En el plenario previsto para el 4 de setiembre, el Frente Amplio (FA) deberá resolver de qué manera se elegirá al próximo presidente de la fuerza política: si vota a las autoridades internas por consenso a través del congreso que se desarrollará el 2 de octubre, o si habilita las elecciones fijadas para el 5 de diciembre.
Los candidatos que están sobre la mesa al día de hoy son Gonzalo Civila, Ivonne Pasada, Ernesto Murro, Martín Couto y Fernando Pereira. Este último nombre es el que suena con más fuerza, dado que, en pocos días, se sumó a la venia del Partido Comunista (que sugirió la candidatura del sindicalista) el apoyo de la Vertiente Artiguista, Plataforma, el Partido Demócrata Cristiano y el MPP.
En conversación con La Mañana, el director de Factum Óscar Bottinelli analizó la interna del Frente Amplio.
¿Qué análisis hace de los movimientos del FA respecto a la definición de la elección de su próximo presidente y las candidaturas que se manejan?
Primero de todo, creo que el objetivo principal que tiene el FA de aquí a los próximos seis meses es el referéndum (para derogar el art. 135 de la LUC). Todo lo que distraiga en la campaña del referéndum va en contra de la oposición y a favor del gobierno. A partir de ahí el FA tiene dos opciones en cuanto a su conducción y sobre todo la presidencia: o lo deja políticamente resuelto en las próximas dos semanas como mucho, o lo deja para empezar a discutirlo después del referéndum. Lo que no puede hacer es centrar la atención de la opinión pública en qué se hace, qué no se hace, si hay elecciones, si hay consenso, el candidato este, ese… en lugar de hablar del tema central que es el tema del referéndum.
Cuando yo digo definir políticamente, no es que se haya elegido al presidente. Es que si los grupos más grandes –MPP, Partido Comunista, la Vertiente, Fuerza Renovadora– oficializan el apoyo a un candidato, el tema se da por resuelto y no se discute más; pero el FA no puede estar todo el mes de setiembre, octubre y noviembre discutiendo cómo se elige, cuáles son los candidatos, el género. Si va a discutir todo eso es porque decidió perder el referéndum. Ese es el tema.
¿Qué relevancia tiene el rol del presidente FA en la actualidad política?
El tema es para qué es la presidencia del Frente. Si la presidencia es para administrar la estructura de los comités de base es una cosa; y otra es que las decisiones que se vayan a adoptar y la estrategia que se vaya a decidir en el Parlamento, se resuelvan en una autoridad central donde esté la presidencia. El tema es que, a partir de designar, por ahí va a ir la conducción central del FA.
El FA necesita tener, como tuvo toda la vida, dos niveles de conducción: el nivel digamos cotidiano, que podrían ser las autoridades formales; y después un nivel donde se reúnen las cabezas de los cuatro, cinco, seis grupos. Eso pasó en la época de Liber Seregni que se llamaba “grupo consulta” y en la época de Tabaré Vázquez que se decía las “cabezas de lista”. Esa reunión de los líderes con el presidente del FA es la conducción estratégica a largo plazo, y la otra, en un segundo nivel, es la conducción del día a día, donde incluso está la conducción parlamentaria. En esa conducción tiene que estar el funcionamiento de la Intendencia de Montevideo y de Canelones, porque no pueden ser ruedas separadas.
En el caso de que se concrete la presidencia de Pereira en el FA, ¿cómo quedaría parada la Central Sindical respecto a su independencia política?
Que se pase de los organismos sociales –no importa si son de trabajadores o de empresarios– a la política no es ninguna anormalidad; y ha pasado en todos los partidos tradicionales. Pepe D’Elía siendo presidente del Pit-Cnt, sin dejar ese cargo, fue candidato a la vicepresidencia de la República por el FA en 1984; Oscar Andrade fue candidato presidencial y candidato al Senado habiendo salido de la primera fila del movimiento sindical; Eduardo Brenta que fue ministro de Trabajo surgió del movimiento sindical; Juan Castillo, exministro de Trabajo y senador, salió del movimiento sindical; Eduardo Bonomi también fue dirigente sindical; y Susana Dalmás fue dirigente del sindicato (Sutel), que tuvo el rol más importante en promover el referéndum contra la ley de empresas públicas en 1992 y después fue senadora. También (Fernando) Mattos pasó de la Asociación Rural a ser ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca por el Partido Colorado.
