A medida que se acercan las elecciones crece el interés por Uruguay de determinados grupos internacionales dedicados a incidir en los procesos políticos de los países latinoamericanos.
Uno de ellos es el Wilson Center. Fundado por el Congreso norteamericano en 1968, señala en su sitio web que “ofrece asesoramiento imparcial y conocimientos sobre asuntos globales a los responsables de las políticas a través de investigación profunda, análisis imparcial y erudición independiente”.
El secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Antony Blinken, lo calificó como de “una institución que realiza un trabajo trascendental sobre los desafíos más importantes de nuestro tiempo”. El centro es una organización pública y privada. El gobierno estadounidense anualmente le da una tercera parte de sus fondos necesarios. También el gobierno estadounidense donó la zona donde están sus oficinas en el edificio Ronald Reagan de Washington. El centro recibe el resto de los fondos de fundaciones o particulares.
Su actual director es Mark Andrew Green, un político y diplomático que fue administrador de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y embajador en Tanzania. El director para América Latina del Wilson Center, Benjamin Gedan, visitó recientemente Uruguay y Argentina. Gedan fue director para América del Sur del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante la administración del presidente Barack Obama. En Argentina participó de una conferencia en Buenos Aires sobre transición energética. Por otra parte, en Uruguay se reunió con Laura Raffo, Pablo Mieres y Carolina Cosse. Sobre esta última, en un post en su sitio de la red X señaló: “Mantuve una fructífera conversación con Carolina Cosse, candidata a la vicepresidencia por el Frente Amplio y exintendenta de Montevideo, en la sede de su partido. Hablamos de su gestión de la capital y la creciente vinculación productiva entre alcaldes por todo el mundo”.
La relación del Wilson Center con integrantes del Frente Amplio es de larga data. En 2011, Tabaré Vázquez fue designado presidente del Consejo Asesor del Latin American Program del Woodrow Wilson International Center for Scholars. Este programa “ofrece conocimientos no partidistas sobre cuestiones políticas críticas que enfrenta el hemisferio a una amplia comunidad de tomadores de decisiones en los Estados Unidos y América Latina”, según su sitio web.
Por otra parte, Benjamin Gedan ha realizado algunas publicaciones sobre las elecciones en nuestro país. Ha señalado que “en Uruguay, la campaña presidencial es discreta y fascinante. Luis Lacalle Pou, cuyo mandato está limitado, es popular (47% de aprobación). Su lema del Partido Nacional, ‘Reelegí un buen gobierno’, presupone que Álvaro Delgado se aprovechará del éxito del presidente. Sin embargo, las encuestas muestran que solo un cuarto de los votantes está a favor del partido”. A esto agrega que “para derrotar al candidato del Frente Amplio, Yamandú Orsi, en la esperada segunda vuelta, Delgado, exjefe de Gabinete de Lacalle Pou, deberá apoyarse en la Coalición Multicolor, que incluye al Partido Colorado y Cabildo Abierto, que destronó al Frente Amplio hace cinco años después de 15 años en el poder”. Y también señala que “en una época de colapso partidario y de política personalista en América Latina, Uruguay se destaca por su fuerte sistema de partidos. Sin embargo, curiosamente, un riesgoso plebiscito sobre pensiones podría aprobarse este mes sin el respaldo del Frente Amplio ni de la coalición gobernante multicolor”.
“Uruguay acude a las urnas”
Semanas atrás se realizó de manera online un conversatorio en el Wilson Center denominado “Uruguay acude a las urnas”. En él participaron el expresidente Luis Lacalle Herrera y Gabriel Oddone, quien es el elegido por Yamandú Orsi para ser su ministro de Economía en caso de llegar a la presidencia.
En su intervención, Lacalle Herrera destacó que en Uruguay “tenemos el sistema de partidos más antiguo del mundo”, y que los partidos Blanco y Colorado tienen “un corte vertical de la sociedad y no promueven las diferencias sociales, o sea no son ricos contra pobres”. También destacó la reforma constitucional, que separó las elecciones nacionales de las departamentales y a la vez incluyó una segunda vuelta, en caso de que en la primera ningún candidato a presidente logre el 50% más uno de los votos. Para Lacalle Herrera es positivo que no exista la reelección presidencial y que la Suprema Corte de Justicia se elija a nivel parlamentario, sin la intervención del Poder Ejecutivo.
