“El mayor problema para afrontar al narcotráfico, es que hay un momento en que no se puede atacar y los delincuentes lo saben”, señala el director Convivencia y Seguridad Ciudadana, Santiago González. En diálogo con La Mañana, el jerarca marcó la necesidad de que se habiliten los allanamientos nocturnos para poder profundizar el combate a los traficantes de drogas.
¿En qué se está centrando la actividad que desarrolla?
Mi tarea en particular es un puente entre la sociedad civil y el Ministerio del Interior, que le da un lugar muy importante al vecino y la vecina de todo el país, para poder hacer llegar planteos de funcionamiento del Ministerio, problemas de inseguridad en el barrio. Nosotros trabajamos entonces en coordinación con las jefaturas de policía de cada departamento o las comisarías.
En ese contexto, ¿cómo observa la diferencia entre Montevideo y el interior?
Montevideo en sí tiene varias realidades. No es lo mismo la zona costera a lo que son los barrios periféricos. Tampoco es lo mismo Cordón o Pocitos a lo que son otras zonas, donde ha disminuido muchísimo el delito por el trabajo de la policía, pero las realidades son otras. Por ejemplo, en la zona de la costa no hay instaladas bandas de delincuentes ni enfrentamientos entre éstos. Entonces la realidad es otra. Canelones tiene realidades bastante parecidas a Montevideo, pero esas realidades no se pueden comparar con lo que pasa en Colonia o Durazno. Porque si miramos Colonia el problema quizás son algunos hurtos o las picadas de motos. O sea, cada localidad tiene sus problemas en particular.
¿Y cómo califica el problema de las bocas de drogas en Montevideo?
Traen serios problemas de otro tipo que no tienen que ver con el de la venta de drogas, que es un problema en sí mismo. Cuando se abre una boca de pasta base se debe tener en cuenta que crecen otro tipo de delitos en esa zona, como el hurto, la rapiña, la prostitución. Está el que es adicto y vende en la esquina de a cinco chasques (NDR: dosis) para poder financiarse su propia adicción. Entonces surge otra situación, y es que cuando hay una boca de pasta base hay deudas y éstas se cobran. Y esos cobros terminan siendo hechos de violencia. Ahí es donde arrancan los tiros, las personas heridas y la muerte.
¿Qué cambios se realizaron para atacar esta problemática en concreto?
Se crearon las brigadas antidrogas en Montevideo y Canelones, que no existían. Este es un hecho muy interesante a analizar. Montevideo y Canelones trabajaban con la Dirección Nacional de Drogas y en los otros 17 departamentos existían las brigadas antidrogas locales. La Dirección Nacional de Drogas no atacaba el microtráfico, porque no se puede atrapar 333 kilos de cocaína, como se hizo esta semana, o 215 kilos de marihuana en Rivera y a su vez estar abordando el microtráfico de, por ejemplo, 50 chasques. No se atacaba la boca y esa es la realidad. Y además tampoco se abordaba la pasta base, que es el corazón del drama que tenemos en nuestra sociedad.
Para tener una idea, en 2019 se incautaron 82 kilos de pasta base, en 2020 se llegó a 624 kilos y en 2021 a 1.145 kilos. Y eso es producto de un trabajo de la Dirección de Drogas con la brigada antidrogas. Este tipo de acciones en conjunto tiene como resultado el cierre de la boca de pasta base. Llevamos más de 2.000 cerradas. La gente puede decir que abren en otra esquina, pero la vamos a volver a cerrar. Por otro lado, se aumentaron las penas para los que están vinculados a la pasta base y hay más detenidos. Para nosotros es fundamental este combate porque la pasta base es la droga del pobre, la cual genera una adicción mucho mayor que otras drogas y un tremendo problema social.
Y más allá de la incautación y la detención, ¿cuál es el camino que se debe seguir a su criterio?
Necesitamos encontrar socialmente un camino de salida para estos adictos, el cual debe pasar por la desintoxicación y la rehabilitación, para que puedan volver a la sociedad. En eso trabaja el Mides en algunos proyectos importantes. Porque la pasta base trae cárcel, exclusión de la familia, situación de calle, muerte, desintegración familiar… todo lo malo. Violencia y delito. Ese espiral tenemos que cortarlo en muchos niveles, con educación, rehabilitación y peleando contra el que trae ese veneno y lo vende.