El movimiento sindical encontrará el reemplazo de Fernando Pereira. En Uruguay, el sindical no es un movimiento que haya tenido una tradición caudillista. Ha habido dirigentes tipo caudillos en determinados gremios específicos, pero la central sindical nunca tuvo un gran caudillo. Siempre fue una dirección colectiva, con personalidades de mayor relieve o menor relieve. Hay una línea de conducción más fuerte que cualquier nombre, y hay nombres para reemplazar a Pereira sin problemas.
¿Qué características y qué potencial tiene Pereira para la política partidaria?
No es fácil el pasaje de la conducción sindical a la política partidaria o al revés, porque son escenarios distintos. Una persona que sea muy eficiente en la política sindical puede no funcionar en la política partidaria; o al revés, una persona que se maneja muy bien en la política partidaria y entra al mundo sindical y no sabe moverse. Lo mismo digo respecto al mundo universitario. No necesariamente moverse bien en el mundo universitario asegura moverse bien ni en el plano sindical, ni en el plano político partidario. Son especializaciones distintas.
Fernando Pereira va a tener que hacer un poco de reciclaje, porque no es lo mismo. La ventaja que tiene es que el Pit-Cnt obliga, y la conducción del FA también, a hacer un juego muy importante de negociación, mediación y síntesis interna, y también hacia afuera; y Fernando Pereira se ha manifestado, adentro del sindicalismo, adentro de la izquierda, y en relación al gobierno, por ejemplo, como un hombre de mucho diálogo y además muy moderado en sus formas. Entonces en ese aspecto da la impresión de que tiene condiciones.
La diferencia entre la recolección de firmas y el referéndum, es que en la recolección de firmas cuenta mucho el aparato, pesa mucho lo social. Ahí tuvieron más peso los movimientos sociales. En el voto, que es obligatorio – por lo tanto, todos van a ir– lo que importa es el papel de convencimiento (por supuesto que son importantes los movimientos sociales y la militancia) y por eso es muy importante todo lo que es el debate público. En un referéndum el grueso de la gente, los votantes sobre todo sueltos, se guían por los dirigentes políticos. Entonces que el dirigente 1 del FA sea el mismo que estuvo en la recolección de firmas da una continuidad al proceso. Pero tiene que definirse con mucha rapidez, porque si siguen en la discusión se va a ensuciar lo del nombre de Pereira, se va a ensuciar la conducción del FA y va a quedar de lado el referéndum.
Una vez que quede atrás la pandemia, ¿cómo va a ser la dinámica política entre el gobierno y la oposición, y cuáles son los temas que van a resurgir?
Pasada la pandemia empieza a tener mucha más fuerza el día a día de los uruguayos. Por un lado, está la seguridad pública que es un tema fuerte a favor del gobierno por la percepción favorable de la opinión pública, y por otro, pasa a tener mucha importancia todo lo que se puede llamar la economía familiar o personal: el trabajo, el dinero que entra en los hogares, los precios de los alimentos y la canasta familiar. Tiene importancia también todo lo relacionado con la pobreza, donde la alimentación, las ollas populares aparecen como un tema clave. Esto está muy relacionado también con el referéndum. No porque esté o no en la LUC, sino porque el referéndum, que termina siendo un acto electoral de medio período por el momento en que ocurre, es, –quiérase o no, aquí y en el mundo– un juicio donde se juzga a favor o en contra del gobierno. Entonces lo que sea bueno o malo de la situación económica personal o familiar, va a jugar a favor o en contra del gobierno, o a favor o en contra de la oposición.
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