El senador nacionalista Jorge Gandini mantiene su postura de no votar la Rendición de Cuentas del último gobierno del Frente Amplio y señala que el déficit del gobierno central más BPS, Banco Central y empresas públicas superó en 2019 los 2.800 millones de dólares.
¿Cuáles son las características de esta Rendición de Cuentas, que es la primera en 15 años que podría no ser votada por la mayoría del parlamento?
Analizaremos la rendición de 2019 que el gobierno remite como proyecto de ley, con la propuesta de aprobar esas cuentas públicas. Se establece un déficit presupuestal del gobierno central de 1.800 millones de dólares y sumado el déficit del Banco Central, las empresas públicas y BPS, supera los 2.800 millones de dólares, o sea más de 5 puntos del PIB. Mi primera visión y a título personal es que no se puede aprobar las cuentas públicas de un ejercicio que estuvo tan desviado de las proyecciones que el último gobierno del Frente Amplio hizo en 2018.
¿Dónde se encuentran mayormente esos desvíos?
En el año 2018 se autorizaron las cuentas públicas para 2019 donde la previsión corregida por el gobierno era de un déficit del 3% del PIB y terminó en el 5%. También se decía que la inflación iba a estar dentro del rango meta y lo superó, y el desempleo lo fijaban en 9% y fue 11%. Creció también el endeudamiento de manera tal que en 2019 superó el tope autorizado por ley. A esto se sumó que cayó el consumo y la inversión.
El resultado de todo esto es que el país en el primer trimestre de este año ingresó en recesión por el estancamiento de los trimestres anteriores. Es decir que tomamos una situación económica muy desfavorable para el país, pero además todo muy alejado de las proyecciones del gobierno anterior. Por lo tanto, desde el punto de vista de la macroeconomía no encuentro razones para aprobar estas cuentas públicas.
A esto se suman algunas variables económicas financieras que acompañan la rendición de cuentas y que son de resultados en materia social. Durante el 2019 se perdieron 10 mil empleos más, hubo 25 mil pobres más que en 2018, sumado a ineficiencias de los gastos en organismos del Estado. Creo que deberíamos mantener la actitud que tuvimos cuando se votaron las rendiciones de 2015, 2016, 2017 y 2018 a las que les dimos un voto negativo, precisamente por los desvíos que tuvieron. Por lo tanto deberíamos rechazar la Rendición de Cuentas de 2019.
¿Y qué efectos tendría en la práctica una decisión de este tipo, o sea que el parlamento no la apruebe?
No tiene ningún resultado jurídico. No existe responsabilidad emergente para los gobernantes que salieron. Pero sí permite un cuestionamiento político y es además la forma que tenemos de pasarle raya a la gestión del gobierno pasado y establecer con claridad cómo recibimos los números públicos cuando se inició la administración.
Es decir, se reciben los datos concretos para no tener que hacernos cargo de lo que no nos corresponde. También tener claro cuál es el punto de partida para la elaboración del presupuesto quinquenal, cosa que ya empezamos a hacer en el Ejecutivo para que el Parlamento comience a discutirlo desde el 1 de setiembre.
“Tomamos una situación económica muy desfavorable para el país, pero además todo muy alejado de las proyecciones del gobierno anterior”
Por las conversaciones con sus colegas del partido y de la coalición, ¿cómo ve las posiciones sobre si votar o no la Rendición de Cuentas?
No he encontrado un solo legislador de la coalición que me dé argumentos para votar a favor. No se ha discutido, pero nadie da un argumento favorable desde el punto de vista económico y político para votar a favor esta Rendición de Cuentas. Sí lo he escuchado desde el Frente Amplio, que se debe votar positivamente, lo que me confirma que no debemos votarla.
Creo que el gobierno nos manda algo que es formal. O sea, aprueba la rendición, pero en la exposición de motivos es muy crítico y duro con los números recibidos. Nosotros somos otro poder del Estado que no tenemos por qué cumplir con los requisitos formales.
¿Cuáles son las bases principales del presupuesto?
El presupuesto no nace de la nada, nace de una realidad. Y esa realidad que nos dejaron es a la que hay que sumarle todos los efectos de la pandemia. No podríamos explicar las bases con las que iniciamos el presupuesto nacional si no consideramos el país que nos dejaron. Hay que elaborar un presupuesto basado en supuestos, y estos están condicionados por lo que viene de la gestión anterior. No obstante, esta será una buena oportunidad para dar un debate político sobre el país que nos dejó el Frente Amplio.
¿Cómo se está planteando el presupuesto para los próximos 5 años?
La Constitución establece que el presupuesto es quinquenal, pero se planifica y se autorizan los gastos para cada uno de esos años. El presupuesto que entra a regir el 1 de enero de 2011 va a ser muy austero y cuidado, porque las dos variables fundamentales agrandan la brecha.
Vamos a tener mayores gastos por efecto de la emergencia sanitaria, que deja problemas sociales que hay que atender prioritariamente, gastos en salud más allá de los que teníamos y mayores transferencias al Banco de Previsión Social.
Por otra parte, en los ingresos hay un deterioro porque menos gente trabajando es menos IRPF recaudado, menos actividad económica es menos recaudación de la DGI, más gente en el seguro de desempleo son mayores egresos del BPS y menos ingresos por aportes patronales y laborales.
Ya sabemos que ese déficit que dejaron de 5% del PIB va a aumentar, es imposible que disminuya y nos tenemos que hacer cargo en 2021 de atender las prioridades sociales primero que nada. Podremos postergar otras cosas, pero no las prioridades sociales. Debemos también generar respuesta y canalizar recursos hacia la reactivación económica, que es la que luego genera empleo y desde allí, consumo para recaudar más IVA y aportes al BPS. Esto nos va a obligar a tomar decisiones complejas en otras áreas de la administración pública.
¿Y cómo ve las perspectivas para 2022?
Para ese año vamos a tener un crecimiento importante en materia económica. El manejo que hemos hecho de la crisis sanitaria, económica y social nos ha generado una gran ventana de oportunidades que puede traerle al país acuerdos comerciales, llegada de inversiones y mayor actividad económica por la llegada de residencias físicas y fiscales. Esto no va a rendir en 2021 para compensar las caídas de este año, pero creo que a partir del año siguiente sí. Es por esto que el presupuesto se debe hacer con ese criterio, o sea quinquenal, pero diferenciando cada uno de los años.
Usted participó recientemente de una reunión de camaradería con integrantes del equipo económico. Si bien no se trataron temas específicos ¿con qué ánimo salió de la misma?
Me fui con la idea que el gobierno está muy concentrado con la mirada en el presente para atender la emergencia que se va generando por el covid-19, pero también con un ojo en el horizonte, trabajando en el día después. Hoy tenemos problemas pero vamos mirando cómo se van abriendo las distintas actividades económicas y qué decisiones se toman para tener un efecto inmediato y notorio.
Particularmente el gobierno está muy preocupado por generar empleo, y se buscan medidas para que se mantenga la mayor cantidad de empleo posible y se generen nuevos puestos laborales. Esa es la mejor política social, no la de las transferencias de rentas básicas o canastas, que se debe hacer cuando es necesario; pero lo mejor es el puesto de trabajo formal para aquellos que quieran trabajar.
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