En los últimos días medios de prensa internacionales dieron a conocer –en base a un informe publicado por la página web OpenDemocracy– una triste realidad que se vive en Uruguay desde hace 30 años sin que sucesivos gobiernos democráticos hayan tenido la intención de resolver: la de personas desaparecidas o “en ausencia”.
En lo que va del año, la página web del Ministerio del Interior registra una cifra superior a 150 personas, con un número importante de personas del sexo femenino.
Lic. Robert Parrado: “La información debe estar a la vista de la ciudadanía”
Es comisario retirado, psicólogo y fue integrante del Ministerio del Interior. Desde hace un cuarto de siglo lleva un registro minucioso de las personas desaparecidas en democracia, además de haber presentado proyectos para lograr avanzar en la búsqueda de respuestas para las familias afectadas.
En entrevista concedida a La Mañana, Parrado hizo un repaso pormenorizado de la situación.
A pesar de no estar vinculado a la función pública, ¿continúa trabajando en la búsqueda de respuestas?
A nivel del ejercicio libre de la profesión, sí. En el 2001 las jerarquías del Ministerio del Interior nos solicitan que nos instalemos en Maldonado en donde existen muchos casos que aún no están resueltos. Existieron varios hechos de los cuales nosotros fuimos partícipes en donde le proponemos a quien en ese momento era ministro del Interior, Daniel Borrelli, de subir la apuesta, crear el registro de personas desaparecidas lo cual fue muy bien recibido por él. En ese momento éramos cuatro personas, ya que las acciones primarias eran muy deficientes, colocamos personas ausentes porque “personas desaparecidas” tienen otra connotación. Los ausentes están vinculados a los desaparecidos más allá de las aclaraciones hechas. Lamentablemente es hablar de lo mismo. A veces, cuando nos hacen consultas, cuando hablan las autoridades, quisimos parar muchas acciones para tratar estos temas, quisimos corregir muchas cuestiones. Con mucho cariño puse lo mejor de mí, pero tuvimos que decir hasta acá llegamos.
El diario El País de Madrid publicó una materia haciendo referencia a la situación. ¿Tomaste conocimiento?
La leí, incluso una de las personas salió en medios de prensa, escuché muchas cosas que realmente duelen.
En situaciones tan complejas, ¿cuánto se denuncia y cuanto se deja pasar?
Hay cuestiones básicas que no deberían repetirse. Las denuncias se deben tomar de forma inmediata, la teoría norteamericana habla de una milla por minuto respecto a la posibilidad de salida. Esto está pensado para niños que pueden ser secuestrados. Hubo resultados muy positivos con España. En Uruguay existieron tramas legales que se develaron como fachadas, demostrando que muchas personas ausentes salen del país por vía legal sin saber su destino real.
Se habló mucho de implementar sistemas de reconocimiento, ¿se pudo avanzar?
Eso no lo pudimos cristalizar, aunque ya lo teníamos coordinado; lo planteamos, estaba en carpeta. Lo que te puedo decir que hicimos es dejar una página web para que las personas no tengan que perder el tiempo pensando en un modelo de búsqueda, con modelo y datos que se consideran necesarios; eso está pronto, lo tiene el Ministerio armado. Esto estaba pronto, habíamos realizado comunicaciones con el INAU, para actualizar este protocolo. No pudimos concretar esto por las razones mencionadas. Se elaboró un sistema para edades más avanzadas de la infancia, tenía un costo importante para nuestro país, pero valía la pena, rondaba US$ 100.000. Lo que sí tiene es la página mencionada.
Hubo casos emblemáticos como el de Ignacio Susaeta. ¿Cómo se entiende que con el paso de los años no surgieran novedades?
No, no existieron novedades. Salieron programas sobre el tema, pudimos reflejar la tristeza de los familiares, sin saber qué pasó. La confusión de no saber si la persona está viva realmente es muy difícil. Esta información tiene que estar a la vista de toda la ciudadanía. Hoy el Ministerio está en condiciones de colocar imágenes envejecidas de las personas para proyectar, pero, por razones que desconocemos, no lo hace.
