Este miércoles 5 de junio se presenta en la Universidad Católica el libro El Uruguay ambiental, escrito por el viceministro de Ambiente, Gerardo Amarilla. En este marco, el jerarca conversó con La Mañana acerca de los objetivos de esta publicación y la evolución de la legislación en la materia, así como lo que todavía falta por hacer y los principales desafíos a futuro.
¿Qué lo motivó a publicar este libro y cuáles son sus principales contenidos?
Hacía tiempo que venía pensando que precisábamos registrar en un lugar de público acceso toda la normativa ambiental vigente en el país, que no es tanta, pero está dispersa. Yo doy clases en Facultad de Ciencias desde hace muchos años, la materia Marco Legal Ambiental, para estudiantes que no tienen mucho conocimiento de derecho y, básicamente, les recomiendo fotocopias o libros viejos, y este libro me puede ayudar en las clases. También había que consignar lo que ha sido la evolución institucional de lo ambiental desde la creación del Instituto de Protección Ambiental del Ministerio de Educación y Cultura a principios de los 70, pasando por la Dirección Nacional de Medio Ambiente [Dinama] en el 90, hasta la creación del Ministerio de Ambiente en el 2020. Además, me parecía importante analizar los desafíos de la gestión del Ministerio. En 2021 empezamos a hablar de las políticas que íbamos a llevar adelante y la idea era dejar asentado cuál había sido el pensamiento sobre residuos, aguas, aguas subterráneas, áreas protegidas, la relación del Ministerio con otras dependencias, la certificación ambiental de la producción nacional, el hidrógeno y las cosas que faltarían: los delitos ambientales. Por último, le pedí a un grupo de jóvenes de diferentes organizaciones de la sociedad civil que trabajan en residuos, cambio climático, áreas protegidas, entre otros asuntos, que dieran su visión sobre la actualidad del tema ambiental en Uruguay y qué piensan para su futuro.
¿Cómo ha evolucionado la legislación en la materia en los últimos años?
La legislación ambiental de Uruguay es buena. Tal vez tengamos alguna dificultad, sobre todo, en los trámites que hay en la administración, pero eso no es algo específico del tema ambiental, sino que Uruguay tiene un exceso de burocracia y eso no ayuda a resolver los problemas de fondo. La legislación, en general, está bien, aunque falta legislación penal y a esta altura es importante avanzar en eso.
¿Por qué?
Porque no tener delitos ambientales en Uruguay, a diferencia de lo que pasa en Argentina, en Chile, en Brasil, en Paraguay, en toda Europa, conspira contra una defensa efectiva del ambiente, en primer lugar, porque puede alentar a que las empresas grandes incluyan las multas ambientales dentro de su estructura de costos, es decir, que no les importe seguir contaminando si pueden absorber las multas con las ganancias. Por otro lado, si logramos consagrar los delitos ambientales, a través de la Policía, la Fiscalía, el Poder Judicial, ganaremos una cantidad de socios en la protección del ambiente que van a operar en la persecución de las infracciones de ese tipo. De esa manera, vamos a tener toda una estructura del Estado que va a contribuir con nosotros en ese sentido.
¿Por qué cree que no se ha avanzado en la legislación en relación con los delitos ambientales?
Habría que preguntarle a la Comisión de Constitución, Códigos y Legislación de la Cámara de Diputados. En el Senado se aprobó el proyecto a principios de 2023 y estuvimos esperando que la discusión avanzara en Diputados, pero por otros temas que aparecieron en la agenda no se ha hecho. Yo fui hace un mes a la comisión y hablé sobre el tema. Hay legisladores que piensan que hay que modificar el proyecto, que en algunos temas es muy liviano, y yo planteé que es preferible votarlo como está y que en el período que viene discutamos sobre modificar y mejorar los delitos ambientales, y no que sigamos discutiendo si hay que tener delitos ambientales o no. Si Diputados lo modifica y vuelve al Senado, probablemente no salga en este período. Eduardo Lust, que es crítico porque le parece muy liviano, creo que me dio la razón en ese aspecto.
¿Cuáles son los mayores desafíos en materia ambiental para el país?
Tenemos que aterrizar rápidamente algún proyecto que impacte de forma muy contundente en la valorización de residuos. Todavía tenemos un muy bajo porcentaje de reciclaje en el país y, si bien hay esfuerzos valorables con algunos materiales donde hay cadenas de circuitos verdes que ayudan, estamos muy lejos de una recuperación interesante. Precisamos que las empresas encaren esa valorización de residuos y que eso tenga un rédito económico.
El otro desafío tiene que ver con mejorar la gestión del agua tanto superficial como subterránea, para lo cual es necesario invertir en tecnología, en riego, tener mejores estudios y trabajar en la reutilización de agua, área en la que Uruguay tiene muy poca experiencia.
El hidrógeno verde supone un gran desafío como desarrollo de tecnología, de inversión, pero más que nada el tener un país que deje de ser importador para transformarse en exportador de combustibles certificados verdes y de fertilizantes verdes implicaría para Uruguay una revolución económica y productiva.
La protección de la biodiversidad marina es otro desafío. Allí hemos estado avanzando en un área protegida marina que está bastante cerca de ser aprobada, que es Isla de Lobos y su entorno, pero en el próximo período tenemos que trabajar más en este tema.
¿Cuáles son los principales hitos de consenso social en el área ambiental?
La creación del Ministerio es un tema que nos ha unido a todos los uruguayos y a todo el sistema político, o sea, el hecho de que le demos jerarquía a la temática ambiental tuvo el consenso de las fuerzas políticas, con discursos, incluso de la oposición, de tener más competencias y más recursos. En mi experiencia parlamentaria pocas veces vi un consenso tan firme y cerrado frente a un tema. Después, algunas herramientas como la Ley de Impacto Ambiental o las áreas protegidas tienen especial apoyo y consenso de la sociedad, así como el cuidado de la costa, que es algo muy sensible. Hay una conciencia de la sociedad uruguaya de que hay lugares que se tienen que preservar. También hay que resaltar el aumento de las denuncias penales que hace la gente, que te va dando la pauta del crecimiento de la conciencia ambiental que existe en Uruguay.
¿Qué reflexión hace en este Día Mundial del Medio Ambiente y cuál es la importancia de su conmemoración para el país?
Lo que vivimos en los últimos dos años, donde pasamos de una de las sequías más grandes de la historia del país a un exceso de agua en determinadas zonas, que ha afectado no solamente la economía y la producción, sino también las viviendas de las personas, nos está advirtiendo que estamos ante una vulnerabilidad climática que nos afecta. Estas situaciones pasaron a estar en la agenda pública todos los días con efectos importantes en nuestra vida cotidiana. En ese sentido, como ciudadanos tenemos una responsabilidad en cómo vivimos, cómo consumimos, cómo cuidamos el ambiente, cómo nos comportamos con los residuos y con los recursos naturales. Este Día del Medio Ambiente nos recuerda que como sociedad tenemos que avanzar en asumir esas responsabilidades.
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