización del conocimiento de nuestra gente, lo cual implica sin dudas promover las libertades sindicales y la negociación colectiva informada e inteligente”.
Como propuesta, el movimiento planteó “la creación de un ámbito para el diseño de políticas públicas relativas al trabajo y la producción nacional, pensado para definir esa estrategia de desarrollo productivo y solidario que tanta falta le hace al país”.
Y estableció, a su entender, cinco ejes, en torno de los cuales giraría el planteo para “empezar a cambiar”: reactivación del mercado interno, defensa de la producción nacional, reactivación del sector exportador, reformulación del papel del Estado, y reformulación del Mercosur.
Alfredo Fratti, que en aquel entonces era vicepresidente de la Federación Rural, abrió la oratoria señalando que es “muy significativo” que ese grupo de ciudadanos se vuelva a juntar 19 años después, y señaló que hubo personas que entonces cumplieron con un papel protagónico pero que por distintas razones no les era posible estar, aunque quisieran. En ese sentido mencionó a la Cra. Elvira Domínguez.
Le siguió en el uso de la palabra Beatriz Costa quien destacó que el acto de 2002 se llevó a cabo en “momentos muy difíciles y en una coyuntura diferente a la actual…”.
Juan Castillo, dijo que dos décadas después nuestro país vive una crisis que es sanitaria pero también social y tiene consecuencias productivas y económicas.
Las de 2002 no fueron instancias fáciles, “y para las organizaciones sindicales que participaron junto a nosotros tampoco fue fácil tener que decir frente a sus representados que esta vez la ciudad y el campo, las organizaciones gremiales productivas, la industria, el agro, la pequeña y mediana empresa, las cooperativas, el espectro social, marchaba junto por un postulado” común, pero “hay veces que los gestos, las señales, las miradas de largo aliento nos permiten construir determinadas cosas que no estaban previstas”.
“Un gobierno cerrado”
Gonzalo Gaggero dijo que en aquellos años el gobierno estaba “absolutamente cerrado”. “Surgió la idea de Hugo Manini de hacer un movimiento de concertación, me pareció extraordinario, juntamos a todas las gremiales rurales y gente de la ciudad, para buscar un diálogo nacional”.
“Cantidad de productores dejaron de serlo, cantidad de familias rurales tuvieron que vender los campos por vintenes, hasta que cambia la situación económica y vienen otros aires, pero eso dejó un objetivo de diálogo, participación, sin intereses políticos porque ahí no había banderías políticas, era un diálogo genuino y hoy rememorarlo hace a la democracia y la participación ciudadana”, reflexionó.
Fernando López dijo que el mensaje principal era ofrecer un espacio de diálogo para entre todos enfrentar esta crisis que había explotado. Se buscaba una salida en forma conjunta entre el Gobierno, los políticos y la sociedad civil organizada”.
A partir del ese día se vio “como la sociedad civil puede construir salidas en situaciones críticas”, y en esos caminos de salida está Alejando Atchugarry, “y en él también nombrar a muchos que generaron esas llaves que necesitábamos para generar el diálogo”.
Hugo Manini expresó “primero quiero felicitar al Dr. Alfredo Fratti por esta feliz iniciativa de evocar un acontecimiento que tiene notoria importancia en la historia reciente de nuestro país. Llama la atención el silencio con que fue encubierto durante los últimos años, 19 años… 15 años de un silencio absoluto, no se habló una palabra de este evento ni del movimiento que lo organizó. No tenía nada de político, vamos a dejarlo bien claro, porque así, como hubo un manto de silencio también aparece a veces una avalancha de pequeñas chicanas, de pequeños pellizcones que dicen “mira estos le hicieron de estribo a esto”.
“No quiero entrar en suspicacias, creo que acá tenemos que rescatar algo muy importante, algo que fue insólito a comienzos del siglo XXI, que venía acarreando los resabios del siglo anterior. No era un hecho para pasar desapercibido que se pudiera mancomunar la voluntad de gremiales tan diferentes, poder superar dialécticas tramposas que dividían la ciudad con el campo, la industria con el sector primario, el capital y el trabajo…”.
