El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) compartió con el Instituto para la Inclusión Social del Adolescente (Inisa) de Uruguay la experiencia de aplicación de justicia restaurativa en los adolescentes que se encuentran bajo el sistema de responsabilidad penal. Con esta acción se busca preparar a funcionarios locales con un enfoque más humano y restaurativo de las conductas de jóvenes del sistema de justicia juvenil.
“Haber creído en mí me catapultó. Tuve un vuelo brutal porque empecé a cantar, a dibujar, me volví barbero, diseñador gráfico. Cuando creí en mí, ninguna limitación de una persona ajena me pudo parar, porque ya no había nadie diciéndome que no soy capaz, era yo mismo diciéndome lo que sí podía lograr”.
La cita anterior pertenece a Kevin Escorcia, un joven colombiano que fue parte del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes del ICBF. El querer salir adelante y darle un cambio a su vida permitió que las oportunidades llegaran, y hoy es educador terapeuta, se encuentra trabajando en uno de los lugares donde estuvo sancionado durante cinco años y realiza actividades culturales, como hip-hop. Esto lo logró gracias a que formó parte del sistema restaurativo que se aplica en su país para numerosos jóvenes y adolescentes que se encuentran en conflicto con la ley.
Se trata de un modelo de justicia que, aplicado con rigurosidad, lleva a indagar sobre las bases mismas de la violencia, los conflictos y delitos. Se traduce en un proceso de acercamiento en el que, en este caso, el ofensor –adolescentes y jóvenes que se encuentran en conflicto con la ley–, desde un ejercicio de responsabilización, es atendido a través de diferentes acciones en torno a adelantar de una manera reflexiva las condiciones que los llevaron a cometer la infracción.
La justicia restaurativa se encarga de generar procesos reflexivos con el adolescente o joven, con el fin de poder adelantar acciones de reparación del daño, eso quiere decir un proceso de acercamiento con la víctima. Además, en ese ejercicio de responsabilizarse frente al daño causado se genera un cambio en su conducta frente a la generación de nuevos factores protectores que le permiten desarrollar habilidades para la vida, y un empoderamiento con mejores herramientas pedagógicas que le permitan tomar decisiones de cara a una situación conflictiva.
Ese proceso se hace de manera conjunta y puede ser con la víctima directamente, desde un ejercicio de reparación, o de manera simbólica. Cuando se dan estos dos pilares en la justicia restaurativa, lo que se hace desde el sistema es adelantar el tercer pilar, que es un proceso de reintegración social, es decir, acercar al adolescente a los escenarios comunitarios con el fin de bajar un poco el estigma que se tiene sobre él como un infractor o delincuente.
Esto es posible a través de reparaciones en los espacios, adelantar proyectos de prevención del delito, reparación en términos de patrimonio cultural o proyectos en entornos comunitarios.
“La justicia restaurativa no te exonera del delito que hayas cometido, pero sí brinda la posibilidad de resarcir lo que se ha causado a la víctima. La justicia restaurativa es el paso para el cambio. Detrás de un delincuente o un drogadicto hay miles de historias por escuchar. Hay personas con grandes valores que quieren compartir de nuevo con su familia, o que lamentablemente nacieron en lugares marginados”, agregó Escorcia.
ICBF e Inisa unen fuerzas
Magally Macías es subdirectora de Responsabilidad Penal del ICBF. Es trabajadora social de profesión, especialista en psicología jurídica y forense, y tiene cerca de 15 años de experiencia con adolescentes y jóvenes del Sistema de Responsabilidad Penal. Ha trabajado con entidades públicas del Estado colombiano y con la Agencia de Cooperación de Naciones Unidas contra la droga y el delito.
El pasado 27 de mayo visitó Uruguay en el marco de un Convenio de Cooperación Sur-Sur que está suscrito con Colombia y Uruguay, con el fin de poder transferir las experiencias colombianas a nuestro país en procesos y prácticas restaurativas, dirigidas al Inisa. El plan es integrar en los servicios de justicia juvenil de Uruguay un enfoque más humano y restaurativo, promoviendo la responsabilidad, reparación y la construcción de paz.
Durante la semana que Macías estuvo en el país, el Inisa recibió asistencia técnica, formación y entrenamiento por parte del ICBF. Las sesiones se centraron en la implementación de “competencias y habilidades para el abordaje restaurativo en la atención”, ofreciendo a los profesionales de Uruguay herramientas prácticas para mejorar la atención con los adolescentes y jóvenes del sistema de justicia.
El grupo entrenado expuso cómo las prácticas restaurativas humanizan la atención, crean nuevas conexiones, dignifican el sistema de justicia juvenil y activan emociones; también, cómo el modelo puede integrarse no solo para atender las consecuencias del delito, sino también para promover la convivencia y eventos que se generan al interior de los servicios.
