Tras un exitoso plan piloto realizado en Las Piedras en 2020, a partir de junio se implementará el programa Familias Fuertes en el departamento de Canelones. Desde el Ministerio de Salud Pública y varios organismos se busca reforzar la comunicación en las familias y reducir conductas de riesgo en adolescentes, como el suicidio o las adicciones.
El programa Familias Fuertes fue desarrollado por el Instituto de Estudio Social y Comportamental de Iowa State University y promovido por la Organización Panamericana de la Salud en varios países de América Latina a lo largo de 16 años, con el objetivo de fortalecer los lazos familiares y fomentar una comunicación efectiva entre padres e hijos, al tiempo que pretende reducir las conductas de riesgo en adolescentes.
Estudios de seguimiento han demostrado que este programa tiene un impacto significativo en la prevención de consumo de drogas y de violencia en los países donde se aplicó, a la vez que ha producido cambios positivos en las conductas de los adolescentes en el ámbito familiar y educativo. A partir de esta evidencia, se decidió adaptar el modelo para trabajarlo en Uruguay e implementarlo como política de gobierno, en el entendido de que reforzando el valor de la familia se fortalece al país.
En diciembre de 2021 se realizó la firma de un convenio interinstitucional entre el Ministerio de Salud Pública (MSP), la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), la Junta Nacional de Drogas (JND), INAU, UTE, OSE y ANTEL. Previamente, en 2020 se había puesto en marcha un plan piloto en la ciudad de Las Piedras.
En pocas semanas, un grupo de facilitadoras capacitadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) –y con la experiencia del plan piloto– comenzará a trabajar con un grupo de 10 a 15 familias, en modalidad de talleres. Serán siete encuentros semanales, los lunes a las 18 horas en el Centro Cultural Miguel Pareja de Las Piedras, Canelones.
Lorena Quintana, responsable del Área Programática de Adolescencia y Juventud del MSP, ha trabajado desde el inicio en este programa. En diálogo con La Mañana, la experta explicó que el enfoque de Familias Fuertes es “amor y límites”. Según indica, esto apunta a “tener la capacidad de demostrar amor, siendo capaces de marcar límites y poder comunicar y comunicarse”. Quintana comentó que existe evidencia científica que demuestra que la mejora en la comunicación entre padres e hijos repercute en la salud y, en especial, en la salud mental de los adolescentes. “La comunicación robustece los lazos familiares. Cuando el adolescente encuentra confianza en sus padres y se permiten hablar, se genera la unión entre padres e hijos”, señaló.
En los talleres de Familias Fuertes se trabaja a través de actividades lúdicas con los más chicos y de videos con los adultos. Se incorporan técnicas y métodos para resolver problemas de convivencia con ejemplos sencillos, para que después, cuando una familia se enfrente a un conflicto más complejo, pueda contar con las herramientas para hacerlo. En ese sentido Quintana entiende que “todas las familias vamos a presentar en algún momento una situación conflictiva, cómo resolver esta situación es lo que enseña el programa”.
Implementación nacional. ¿Cómo será?
La primera implementación nacional será en Canelones porque es donde ya cuentan con los recursos humanos capacitados. Luego continuarán con otros cinco departamentos en el transcurso de 2022, que fueron elegidos de forma escalonada por disponibilidad de recursos y por cruzamiento de datos como suicidio, violencia y consumo de sustancias en adolescentes. Estos son: Maldonado, Treinta y Tres, Cerro Largo, Durazno y Florida. En estas oportunidades el equipo coordinador del plan estará acompañando la experiencia en cada lugar, para capacitar en la práctica a nuevos facilitadores que replicarán el programa. “La idea es avanzar entre 2023 y 2024 para hacer una recorrida por todo el país”, explicó Lorena Quintana.
Los facilitadores de estos primeros talleres cursarán su formación el mes que viene. Luego, a inicios de 2023, se dictará un nuevo curso para los departamentos que se sumen ese año y así en 2024. En cada lugar habrá un coordinador y cuatro facilitadores encargados de dirigir los encuentros. El curso de formación de facilitador está dirigido a funcionarios del INAU, de la JND, de ASSE o MSP, quienes implementarán el programa dentro de su horario de trabajo.