“La Concertación para el crecimiento fue fundada, en este Palacio Legislativo, en la sala 17 del edificio anexo, en noviembre del 2001, cuando ya era inexorable el derrumbe en que comenzaban a vivir los sectores de la producción y del trabajo…”.
“Quiero hacer mención a una palabra que se usó en forma insistente en aquel entonces que era la palabra “modelo de país”. Yo creo que sí hubo modelos, pero no puedo de ninguna manera, por sinceridad y por fidelidad a los hechos históricos, decir que hubo modelos ininterrumpidos a partir de tal fecha o de tal otra, no, hubo ciclos, y esos ciclos, paradójicamente se dan cada 18, cada 19, cada 20 años” dijo Hugo Manini.
“Nosotros habíamos salido de un ciclo tenebroso que era el de Martínez de Hoz – y sus adláteres de este lado del Río – el de la tablita, cuyo desastre no fue haberla pinchado sino haberla adoptado. Justamente a los 20 años de esto, se repite este otro colapso del país. Y justamente, ahí lo nuestro significó una luz, una esperanza, una bengala, pero no una bengala fugaz en la noche, una bengala con luminosidad persistente, porque a los pocos meses de ese abril, de esa lluviosa tarde de abril, donde los paraguas con que se cubría la multitud daban la sensación que a nuestra principal avenida (18 de julio) se le hubiera tendido un toldo policromático, desde Bulevar hasta Magallanes…”
“Sin diálogo el pueblo oriental no tiene futuro”
“El esfuerzo no fue en vano. Al poco tiempo se produce un cambio en la conducción económica. Y ahí surge una figura que quiero destacarla en el día de hoy, me refiero a Alejandro Atchugarry, que asume el Ministerio de Economía, toma la conducción económica y opta, al contrario a lo que le venía sucediendo a nuestro amigo Gonzalo Gallero, opta por recibirlo, por escuchar, por dialogar, por hablar con nosotros, con todos, cambia los parámetros de relacionamiento social y económicos. Lo que nos había llevado a ese increíble precipicio en que estábamos cayendo.
Alejandro Atchugarry es una figura providencial y devolvió la esperanza que es lo más importante. Y ya que se habló de algunos números digamos que el P.B.I. en el 2001 estaba en -3.8 y había scaido en el 2002 a -7.7 y en el 2003 subió a +0.8 para subir a +5 en el 2004 y alcanzar en enseguida a +7.5. Pero más valioso que los números fue la rápida devolución de la confianza…”, agregó Manini.
También recordó la presencia de tres intendentes blancos (de Rocha, Tacuarembó y Paysandú) en la manifestación, así como el mensaje de apoyo del Dr. Jorge Larrañaga. “Y también recordar que el ex presidente Lacalle, a las pocas horas de este evento, manifestó en el almuerzo de ADM, que “hay que formar un CIDE”, “un consejo de diálogo…”.
“La conclusión que tenemos que sacar de esta evocación después de 19 años de silencio, es que sin diálogo el pueblo oriental no tiene futuro…”, concluyó Hugo Manini.
“Uno muchas veces encuentra receptividad no necesariamente dogmática, encuentra la receptividad pragmática”
Pablo Villar manifestó “mi reflexión quiere tener como andarivel por qué necesariamente tenemos que encontrar caminos, lugares de diálogo, encuentros solamente en épocas de crisis…”
“Bien decía Hugo que participaron intendentes blancos, participó el intendente, entonces Montevideo, Mariano Arana y yo no me olvido, una vez que Irineo Riet, intendente de Rocha, fundamentó su participación y su apoyo a la Concertación para el Crecimiento y lo resumió en dos: primero, que era un movimiento liderado por organizaciones sociales que tenían que ver con lo productivo del interior de las ciudades y sus trabajadores. Y la otra fundamentación que dio es que era una organización que procuraba un encuentro, que procuraba el diálogo como una salida para los problemas que teníamos. Entonces, esas dos fundamentaciones son las que hoy nosotros tenemos que re jerarquizar y valorar…”
“Podemos empezar a pensar en los temas de desarrollo productivo, pero con una mirada desde el desarrollo humano, que no es solo de desarrollo económico. Y eso me parece que debe ser el resultado de toda esa construcción de estos años con mayores o menores licencias, yo creo que hemos continuado en este diálogo permanente de organizaciones, de instituciones, también con los partidos políticos, con los diversos partidos políticos, porque uno muchas veces encuentra receptividad no necesariamente dogmática, encuentra la receptividad pragmática y hay que explotar, digamos, todos esos andariveles de trabajo…”.
