La campaña por el referéndum de 135 artículos de la LUC ha comenzado de lleno cuando estamos entrando en el mes de febrero. En diálogo con La Mañana el doctor en Ciencia Política, Daniel Chasquetti, consideró que si gana el No “será un impulso muy fuerte para el gobierno” que le permitirá completar su programa de reformas.
¿Cómo ve posicionado al Frente Amplio en lo que es la campaña por el Sí?
El Frente Amplio, junto al PIT-CNT, son los dos principales actores dentro de quienes apoyan la derogación de 135 artículos de la LUC. Me da la impresión que el Frente Amplio hizo una campaña hasta que fue electo Fernando Pereira y ahora está empezando algo un poco más ordenado. La coalición de izquierda va a poner a todas sus bases a militar, pero hay asuntos que van más allá del FA en esta campaña. Un ejemplo es la decisión de haber convocado a Esteban Valenti para diseñar la campaña, una determinación que está por encima del Frente Amplio. Esto es importante señalarlo porque si no, no se entendería por qué de los 135 artículos que se pretenden derogar, hay dos que el FA votó cuando el proyecto se trató a nivel legislativo.
Con respecto a la llegada de Valenti, ¿qué consideración le merece, ya que existieron dentro del propio FA algunos cuestionamientos a esta decisión?
Es un paso difícil de evaluar porque no sabemos cuál va a ser el resultado. Abrir una opinión a priori sería por juicios previos. Lo que parece bastante claro es que la campaña por el “Sí” no era buena. La consigna “La LUC no es Uruguay”, tenía en ella misma la opción contraria, o sea el No. Valenti es una persona con mucha experiencia y posiblemente contribuya en el plano comunicacional. Debo aclarar que pienso que en Uruguay las campañas electorales no se ganan con diseños de medios, sino que se requieren otras cosas. Cuando se estudia cómo el ciudadano decide el voto, se encuentra con que hay factores que tienen que ver con su entorno, dónde trabaja, el barrio o su familia. Estos son importantes. No es un individuo atomizado sentado frente a la televisión. Lo que hacen las campañas es dar moral a la militancia.
¿En qué influyen las redes sociales, algo relativamente nuevo dentro de lo que son campañas políticas?
Son un escenario más dónde hay política. Pero se sabe poco sobre cuánto impactan. Existe mucha fantasía sobre el “big data” y que los algoritmos pueden influir decisivamente sobre los individuos. En el caso de Uruguay, no conozco ningún estudio sobre este tema en particular. Uruguay es chico, es muy homogéneo, los partidos políticos tienen mucha organización, por lo cual pienso que las redes conviven con la vida real. En todo caso, es una arena más que se suma a la política.
¿Cuándo considera que la campaña esté despegando y generando un fervor, si se da, en la población?
La campaña, en realidad, comenzó hace mucho tiempo. Lo hizo por setiembre de 2021 cuando los partidos de la coalición asumen, a medida que avanzaba la cuenta de las firmas, que el referéndum es inevitable. Después tiene altibajos y enero es como un intermedio. Ahora desde febrero va a arrancar e irá in crescendo. No obstante, está pautada por otros hechos. Por ejemplo, la pandemia puede robar espacio en la agenda diaria, pero a medida que nos acerquemos a fines de marzo, el número de personas interesadas va a ser cada vez mayor.
¿Y cómo se posiciona la coalición y los defensores de la derogación en este momento?
Los dos bloques (por el Sí y por el No) han asumido algo que se preveía; o sea, una elección reñida, diferente a otras instancias de referéndum donde había una opción que ganaba con mucha claridad. Al ser reñida va a exigir que ambos pongan toda “la carne en el asador”. O sea, buenas campañas publicitarias, sus estructuras trabajando con la militancia y los dirigentes recorriendo el país. Va a existir un debate público, pero el inconveniente es que este será un “referéndum ómnibus”, como lo es la ley, o sea, se abarcan muchos temas. Lo que vemos es que cada bloque trata de establecer el orden de prioridades a la hora de discutir.
