En un notable gesto de madurez política, los ex presidentes Julio Maria Sanguinetti y Jose Mujica estrecharon un cordial abrazo, el día que el destino había establecido para que ambos renunciaran cómo senadores de la República.
Con sus diferencias, pero sin rencores, ambos senadores se despidieron de la actividad parlamentaria, aunque seguirán formando parte de la vida política del país, que atraviesa un cambio generacional que necesita ser liderado por una dirigencia dispuesta a tender puentes y asumir los problemas propios de los difíciles momentos que se aproximan.
Durante la sesión de la Cámara, el senador de Cabildo Abierto Guillermo Domenech, aseguró que “es evidente que no podemos ser indiferentes ante la presentación de la renuncia del senador Mujica y la del senador Sanguinetti. Son figuras demasiado grandes de la política nacional, y nosotros, que somos prácticamente bisoños en la actuación parlamentaria, debemos decir que con sus diferentes características nos han deslumbrado, por distintos motivos”.
El senador Carlos Camy (Partido Nacional), destacó el hecho histórico de la jornada, “el mismo día se producen la renuncia del Senado de la Republica de dos señores senadores, líderes de sectores importantes de la vida política del país, de dos presidentes de la República, consagrados e investidos por la mayoría de la ciudadanía. Referentes ambos de corrientes de pensamientos distintas, y el Senado se hace un tiempo para sustanciar en este hecho, para calibrar en su justa dimensión lo que esta jornada entraña. Todos los partidos, con ideas diferentes, bajamos nuestras banderas e izamos conjuntamente la bandera de la democracia, de la libertad y el respeto, y esto es orgullo nacional. Vaya el reconocimiento a dos grandes líderes de opinión del país”.
La despedida de los protagonistas
Mujica comenzó su alocución en la sesión diciendo que “hay un tiempo para llegar y un tiempo para irse en esta vida”. Recordando la figura de Alejandro Atchugarry, dijo: “supimos ser adversarios sin una ofensa a lo largo de los años, y cuando me tocó ser ministro me llamó y me dijo ‘Pepe tene cuidado con esto y esto, y cuando vayas a firmar un papel fijate que lo haya revisado algún abogado de oficio’. Un hombre de categoría superior, que no está entre nosotros, y lo quiero nombrar como un símbolo de algo perdurable que hay que conservar que es la bonhomía a pesar de las rispideces del sistema político de este país, que siendo pequeño tiene que huir de las grietas”.
“Me voy porque me está echando la pandemia. Ser senador significa hablar con gente y andar por todos lados, el partido no se juega en los despachos, y estoy amenazado por todos lados, por vejez, y por padecer una enfermedad inmunológica crónica. Entonces tengo que tomar esta decisión y agradecerles la paciencia que han tenido para soportarme, han sido muy elogiosos, demasiado elogiosos. Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me puso la vida, que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas, el odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye. Una cosa es la pasión y otra cosa es el cultivo del odio”, agregó.
Sanguinetti: “Los miembros de los partidos estamos atados, nos atan los retratos, cada blanco sabe que está el de Aparicio, a cada frentista lo escruta el retrato de Seregni, como a nosotros las figuras gigantescas de Fructuoso Rivera y Pepe Batlle”
El ya ex senador, cuyo lugar en la Cámara Alta ocupará Alejandro Sánchez, se refirió a los cambios que ha impuesto la tecnología y los nuevos tiempos. “Estamos entrando en otra época, en la época digital, ni mejor ni peor, distinta. Va a ser un dilema que van a tener los estados y los sistemas políticos del futuro saber hasta dónde es violable la intimidad humana, y hasta donde existe la libertad. Este problema lo tienen las nuevas generaciones, la política tendrá que hacerse cargo. Porque la política es la lucha por la felicidad humana, aunque suene a quimera”. Y cerró diciendo, “en política no hay sucesión, hay causas. Todos pasamos, pero las causas quedan. He pasado de todo en la vida, pero no le tengo odio a nadie, y le quiero transmitir a los jóvenes, hay que darle gracias a la vida. Triunfar en la vida no es ganar, triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”.
Por su parte, Sanguinetti reconoció que “desde que fuimos a la elección nunca pensé que mi destino era el Parlamento, la consideraba una etapa clausurada. Vine al senado por encabezar un movimiento que lo hacía necesario”. Y destacó la importancia de los partidos políticos en la vida democrática. “Siento un enorme deber hacia mi partido, y una profunda convicción sobre la importancia de los partidos políticos en la vida democrática. Los padres fundadores de la primera república contemporánea, que fueron los de Estados Unidos, no pensaron en los partidos. Los nuestros tampoco hacen referencia a los partidos en la Constitución. La partidocracia es la que le ha dado consistencia a la vida democrática. La opinión pública es diversa, la opinión de los ciudadanos es veleidosa, como decía nuestro fundador, los partidos políticos son los que encausan, los que vertebran, y eso es fundamental, sobre todo en estos tiempos en que las burbujas publicitarias y la magia de las redes pueden tonizar, como desgraciadamente han hecho en países muy importantes, a través de esa burbuja propagandísticas, figuras que no representan valores y que no dan la seguridad de la continuidad institucional de los países, porque son gente que no se siente atada”.
El ex presidente colorado, dijo que “nuestro país cultivó su libertad, cultivó su tolerancia, vivió enormes enfrentamientos, y grandes concordancias que es lo más importante. Detrás de cada guerra hubo una amnistía, una pacificación, y eso es lo que ha hecho del país lo que es. En la democracia es más importante salir que entrar, bajar que subir, porque en definitiva la democracia se basa, como dice mi amigo Felipe Gonzalez, en una ética de la derrota, en asumir en lo interior, la verdad del voto popular. Así como para aquel que un día conquista el poder democrático, debe saber que su primer responsabilidad es el respeto a las minorías, y el respeto a los derechos ciudadanos, eso es lo que un día perdimos también, perdimos la libertad porque antes habíamos perdido la tolerancia, y más allá de los extravíos o de las concordancias que podamos haber tenido todos, esa pérdida de la tolerancia fue la que un día nos llevó a las tantas cosas que vivimos”.
Mujica: “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me puso la vida, que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas, el odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye”
“He servido toda mi vida y voy ahora a servir, porque es a lo que me voy a dedicar, justamente a defender nuestra visión histórica, tantas veces tergiversada y a veces vilipendiada, a defender el republicanismo, la república laica, la concepción del estado, de nuestro estado, el que construyó Batlle y del cual somos constantemente reformistas, porque siento que desgraciadamente ha habido muchos fundamentalismo aun en la vida democrática, y los fundamentalismo económicos han llevado a los marxistas a una patología y a los liberales a otra. Y nuestro estado, el que hemos concebido, el que fundó el batllismo, es el cual nos representa y al cual vamos a servir. Es una hora de conciliación, de reafirmación democrática, en la cual todos tenemos que sentir que habiendo estado tan enfrentados, como pudimos estar un día con Mujica, el desde una revoluciona armada, yo de los gobiernos que la combatían, podemos decir con Octavio Paz, que ‘la inteligencia al fin se encarna, se reconcilian las dos mitades enemigas, vuelve a ser fuente, manantial de fábulas: hombre, árbol de imágenes, palabras que son flores, que son frutos, que son actos’”, cerró Sanguinetti.
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