El expresidente considera que, como la elección de 2019, esta se definirá por pocos votos (entre 25 mil y 30 mil) en una segunda vuelta. Otro aspecto en el cual hizo énfasis es en las redes sociales. Al respecto indicó que se prometía con las mismas una democracia directa, como la griega, donde se iba a tener “en un teléfono en la mano” las decisiones más importantes. Señaló que con las redes existe una “obsesión” de que las personas se conecten entre sí y no escuchar al otro, junto al anonimato “que tiende a promover lo peor de los seres humanos”.
Una autopista con dos vías
El economista Gabriel Oddone señaló durante la conferencia que Uruguay necesita una agenda sólida relacionada con acelerar el crecimiento. Recordó que por muchos años la tasa de crecimiento ha sido de 1% aproximadamente, siendo necesario un crecimiento del PIB entre 2% y 2,5%, para mantener la cohesión social. También indicó que se deben introducir reformas importantes para mejorar la eficiencia en sectores como el transporte y la energía.
A la vez se refirió a la inflación, que si bien consideró como positivo que el actual gobierno la bajara, dijo que eso fue en parte por la apreciación del peso uruguayo que llevó a reducir la capacidad de competencia en el mundo y vaticinó “esto va a ser nuevamente un problema y un desafío para la nueva administración, por lo que necesitamos consolidar este nivel de inflación, pero al mismo tiempo debemos hacer algo para mejorar la capacidad de competencia” del sector exportador.
Para Oddone en Uruguay hay una autopista en la cual a veces se va por el lado derecho y otras por el izquierdo, pero “al final del día estás en la misma autopista”. Dijo que “es necesario introducir políticas proactivas orientadas a reducir la pobreza y especialmente la desigualdad” y puso como ejemplo dos números. Por un lado, una pobreza del 10% (la mejor cifra de la región) pero un 20% de niños pobres. Consideró a este problema (que viene de los últimos 60 años) como algo importante y explicó que el modelo de protección social es muy integral y grande, protegiendo a las personas que están dentro del sistema. “Si se tiene un trabajo formal, entonces está bajo la condición de protección y tiene un buen sistema de salud, una buena protección de seguridad social, una pensión y oportunidades para cuando se jubile. Pero si no está dentro de sistema, estamos en problemas. Porque el sistema de protección social no incluía ese tipo de personas y estos hogares integrados mayormente por niños”.
Surgimiento del crimen organizado
El analista del Wilson Center Nicolás Saldía destacó que en Uruguay las encuestas muestran que el principal tema de preocupación de la población es la seguridad. Señaló que históricamente se ve a sí mismo como un país muy pacífico y en su opinión Uruguay tiene bajos niveles de criminalidad, “pero estadísticamente hablando no es necesariamente cierto. Según Insight Crime, la tasa de homicidios de Uruguay en 2023 fue de 11,2 por 100.000, que en es el doble de la tasa de Estados Unidos”. También es significativamente más alta que la tasa chilena que es de 4,5 asesinatos cada 100 mil habitantes. Otro problema es la violencia doméstica. A esto se suma, dijo Saldía, que Uruguay tiene la décima tasa de encarcelamiento más alta del mundo per cápita. Para el analista “en la conciencia colectiva del pueblo uruguayo, realmente no ven eso”, acotando: “Creo que Uruguay tiene formas anticuadas de lidiar con el crimen”. A lo que agregó que otro gran problema es dentro del país el surgimiento de organizaciones criminales transnacionales.
Entre ellas incluyó al Comando Vermelho de Brasil y el Tren de Aragua de Venezuela, a las que consideró peligrosas “no solo para la seguridad sino también para la democracia. Si no cortamos de raíz este problema por causa probabilística surgirán populistas que comenzarán a atacar al establishment político, diciendo que no son lo suficientemente capaces de lidiar con el crimen organizado”.
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