Juan José Arteaga, es doctor en Historia de América y fue embajador de Uruguay en Perú y Venezuela, así como director general para Asuntos políticos del Ministerio de Relaciones Exteriores. En una charla con La Mañana dio su parecer sobre la crisis del multilateralismo, el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, las opciones de política exterior de Uruguay y la salida del excanciller Ernesto Talvi.
¿Cómo afecta el coronavirus las relaciones internacionales?
Esa es una gran pregunta, o sea, si cambia o no cambia lo que estaba pasando en el mundo. La pandemia vino a confirmar una línea que era preexistente, de un mayor nacionalismo en la política exterior, un mayor proteccionismo y una crisis del multilateralismo.
Las Naciones Unidas fueron irrelevantes durante esta pandemia y su organismo especializado, la OMS, comenzó siendo controversial, agravado por la retirada de Estados Unidos, lo cual debilita esta organización.
En este contexto Uruguay tradicionalmente apuesta a fortalecer los organismos multilaterales porque no somos una potencia, ni mundial ni regional, y además creemos en el derecho internacional. Para los países pequeños es fundamental lo que da el derecho internacional y los organismos multilaterales.
¿Y cómo se encuentra en este panorama la Organización Mundial de Comercio?
Había ido debilitándose después de la Ronda de Doha y se convierte en este momento en un organismo que está paralizado, inclusive sin autoridad porque su director general, Roberto Acevedo renuncia y hay que elegir un sustituto. En medio de esta situación, la pandemia genera una crisis económica mundial.
Me impresiona entonces que los agentes políticos-económicos uruguayos no hayan comprendido la magnitud de este hecho. Muchos economistas están diciendo que América Latina vuelve 20 años atrás, porque pierde dos décadas de crecimiento.
¿En este contexto cómo observa a Uruguay?
El país está bien posicionado, ha trabajado bien tanto en la pandemia como en la situación económica. Uruguay está ahora en un puerto de salida para reaccionar y mejorar. Pero al igual que toda América Latina dependemos de los incentivos externos, o sea que el mercado mundial se ponga en movimiento nuevamente y que exija nuestros productos y los pague bien. Esa es la única posibilidad de crecimiento que tiene el país.
¿Cómo observa la posición del actual gobierno frente a las posibilidades de tratados de libre comercio ya sea con la Unión Europea, China o hasta con Estados Unidos?
En la reunión cumbre del Mercosur (realizada en línea), el presidente Lacalle dijo que queremos negociar y hacer acuerdos con Estados Unidos y China. Lo cierto es que Estados Unidos no ofreció un acuerdo y China sí, y siento con preocupación que demoremos la respuesta hacia China. Uruguay lleva quince años de atrasos en materia de inserción comercial, no porque todo el Frente Amplio haya propuesto una economía cerrada. Sabemos que el doctor Vázquez quería una economía abierta, al igual que el canciller Nin Novoa. Pero Uruguay fue prisionero de la interna del Frente.
¿Esa es una visión aperturista total?
El tema es que Uruguay tiene un modelo de crecimiento a través de las exportaciones, porque por su cantidad de población no puede tener un modelo de crecimiento hacia adentro. Somos tres millones y podemos producir alimentos para 30 millones o llegar a 60 millones en el futuro y solo si se exporta se genera trabajo y crecimiento.
Parecería que el acuerdo con la Unión Europea se está complicando. ¿Qué visión tiene al respecto?
Todos sabíamos que Francia, Irlanda y Polonia estaban en contra del acuerdo con el Mercosur. Inglaterra estaba a favor, pero ahora por el Brexit está fuera de la UE. Alemania está a favor, pero el parlamento holandés hizo una declaración en contra del acuerdo. Y la semana pasada la canciller Merkel acaba de decir que “tiene dudas”, tras una reunión con un grupo ambientalista.