Cuando observo a la coalición de gobierno, entre sus prioridades están algunos puntos como ser la seguridad y el concepto de libertad, volcado hacia el lado económico. Además, cada éxito que tenga el gobierno lo intentará vincular con la LUC. Y la oposición hablará de otros asuntos. En mi opinión, lo está haciendo mediante la segmentación, por ejemplo, en la educación, con una discusión dirigida hacia los docentes. Sobrevolando estas estrategias estarán algunos datos generales del gobierno. Esto está bastante estudiado. En algunos países hay elecciones de medio mandato y los referéndums se comportan de manera similar, siendo los dos temas principales la marcha de la economía y la popularidad del gobierno.
Se debe tener en cuenta que hay ciudadanos que no tienen tiempo de leer todos los artículos cuestionados de la ley y terminan tomando el atajo en función de lo que dicen sus líderes o dirigentes. Por lo tanto, el referéndum termina siendo una especie de plebiscito sobre la marcha del gobierno.
Según su experiencia, ¿la gente va a votar examinando esos artículos o basándose en su contento o descontento con el gobierno?
Eso es difícil de cuantificar. Creo que funciona como en círculos concéntricos. Uno de estos círculos es muy informado e interesado en la política y ese público se va a fijar en los artículos. Pero después hay otros círculos más amplios que tienen menos interés en la política. Esos probablemente tomen atajos y terminen votando a favor o en contra del gobierno. En Uruguay, los ciudadanos siguen confiando en los partidos. Si bien en octubre la coalición obtuvo un 56% de los votos y el Frente Amplio solo el 39%, se debe recordar que en la segunda vuelta la votación fue muy parecida con solo 39 mil votos de diferencia.
¿Entonces no considera que se pueda dar una situación similar a la primera vuelta de las elecciones nacionales?
Considero más sólido y consistente el resultado expresado en noviembre en términos de preferencias y alineamientos. Por esto veo a todos súper cautos y nadie canta victoria. Si fuera un 60-40 vería a algunos dirigentes más tranquilos y no veo a nadie tranquilo.
¿Desde un punto de vista político qué sucede frente a las dos hipótesis: que se mantiene la ley o que se deroga?
Lo más relevante es la suerte del gobierno. Si gana será un impulso muy fuerte a completar su programa. Se tendrá mucha autoridad política para decir “ganamos en 2019 y volvemos a ganar ahora, y vamos adelante con las reformas que nos quedan como ser la de seguridad social o la ley de medios”. Si pierde hay diferentes lecturas. Hay que ver las reacciones dentro de la coalición, que es un acuerdo político en permanente negociación. Tampoco no es lo mismo perder por medio punto que por cuatro o cinco. En lo que no estoy de acuerdo es que la segunda parte del gobierno está perdida si pierde el referéndum.
El mayor impacto puede estar dentro la coalición con algunas preguntas hacia la interna de partidos que la integran, sobre si les conviene seguir en el gobierno. Pero yo le quito dramatismo a esta contienda electoral, porque veo que alguna gente lo está planteando como dramático, como hasta el propio presidente cuando en enero se reunió con los intendentes. Tampoco es el acabose para el Frente Amplio si pierde, porque cualquier votación por encima del 39% los impulsa a decir que en 2024 pueden aspirar a conseguir ese apoyo y más. Hay que aclarar que igual es difícil que el FA obtenga menos del 39%. Oscar Bottinelli (politólogo) señalaba hace poco que las 800 mil firmas conseguidas corresponden al 33% del padrón de votantes efectivos y es muy difícil que solamente se le sumen dos o tres puntos y vote por el “Sí” únicamente el 35% o 37%. Desde mi perspectiva, el referéndum va a tener un final reñido, con pocos puntos de diferencia y el resultado será de cómo hagan las cosas durante estos 60 días, tantos quienes están por el Sí como por el No.
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