Familias Fuertes es apoyado por la Junta Nacional de Drogas y por el Observatorio Nacional de Drogas, que hará un estudio del impacto del programa en Uruguay. Quintana señaló que “la idea es mostrar el resultado del programa con una comparación de casos y controles, para que una vez demostrado su valor en una evaluación, este pueda tener una presupuestación y contar con recursos propios como institución del Estado”.
El programa no tiene costo y se dispuso un premio para quienes completen los siete encuentros y se reciban de “familia fuerte”. Este premio consta de una canasta de servicios: un mes gratis de UTE, OSE y ANTEL con gigas para los celulares del hogar. Para Quintana el compromiso de estos organismos “es un fuerte apoyo del gobierno que dice: ‘el país busca fortalecer la familia’”.
Conclusiones del plan piloto
Silvia Texeira, médica de familia de ASSE, es coordinadora de Familias Fuertes en Canelones. La doctora contó a este medio que “el plan piloto fue una linda experiencia” y destacó que todas las familias que participaron completaron el programa hasta el final, ninguna abandonó, incluso con el desafío que presentó realizarlo en el contexto de la pandemia.
Al término de los siete talleres realizaron un cierre, donde cada familia tuvo la oportunidad de compartir su opinión sobre el programa. La coordinadora de Canelones contó el caso de una familia que tenía dificultades para marcar límites y establecer castigos si no se cumplía con una regla establecida. “Una de las dinámicas es ponerse de acuerdo y generar un espacio donde se diga: ‘estas son las reglas’. En este caso tenía que ver con la colaboración en las tareas del hogar y los adolescentes pudieron determinar cuáles serían las penitencias justas para los incumplimientos. La familia compartió que había mejorado muchísimo la comunicación entre ellos a partir de esto. Uno de los adolescentes dijo que se había vuelto más independiente”.
A los 6 meses de finalizar esta primera experiencia, el grupo coordinador convocó a una reunión de seguimiento de las familias que arrojó muy buenas devoluciones. (Los padres) “nos han contado que el programa les ha servido para el día a día de la crianza”, señaló la Dra. Texeira.
Lorena Quintana también comentó sobre esto. “En la entrevista que tuvimos 6 meses después, los padres dijeron que sus hijos seguían hablando con ellos, que cambiaron, que antes no los escuchaban y que era imposible tener una comunicación”, dijo. “Los chiquilines compartieron que ahora entienden a su papá y a su mamá, y que se ponen en su lugar”. La responsable del MSP entiende que se pudo generar un cambio y que este persiste en el tiempo. “Lo que genera el programa es increíble. Nosotros lo vivimos taller a taller cómo se dio el cambio entre ellos, en las miradas, en las risas…”, dijo conmovida la experta.
“El hecho de ser padres o referentes adultos con hijos adolescentes es un desafío y el programa es una buena oportunidad para aprender cosas que quizás no sepamos”, dijo Texeira y agregó: “Es un programa preventivo. La idea es dar el apoyo y las herramientas a las familias para que, en esta etapa de cambios en que los niños empiezan a tener más independencia, puedan contar con las herramientas para tomar decisiones, ser responsables de sus propios cuerpos y manejar la frustración y los ambientes hostiles”. La doctora señaló que el programa genera además una instancia para poder compartir experiencias con otras familias. “Es un espacio donde se puede hablar y sentirse apoyado en este tiempo de crianza de hijos adolescentes, que no es fácil. Anímense porque es una experiencia gratificante, tanto para los adultos como para los adolescentes”, dijo a modo de invitación a la población.
Inscripciones abiertas
Las familias que se quieran inscribir para participar del programa deben enviar un correo electrónico a: [email protected], con sus datos. El requisito es que en el núcleo familiar haya al menos un adolescente de entre 10 a 14 años y dos adultos referentes. No necesariamente tienen que ser los dos padres, pero sí es importante que uno de los adultos conviva, porque lo que se trabaja es la convivencia. Se hará la convocatoria a las familias de cada departamento según corresponda, pero también apuestan a que los técnicos de territorio, como son los médicos de familia, inviten a participar a las familias que consideren puedan aprovechar esta instancia.
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