Ahora todo gira en torno al Amazonas y la política sobre el medio ambiente en Brasil. Sería un grave error de la UE perder esta oportunidad, porque no solo beneficia al Mercosur, sino también a los propios europeos. Pero el tema del Amazonas se ha convertido, por el crecimiento de los Partidos Verdes en Europa, en algo central. Claro, habría que preguntar por qué Europa perdió sus bosques. Esto fue por la revolución industrial. Lo que tiene que quedar claro es que el tema medioambiental no es exclusivo de los países en vías de desarrollo, porque también estos tienen derecho a su propia revolución industrial si fuera necesario.
¿Entonces cómo se sale de esta situación?
Sería deseable que el acuerdo se firme antes de que termine la presidencia pro tempore de Uruguay en el Mercosur y la presidencia alemana en la UE, o sea antes de fin de año. Veo entonces oportuno que el presidente Lacalle viaje en cuanto pueda a Berlín y Bruselas para sensibilizar que este es un tratado muy completo y está por encima de los presidentes temporales.
¿Y cómo se debe mover Uruguay frente a un tema como este tratado que parece que ya no es tan fácil?
La política exterior debe ser ágil, rápida, intensa, para recuperar estos quince años. Perú es un ejemplo. En cinco años realizó acuerdos comerciales con la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, China y Singapur y a su vez hizo la alianza del pacífico. Y en cinco años lograron que el 95% de sus exportaciones tengan aranceles ceros o muy bajos. En la política exterior está el futuro del país.
¿Cómo incide el panorama político interno en la política exterior?
Tiene que haber un compromiso nacional porque es imposible hablar de política de Estado en este tema. La situación política por las corrientes distintas dentro del Frente Amplio hace imposible una política de Estado, pero sí puede haber una política exterior de consenso.
“El tema del Amazonas se ha convertido, por el crecimiento de los Partidos Verdes en Europa, en algo central. Claro habría que preguntar por qué Europa perdió sus bosques”
¿Cuál es su opinión sobre el proceso que se vienen dando para la elección del nuevo presidente del BID, donde Estados Unidos ha presentado su candidato, cuando históricamente ha sido un país latinoamericano quien lo preside?
Esa es una norma no escrita. Cuando termina la Segunda Mundial, con los acuerdos de Bretton Woods, que marcaron el nuevo orden económico mundial, se decide que el Banco Mundial lo presida un norteamericano, el Fondo Monetario un europeo y cuando después se crea el BID (1959) se opta por la presidencia de un latinoamericano. Esa costumbre debería respetarse.
No sé cuáles son las razones que llevaron a Estados Unidos a presentar un candidato, pero me llamó la atención que, si bien recogieron apoyos inmediatos, después comenzó una reflexión en la región que incluyó una carta de expresidentes latinoamericanos. Y también llamó la atención que el presidente de Chile, Sebastián Piñera, solicitara una demora de la votación, al igual que la UE que también es accionista del BID, aunque se debe recordar que el mayor accionista es Estados Unidos con el aporte de un 30% de los fondos.
¿Pero Uruguay decidió en una primera instancia apoyar al candidato norteamericano?
Tal vez Uruguay se precipitó. Entiendo los argumentos del presidente Lacalle de que Brasil había desistido en su candidatura, y por eso se pasó el apoyo a EE.UU. Ahora, se debe tener en cuenta que el pedido de aplazar la elección en el BID es hasta que pase la elección norteamericana (en noviembre) y que el candidato de EE.UU. no está respaldado por el Partido Demócrata.
¿Qué opinión le merece la renuncia de Talvi y el poco tiempo que estuvo como canciller?
Lamento ese episodio y creo que fue negativo para la política internacional y la imagen del país. No ingreso en las causas. Uruguay es un país felizmente con una democracia sólida y gran diálogo político y no existe más allá de esto un cambio en la política exterior, pero el canciller debe entender que quién lidera la política exterior es el presidente.
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