La subdirectora de Responsabilidad Penal del ICBF reafirmó en diálogo con La Mañana el compromiso institucional con la generación de nuevas oportunidades, protección y el desarrollo integral de la adolescencia y la juventud; así como con la posibilidad de continuar ejercicios de intercambio que integran nuevas herramientas metodológicas, formativas y prácticas restaurativas con perspectiva de co-creación e innovación que permitan la prevención de violencias y construcción de paz desde una cultura de la legalidad.
Un ejemplo de paz
La entrevistada aseguró que en Colombia han logrado tener un desarrollo importante con el sistema restaurativo, sobre todo en modalidades de privación de la libertad y no privativas de la libertad.
“Construimos la justicia restaurativa como un enfoque dentro de un documento que manejamos, que es el lineamiento de atención para los adolescentes vinculados al sistema de responsabilidad que se desglosa en dos manuales operativos. Allí, transversalizamos el enfoque restaurativo, los principios que son motivadores para el desarrollo de la atención integral, pero sobre todo contamos con guías y protocolos con el fin de adelantar procesos de formación y cualificación a nuestros equipos interdisciplinarios”, explicó.
Dijo que eso va acompañado de unas herramientas a través de las cuales se constituyen dispositivos pedagógicos que le permiten al adolescente y joven poder comprender los principios orientadores de la justicia restaurativa desde un ejercicio humanizador, y de transformación de sus vidas.
Macías agregó que la justicia restaurativa no solamente se aplica luego de que la persona lleva tiempo sancionada, sino que han logrado un involucramiento desde que el adolescente y joven inicia el proceso judicial, en este caso, con los jueces que se encargan de la imposición de las sanciones. “Nos hemos encargado de que en procesos de formación y de cualificación el enfoque restaurativo empiece a permearse desde la primera etapa del involucramiento de la etapa judicial”.
¿Qué sucede en Uruguay?
En el marco del Convenio de Cooperación Sur-Sur, el año pasado y este, el ICBF logró adelantar un proceso de formación de cualificación a los funcionarios del Inisa, con el fin de que producto de esta transferencia metodológica se pueda constituir una guía orientadora para el desarrollo del proceso y prácticas restaurativas donde los funcionarios tengan herramientas, dispositivos pedagógicos, para abordar actividades con enfoque restaurativos y puedan desarrollar tanto prácticas formales como informales.
Si se continúa la alianza, “estos equipos que logramos formar durante esta semana, podrán tener un nivel mucho más profundo que es un proceso de formación a entrenadores para que formen a otros funcionarios de Inisa con el objetivo de expandir estos diseños metodológicos, esta guía orientadora, con otros funcionarios y replicarlo en las diferentes modalidades de atención”, puntualizó Macías.
Posterior a eso, el plan es constituir algunos dispositivos pedagógicos identificados como una “caja de herramientas de justicia restaurativa” que permita que en el desarrollo de los abordajes psicosociales, pedagógicos y restaurativos, se puedan utilizar esos dispositivos y trabajarlos con los adolescentes y jóvenes.
“Hay un avance muy importante que logramos identificar en nuestra visita a un centro de atención de Inisa que cuenta con una perspectiva e infraestructura abierta, desde allí se está logrando adelantar el enfoque restaurativo y dar una mirada distinta frente a una construcción de un joven con un desarrollo de autonomía, pero sobre todo un ejercicio de responsabilización del daño”, resaltó.
Este esfuerzo conjunto entre el ICBF e Inisa es un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede fortalecer los sistemas de justicia juvenil en la región, proporcionando herramientas y conocimientos que tienen un impacto positivo en la población de sistemas penales. La colaboración entre Colombia y Uruguay, facilitada por el ICBF, fue definida como un hito en la construcción de una justicia juvenil más justa e inclusiva en América Latina.
“Seguiremos trabajando incansablemente a través de acciones de impacto y contundentes para garantizar que nuestros adolescentes y jóvenes cuenten con la generación de oportunidades para convertirse en ciudadanos responsables y constructores de paz, desde una cultura de la legalidad”, afirmó Macías.
El trabajo en cifras
La subdirectora facilitó a La Mañana algunas cifras que dan cuenta de los resultados de llevar adelante un sistema restaurativo entre jóvenes que están en conflicto con la ley en Colombia. En ese sentido, destacó que entre quienes son abordados a través de este tipo de herramientas, el 55% es reintegrado en la sociedad; en tanto el 62% reestablecen sus relaciones. A su vez, quienes reparan el daño representan el 45% de los jóvenes y adolescentes, mientras que el 73% entiende su responsabilidad en los hechos.
Entre las tipologías de prácticas restaurativas formales que más se utilizan a nivel nacional en Colombia, lideran las pequeñas reuniones restaurativas, en un 51%; le siguen los círculos (de diálogo, paz, sentencia), y en igual de porcentaje (38%) están las reuniones restaurativas y las familiares. En tanto, el 30% implican servicios para la comunidad. En menores porcentajes se realizan mediaciones víctima-ofensor; servicios comunitarios relacionados con la ofensa; paneles.
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