“Tenemos que rescatar esos valores, tenemos que rescatar el diálogo, tenemos que rescatar la solidaridad, tenemos que rescatar nuestro mercado interno, tenemos que rescatar instrumentos como el tema de las compras públicas. Y en eso y en la defensa de nuestro mercado interno, tiene que ver para empresarios, trabajadores, para el sector productivo, para el agro…”, finalizó Villar.
Concertación para el Crecimiento
Por Oscar A. Bottinelli
A 19 años de la Convocatoria de la Concertación para el Crecimiento y el PIT-CNT del 16 de abril de 2002, es fascinante observar muchas similitudes históricas entre aquel momento y el actual. Y también percibir algunas diferencias. Los puntos centrales de la proclama se asemejan mucho a temáticas que hoy están sobre la mesa. De esa proclama leída en El Obelisco, es interesante remarcar algunos ejes:
- El llamado a la instalación de una mesa permanente de diálogo integrada por todos los sectores de la sociedad uruguaya, a fin de encarar las cuestiones de fondo que el país deberá resolver en los próximos 30 o 40 años
- El evitar el caos y la confrontación
- El reclamo de un gesto de humildad del gobierno
- La denuncia de la primacía de la “ley del más fuerte”, proyecto que socava el tejido social
- La definición de que “no existe otra forma de existencia social que no sea sobre la base del trabajo como actividad creadora de la vida”
- El impulso a una “estrategia de desarrollo productivo”
- La situación difícil del agro y de las empresas nacionales, en particular de las pequeñas y medianas
- El desarrollo de un país solidario
- El ahogamiento que produce el endeudamiento de la gente y de las empresas
- La reactivación del mercado interno
- La reformulación del papel del Estado, potenciándolo como factor de desarrollo nacional, de respaldo del aparato productivo y como mecanismo de redistribución social de la riqueza
- La reformulación del Mercosur
Estos son algunos puntos, no todos y es posible que haya otros que debieron merecer más destaque en esta reflexión.
La Concertación para el Crecimiento surge de la convocatoria en coincidencia de organizaciones relevantes del agro como la Federación Rural, la Comisión Nacional de Fomento Rural, los cultivadores de arroz, los productores lecheros, los granjeros. Y en el mismo plano, la convergencia de organizaciones de empresas nacionales, en gran medida pequeñas y medianas, de panaderos, ferreteros, quiosqueros, autoservicios y supermercados uruguayos, farmacias, transporte, construcción, venta de carne, profesionales de los seguros. Y esas diversas convocatorias que convergen juegan una gran movilización que cuenta con el apoyo y la participación del PIT-CNT, es decir, de los trabajadores uruguayos, de los asalariados sindicalmente organizados.
Los llamados de hoy cuentan con mensajes similares de muchas organizaciones de los mismos sectores sociales y productivos, aunque no de todos los de aquella época, y además incorpora a unos cuanto sectores o agentes nuevos. Pero la diferencia más relevante en la actualidad es la visión de la necesaria participación de los partidos políticos, que asemeja los llamados de hoy a la experiencia de la Concertación Nacional Programática de 1984-85.
El momento político también es diferente, pues hace dos décadas se percibía la llegada de un relevante cambio político institucional en el país, y hoy ocurre cuando ese ciclo histórico se ha agotado. Y también cuanto resurgen problemas similares a los que generaron aquella protesta, en un contexto diferente. Y entre la llegada y el agotamiento de aquel ciclo histórico, se observa cómo en su desarrollo surgieron contradicciones de fondo, de modelo, entre quienes convergieron dos décadas atrás. Sin duda entre ambos momentos hay una diferencia de fondo que es la imposibilidad actual de movilización y el golpe generalizado, en lo económico, lo social y lo sanitario, que provoca la pandemia.