Es difícil entender que cuando se analizan casos ocurridos hace 50 años no se investigue lo sucedido hace 5 años. ¿Las razones?
Hay falta de sensibilidad, no entra en el rango de visualización política para que sea relevante. Había ideas que fueron presentadas por un legislador de Florida basado en el programa ÁMBAR, pero necesitamos que avance. También se presentó la idea de una comisión, también de la diputada Reisch. Creo que debemos pensar en algo único.
¿Las comisiones parlamentarias aceleran o demoran este tipo de propuesta?
La voluntad de la gente marca muchas cosas, cada uno en su año, en su terror ha solicitado que se visibilice el tema. Debe haber un compromiso de quien gestiona; no debemos dejar a la mano de un mero dato las acciones a tomar porque insume tiempo. Cuando me fui del Ministerio del Interior no se sabía dónde mandar a las personas que estaban a mi cargo.
¿Qué se necesita para llevar adelante esta tarea?
Requiere especialización. Voy a ser sincero en esto, no es un tema solo para la policía, requiere una mirada profesional, la dinámica de trabajo nos lleva a otros lugares. Había psicólogos en nuestros equipos de trabajo además de otros profesionales.
¿Es real que exista en las familias el temor de saber la verdad?
Es entendible ya que es un duelo sin serlo. La no certeza de saber si está vivo o muerto marca. Debemos entender que puede haber un contacto emocional lo que implica saber si una persona está bien o mal, hay que pensar que la ausencia es la desaparición de una persona sin comunicar la voluntad de hacerlo. En la trata de personas se ha visto, por ejemplo, que se detiene a la persona como si comete el delito. Una persona que va a Europa pensando que trabaja se hunde en la peor de las vidas, la persona termina siendo un delincuente cuando en realidad fue víctima, hay que cruzar información y pensar en que es una víctima ya que podemos ver en el horizonte una respuesta algo más concreta. Tuve observaciones de varios compañeros por crear esta unidad, ha habido casos en donde gracias al trabajo encontramos a personas vivas.
Con el narcotráfico hemos visto muertes en lugares poco “santos” pero todas estas conclusiones a las que llego es a base de información. Voy a un ejemplo, en Canelones una chica aparece muerta vinculada a lo referido y las autoridades del momento mencionadas dicen “ahora sí tenemos un hecho grave”. Natalia Martínez, Lola Chomnalez fueron hechos que tomaron relevancia cuando aparecen sus cuerpos. Natalia Martínez fue el primer caso en donde pudimos aplicar lo que debíamos hacer, la clave era encontrar a la persona. Muchas son las motivaciones que generan esto, cada familia es un mundo.
Una chiquilina, por ejemplo, nos hace una denuncia sobre la desaparición de una persona, pero no nos dice la información con exactitud ya que tenía miedo de que se descubriera que trabajaba como doméstica en negro y era menor de edad, en esas cosas debemos ayudar. Cuando se pide el ADN de los familiares incorporamos preguntas como el reconocimiento de hijos extramatrimoniales, ya que resulta importante porque si no podemos encontrar resultados que no entenderíamos porque no se vinculan.
¿Te mantienes activo con los ciclos de charla en diferentes instituciones?
Sí y sigo haciéndolo porque creo que estamos en un punto de no retorno y debemos aportar de la manera que sea necesaria.
¿Cómo ves el momento actual?
Analizamos algunas cosas desde el punto humano, por ejemplo, una rapiña. Si comunico que fui víctima del delito, yo directamente, pero los demás viven mi preocupación, incrementamos penas lo cual me parece político ya que hablamos de que las penas tienen un criterio arbitrario. Hay personas que mencionan deficiencias en el sistema penal lo cual reduce las penas. Hay que hacerse preguntas como: ¿a todos se les hace autopsia? Hemos hecho procedimientos para realizar estudios con el objetivo de identificar personas. Hay que hacer estas cosas porque no podemos hablar sin saber. Yo soy crítico, pero jamás pediría la renuncia de ninguna autoridad; debemos trabajar.
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