Nuestro trabajo va en serio y es en todo el país. El trabajo del Ministerio del Interior en la lucha contra el narcotráfico llegó para quedarse y estamos convencidos en la línea en la que vamos. También es lógico que esta lucha traiga consecuencias de ajustes entre los propios delincuentes, porque la droga no llega por las incautaciones y alguien puso plata. Entonces la boca no va a funcionar y va a tener que cobrar plata endeudada para reabastecerse. Eso lleva a que surja la pelea entre delincuentes y existan homicidios, porque si alguien aprieta en algún lado, algo va a suceder. El tema es que antes se apretaba poco y hoy se está apretando en serio.
¿Cómo observa la visión que se tiene de ese mundo narco en ciertos sectores de la sociedad?
La salida de algunas no puede ser “el ser narco”. Tiene que ser una profesión, o estudiar y trabajar, esa es la salida. La idolatría a ese mundo tiene un lado B, que es la cárcel y la muerte. Y la vida es corta y nos falta mucho el valor de la vida. Todos queremos llegar a viejos, pero no existen narcos viejos. Ningún narco está en la casa disfrutando de la plata que hizo. Entonces hay un problema de fondo que como sociedad debemos trabajar y que no parte solo del Ministerio del Interior mandándolos presos. Es también el aparato educativo, que está haciendo un gran esfuerzo, al igual que el Mides. Se debe brindar mucho estudio y más trabajo. No puede haber un gurí que crea que lo mejor es ser narcotraficante o ir de caño. Y eso no puede suceder y hoy sucede.
Cuando aparece una persona asesinada y se dice que fue un ajuste de cuentas, hay comentarios principalmente en las redes sociales, que dicen “uno menos” o “que se maten entre ellos”. ¿Qué opina al respecto?
Yo no pienso eso. A mí no me da lo mismo. También la gente hace ese tipo de comentarios cuando muere alguien en una cárcel y yo voy a ver qué pasó, porque junto a Jorge Larrañaga impusimos el Plan Dignidad en las cárceles. No me siento alegre cuando una persona muere en esas circunstancias, no me parece que sea ése el camino.
¿Usted estaría de acuerdo con la aplicación de los allanamientos nocturnos?
Estuve 22 años junto a Jorge Larrañaga y fui uno de los que redactó el proyecto “Vivir sin miedo”. Por supuesto que estoy de acuerdo.
¿Por qué cree que no se logró entonces la aprobación de esa iniciativa de Jorge Larrañaga? ¿Estima que el tema que se incluía de los allanamientos nocturnos tuvo algo que ver?
No fue por eso. El tema que la gente no deseaba era contar con una guardia militar de 2.000 hombres. El allanamiento nocturno tiene una aprobación impresionante. Incluso hay gente que no apoyó “Vivir sin miedo”, pero que respalda el allanamiento nocturno. Esta situación de no poder efectuar con las garantías judiciales un allanamiento nocturno es algo ilógico. No existe a nivel mundial, salvo Portugal y Uruguay, país que no tenga esta herramienta para combatir el crimen.
Lo que la policía hace de día, no lo puede hacer de noche y los delincuentes saben las reglas de juego. El otro día cerramos una boca de pasta base en Salto y Gonzalo Ramírez. La persona tenía una casa que era la boca, pero no vivía ahí, iba solo de noche, entonces no lo agarrabas nunca. Después de un gran trabajo de inteligencia lo pudimos detener. Pero la realidad es que eso no puede funcionar así. Porque una boca también funciona como un lugar para reducir objetos rapiñados, y no podemos hacer nada. Le estamos dando a los delincuentes 10 horas u 12 horas de ventaja, porque se dice que no está permitido el allanamiento desde el ocaso hasta que salga el sol, y el sol sale de manera diferente según la época del año. Por lo tanto, desde que se pone el sol hasta que sale el sol, los señores narcotraficantes mandan. El mayor problema para atacar hoy al narcotráfico es que hay un momento en que no se puede atacar y los delincuentes lo saben.
¿Cómo evalúa el accionar de la policía?
Cuando se miran los números hay que ver las tendencias y estas son favorables. Por lo cual lo que se está haciendo funciona y no funcionaba antes. No por casualidad tenemos casi 2.400 presos más. No es porque se nos antojó. Existió una denuncia, una investigación, un fiscal y un juez. Todo eso fue lo que funcionó para que esa persona vaya presa. Los ciudadanos ven que hay mayor presencia policial, mayor predisposición. La disminución de la rapiña es el mayor respaldo que tiene un
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