Guillermo Franchi considera que “los verdaderos oligarcas de Uruguay son los políticos”. El exintegrante de Un Solo Uruguay y actual presidenciable por el Partido por los Cambios Necesarios, dialogó con La Mañana y se muestra convencido de que los problemas del país se solucionan con “una gran reforma del Estado”.
¿Qué expectativa tiene sobre la votación, siendo este un partido nuevo?
Es muy difícil de evaluar en la previa. Tenemos una lista única, la 2018 a nivel nacional, y en cada departamento los candidatos a diputados. Creo que lo que más puede ser que nos juegue en contra es la limitante de recursos económicos. En política uno dice “buen día” y tiene que poner plata. Todo se cobra. Ahí tenemos competidores que nos llevan varios cuerpos de ventajas. Por lo tanto, no me animo a decir qué vemos en materia de votos. Pero para nosotros, el desafío enorme que tenemos es explicarle a la gente nuestra propuesta de gobierno y que la entiendan. Que entiendan dónde está la falla del sistema y por qué Uruguay es tan caro y, sobre todo, qué es lo que verdaderamente se puede arreglar en este país sin demasiado drama y sin ninguna revolución interna.
Se deben ajustar los beneficios y la cantidad de puestos políticos que hay dentro del gobierno, ya sea en todos los organismos, institutos, servicios descentralizados, empresas públicas, etcétera. Lo que queremos es ajustar eso para realmente llevar un alivio al ciudadano uruguayo en el costo de vida y en el costo de producción. Si logramos hacer entender que la macroeconomía está directamente relacionada con lo que le pasa en el bolsillo a todo aquel que trabaja en este país, creo que ahí tenemos una gran posibilidad de andar muy bien en la elección. Pero va a depender de cómo le expliquemos y del deseo de la gente de realmente cambiar de una vez por todas y no seguir campaña tras campaña electoral prometiendo la reforma del Estado, como viene pasando desde hace más de 30 años.
¿Ese sería para ustedes el tema central: una gran reforma del Estado?
Es así porque ahí está la gran falla de este país. El gasto público es absolutamente ridículo por lo grande, pero además está muy mal ejecutado. Entonces el primer punto, para solucionar los problemas de salud, educación, seguridad, trabajo, competitividad y el resto de los problemas que tenemos es terminar con el déficit fiscal y para terminarlo hay que hacer una reforma del Estado. Y eso pasa por la eliminación de dos terceras partes de los más de 20.000 puestos dentro del Estado que son por cuota política y puestos a dedo. Eso es lo que tenemos que arreglar como primera medida, pero no quita que hay indudablemente otros temas de preocupación que claramente están planteados en el programa de gobierno.
Dentro de las recorridas que usted tiene por el interior ¿cuáles son los principales problemas que ha observado?
Indudablemente que cuanto más se aleja del área metropolitana se ve el centralismo de Uruguay, con la falta de infraestructura y de servicios. Si va al norte y llega a Artigas le van a decir: “Acá absolutamente nos abandonaron”. Usted va a Salto y le dicen que la infraestructura es un desastre y le señalan: “Acá no se arregla ni una ruta”, lo mismo en Paysandú, donde los servicios del Estado, en calidad y en cantidad, no son acordes a la población. En Rivera vemos la falta de competencias del Estado en el desarrollo del empleo. Artigas y Rivera tienen el 50% de la población trabajando en negro. Cuando empieza a caminar hacia el norte, el Estado falta. Pero a la población de Bella Unión el Estado le cobra impuestos nacionales como al que vive en Pocitos. El centralismo que tiene este país es aberrante, es lamentable. Se trata de un pensamiento por el cual está Montevideo y el resto del Uruguay que se revuelva como pueda, o con lo que le llega. Trabajamos durante seis años desde lo social, en el territorio, y se observa que cuando se empieza a alejar de Montevideo, kilómetro a kilómetro se empiezan a ver las deficiencias y la falta de servicios. Y el costo personal crece, ya sea en los traslados o la parte médica. Debemos tener en cuenta que solo el 12% de los médicos de este país están del río Negro hacia el norte, el 88% restante está en el sur.