Lo que parece incambiado es el afloramiento de visiones distintas y hasta opuestas en el país sobre el diagnóstico de la situación y las políticas a ser encaradas.
Surge con nitidez cómo en momentos críticos de la vida de la sociedad uruguaya, hubo y hay convocatorias y propuestas para intentar una salida consensuada y una construcción de modelo de país, sino entre todos, sí entre los más, como puente entre ideologías políticas y visiones sociales diferentes. Lo fueron la Proclama del Obelisco de 1983 leída con gran emoción por aquel Señor del escenario que fue Alberto Candeau, La Concertación Nacional Programática en 1984 y 85, la Concertación para el Crecimiento y la convocatoria del Obelisco de 2002. Hay que ver qué cuaja en esta nueva crisis de 2020/2021.
El venerado inversor
por J. Walter Pangallo*
Sr. Director:
Días pasados se recordó en el ámbito parlamentario la multitudinaria movilización organizada el 16 de abril de 2002 en el Obelisco, convocada por 36 gremiales empresariales, que se agruparon en un movimiento denominado Concertación para el Crecimiento que contó con el apoyo de la central obrera PIT CNT, para prganizar la convocatoria al acto del 16 de abril.
Días pasados la Presidencia de la Cámara de Diputados fue quien realizó el encuentro vía zoom con algunas de las figuras protagónicas de ese evento.
Mi familia y yo participamos en esa entusiasta movida social que juntó a más de cien mil personas, donde se reclamaba con serena organización un cambio en la política económica de aquel entonces, que junto a la explosión del modelo argentino de convertibilidad (1 peso= 1 dólar) nos tuvo también a nosotros a mal traer.
Uno de los slogans convocantes más repetido en aqeulla ocasión fué “de espalda a la producción nacional” y “por un país productivo”.
Dos años después la ciudadanía opera un cambio electoral y gana en primera vuelta (por más del 50% de los votos) el Frente Amplio con el Dr. Vázquez a la cabeza.
Estaba tan fresca esta importante movida social, que aunque fué apoyada por todos los partidos políticos, igual creímos que los nuevos gobernantes iban a direccionar la nave de nuestro estado a un rumbo acorde con aquel sonoro clamor popular.
Nunca nos imaginamos que en esos 15 años se produciría la mayor extranjerización de la tierra a la par que la mayor concentración de la misma. Y ni que hablar de la lenta agonía de la clase media rural a la cual la conducción económica observaba impavida, sin ofrecer ninguna solución.
Aún conservamos el recorte de la prensa de aquel entonces, que reprodujo la proclama de las gremiales y que leyó un locutor profesional. En uno de sus pasajes dice:
“¿De qué inversión está preocupado el equipo económico? Evidentemente no de la inversión productiva, donde cada vez son más los inversores nacionales que se quedan por el camino. Se trata de la inversión especulativa, de la venta de bonos del tesoro y de préstamos para cubrir el enorme agujero producido por este modelo económico. De espaldas a la producción nacional y vestidos de gala para atraer al venerado inversor internacional se quedaron sin visita, mientras asistían impávidos a la agonía del auténtico inversor nacional y de nuestros trabajadores. No es que no nos preocupe el “grado inversor” que refleja – a pesar de las posibles arbitrariedades de las calificadoras internacionales -, la imagen de nuestro país en los circuitos financieros mundiales. Pero lo que está quedando demostrado es que sin el crecimiento y el desarrollo de una economía real, anclada en la producción, son efímeras las preocupaciones del gobierno por cautivar a los inversores. La economía burbuja, la del permanente endeudamiento con los organismos financieros internacionales, la de las importaciones indiscriminadas, la de las desproporcionadas ganancias del sistema financiero, sin un anclaje en la vida productiva real, está agotada…”
¡Cualquier parecido con la realidad del legado que nos dejaron después de quince años de gobierno, es mera casualidad!
* Participante de una de las 36 organizaciones que conformaban la Concertación para el Crecimiento
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