El tema del centralismo es algo histórico, ¿a qué lo atribuye?
Esto lo describe perfectamente el licenciado en historia Óscar Padrón Favre. Señala que cuando nos independizamos como colonia, el gobierno, por más que ya no era parte de la corona española, siguió exactamente el mismo modelo de los españoles. O sea, la ciudad puerto Montevideo siendo el eje y todo el resto del interior aportando hacia la ciudad puerto. No ha variado nada. Han pasado todos los partidos, pero no cambió nada en esa concepción. Pueden decir que hay desarrollo universitario en el interior con la Universidad de la República y están las UTEC, universidades tecnológicas con tecnicaturas en algunas materias. Pero no tiene ninguna lógica que en un país que la distancia más larga son 630 kilómetros, una persona que vive en Bella Unión por más brillante que sea, se tiene que terminar trasladando a Montevideo para poder desarrollar la carrera de Ingeniería y es peor, ya que ni siquiera puede hacer el bachillerato de ingeniería en Artigas o en Bella Unión. Por esa razón estamos limitando a mucha gente, por una cuestión de no descentralizar este país.
¿Qué hace el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca en Montevideo, o el de Turismo o el de Industria, Energía y Minería? ¿Qué hace la sede del Instituto Nacional de Colonización en Ciudad Vieja? Descentralizar es sacar eso de la capital y llevar 300 o 400 sueldos de calidad, por ejemplo, a Durazno, Trinidad, Paso los Toros o a Melo, y también la gestión para estar más cerca del productor. Pero seguimos con la misma lógica de tener todo, absolutamente todo, concentrado. No hay que olvidar que el 48% de los sueldos que se pagan en el Montevideo, los paga el Estado. La mitad de la gente que vive en Montevideo depende de un sueldo del Estado. Ahora venga a Paysandú y dígame cuánta gente cobra un salario del Estado.
Pero el tema que usted plantea, reforma y descentralización, no está en la agenda de la discusión política en esta campaña.
El sistema político no discute nada, ya que los verdaderos oligarcas de Uruguay son los políticos. Esto lo digo porque a nosotros nos decían que éramos oligarcas con nuestro movimiento de productores rurales. Muchos de los políticos que vemos hoy día son exactamente los mismos desde el retorno a la democracia en 1984. Algunos están hace 40 años con un sueldo del Poder Legislativo. Acá cambian los pelos del gobierno, pero las personas no cambian. Lo que cambian son las figuritas, o sea, quiénes están en los cargos que ganan 15 y quiénes están en los cargos que ganan 8. Sea coalición de izquierda o coalición de derecha, siempre son los mismos. Y además se agrandan, se incorporan cada vez más.
De la política no se va nadie, salvo que se mueran. La política para algunos se ha transformado en un excepcional medio de vida, prácticamente inamovible, casi como lo que marca la Constitución de la inamovilidad para el funcionario público. Para los políticos es básicamente lo mismo. Siempre les va a tocar algo, porque por cuota, ya sea arrimando 5, 25 o 5000 votos, van a tener la chance de estar en esa inmensa maraña de organismos públicos que no tienen sentido. Como ejemplo, Mevir, que cumple una función quintuplicada. Está el Ministerio de Vivienda, la Agencia Nacional de Vivienda, el BPS y el Banco Hipotecario. Y Mevir que también da soluciones habitacionales con un directorio de 10 miembros por designación política.
¿Qué opina sobre el gasto del Estado?
Este año para funcionar se necesitan 24 mil millones de dólares. Eso es 18 veces lo que dejan en efectivo los turistas que vienen durante un año a Uruguay. Me explico de otra manera. Para que el gobierno subsista un año, tiene que apropiarse durante 18 años consecutivos de todos los dólares que dejan los turistas que llegan al país. Hay más de 20.000 puestos en el gobierno, designados “a dedo” en un país que tiene 1200 productores de leche. Hay un político cada dos productores agropecuarios. Estamos todos locos, o sea, se desmadró. Y seguimos incrementando. Tenemos el tercer nivel de gobierno, las alcaldías. Cuando asumió este gobierno había 112, ahora hay 125, se crearon 13. En la Ley de Presupuesto de este gobierno se generaron 13 direcciones de género y una de ellas (recordemos que la ley se aprobó en pandemia) fue para el Ministerio de Turismo, el sector más castigado en ese momento. Se creó el Ministerio de Ambiente cuando la Dirección Nacional del Medio Ambiente funcionaba exactamente, o mejor que ahora, pero con mucho menos costos. Ahora se plantea por parte del Frente Amplio que ya no alcanza con el tercer nivel de gobierno, quieren el cuarto: quieren gobiernos a nivel barrial y además entre los partidos hay acuerdo de generar el Ministerio de Justicia. O sea, esto de crear cargos políticos no va a terminar nunca. Y parece que la gente no entiende que los políticos le están robando la plata. Porque para pagar todo eso, la plata sale del bolsillo del que se levanta a las 4 de la mañana para ir a abrir el almacén y se acuesta a las 11 de la noche.
Vista estas definiciones, ¿qué son para usted los partidos políticos existentes o que ya tienen una trayectoria histórica?
Son una agencia de colocación de amigos. Para mí en lo personal y para toda la gente que me acompaña en este partido, es una obligación moral poner a disposición del ciudadano una propuesta de gobierno que vaya contra todo eso.
¿Estima que estos planteos sobre el funcionamiento del Estado se podrán discutir en alguna campaña política, como un tema central?
Creo que se debe discutir en esta y si no es así seguiremos insistiendo en la que viene. Se debe entender lo que ha pasado con Uruguay. Cuando termina la Segunda Guerra Mundial, nuestra posición social, industrial y productiva era exactamente la misma de Nueva Zelanda. Miremos dónde está Nueva Zelanda ahora y dónde estamos nosotros. ¿Por qué Nueva Zelanda avanza, es primer mundo y produce lo mismo que nosotros? Son los mismos productos, pero los coloca 10 veces mejor, ya que tiene acuerdos comerciales y tratados de libre comercio con todos los países del mundo. Ellos tuvieron una reforma del Estado porque en un momento se dieron cuenta de que había que terminar con ese pseudo socialismo de discutir que todos tenemos que ser iguales y sacarles siempre al que se puede desarrollar para subsidiar al que no hace nada. Esa lógica en algún momento explota y acá lo que le puedo decir es que hoy estamos en una posición para poder revertirlo por las buenas. Pero si no, como ya nos pasó en el 1982, en el 2002 o en el 2008, serán los propios mercados y factores externos incontrolables los que nos van a ajustar. El problema es que los ajustes caen siempre sobre el ciudadano, resumido en el famoso ajuste fiscal, que es para la gente, nunca para el sistema político. Los responsables de que hoy estemos en la situación que estamos y seamos cada vez más tercermundistas claramente son los partidos políticos y los gobiernos que han pasado. En algún momento no solo se va a discutir, sino que va a explotar en la cara como ha explotado algunas otras veces.
¿Cómo observa en este panorama el desarrollo empresarial, teniendo en cuenta la estructura del país?
En Uruguay de las más de 200 mil empresas que hay, el 99,5% son micro, pequeñas y medianas empresas. Si pasa algo, ¿se piensa que las multinacionales que llegan con grandes beneficios se verán afectadas? Ojalá pudiera debatir con Yamandú Orsi, Álvaro Delgado u Andrés Ojeda sobre estos temas, pero no quieren. La comodidad de la clase política pasa, por otro lado, y los lleva a centrarse en Charles Carrera, si le quitan o no los fueros, o cuánto va a estar preso Penadés, o el pasaporte a Marset. Acá se discute cualquier banalidad, pero los temas que golpean a la gente directamente no se tratan.
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