La Federación Uruguaya de la Salud (FUS) realizará este 25 de setiembre una movilización para poner en el tapete lo que está ocurriendo con el Sistema Nacional Integral de Salud (SNIS), el cual tiene un déficit creciente. La Mañana dialogó con el secretario general de este gremio, Jorge Bermúdez, para conocer cuáles son las principales preocupaciones de los trabajadores de la salud frente a este hecho.
¿En qué marco se realizará la movilización nacional del 25 de este mes?
Lo primero es nuestra enorme preocupación por la actualidad realidad que vive el SNIS, con muchas dificultades en la atención de la población. Además, creemos que se están perdiendo los fines originarios: que el conjunto de la población reciba la misma calidad de atención independientemente de su situación desde el punto de vista contributivo. Esta movilización también la realizamos en un momento en el cual el sistema de salud no está en la discusión política, no está en la agenda. Eso no es muy entendible tras la pandemia, que se enfrentó con un SNIS como base para el combate exitoso de ella. Tampoco está en la discusión pública que la gente tiene que esperar meses para que la vea un especialista o esperar horas en puertas de emergencia, muchas veces porque no hay camas disponibles. O que haya instituciones en situación de dificultad como el Casmu. La realidad del SNIS no forma parte del debate político.
¿Qué acciones ha tomado la FUS frente a esta realidad?
Convocar al llamado Diálogo Nacional en Salud, que presentamos en julio en la Torre de las Comunicaciones. Ahí invitamos a todos los actores sociales que integran el SNIS y aspirábamos a generar un documento en el que todos pusieran su opinión y perspectiva. Pero no lo logramos. El documento que hemos formalizado lo construimos los trabajadores de la salud privada y seis organizaciones de usuarios, en el marco de un Frente Social en Salud. También solicitamos entrevistas a los candidatos presidenciales. Ya fuimos recibidos por Pablo Mieres del Partido Independiente y en los próximos días nos reuniremos con el resto.
¿Cuál es el objetivo de esas reuniones?
La entrega de un documento que es una guía sobre el SNIS. No es la verdad revelada. Es un aporte que proponemos los trabajadores y los usuarios para que el gobierno que asuma el 1º de marzo del año próximo tenga claramente una visión de por dónde ir, ya que va a tener que haber necesariamente una discusión sobre el futuro del SNIS.
En la convocatoria para el próximo 25, dan una alerta sobre lo que puede pasar con el SNIS. ¿A qué se refieren?
Hay que discutir sobre la base de la realidad actual. Hay un sistema que se aprobó en 2007 y hoy necesita cambiar algunos aspectos. Uruguay invierte el 9,3% su PBI en salud. El sector privado mueve en torno al 5%. Hay que discutir a qué se debe el déficit del Fonasa y preguntarnos si no tienen nada que ver los salarios estrafalarios de algunas especialidades médicas, el financiamiento de las nuevas tecnologías y qué peso tienen estos elementos en el funcionamiento de las instituciones. Debemos recordar que los pilares básicos de la creación del SNIS fueron tres: cambio de atención, de modelo de gestión y de modelo de financiamiento. Básicamente, el único cambio profundo que se ha dado es en el financiamiento. La atención y gestión no han tenido avances. Se atiende a demanda, es decir, la prevención en salud no es el principal elemento. En este país se prioriza el tercer nivel de atención (con la sobre especialización), o sea cuando uno ya está enfermo, y no el primer nivel, que es prevenir la enfermedad. En los países donde funcionan con mayor eficiencia los sistemas de salud priorizan el primer nivel y no el tercero. La movilización del 25 es entonces otra pata del mismo objetivo: visualizar cuál es la situación del SNIS, sus perspectivas y las propuestas para evitar que quiebre. Queremos ser muy medidos y no generar en medio de la campaña electoral ninguna opinión. La campaña que la FUS emprende está por fuera de cualquier bandería política y como prueba debemos recordar que hemos sido críticos con el funcionamiento del sistema en el último gobierno del Frente Amplio.
La FUS representa a los trabajadores no médicos. ¿Cuál es la situación de los trabajadores de la salud?
Un aspecto fundamental para nosotros es la capacitación. El Estado, a través de Ministerio de Salud Pública o mediante la Facultad de Enfermería, por ejemplo, debe jugar un papel clave en la formación del recurso humano, particularmente de enfermeros. El problema es que el Estado hace tiempo que resignó su papel y el mercado se ha hecho cargo de la capacitación. Hoy tenemos trabajadores con salarios relativamente bajos y eso lleva a que en enfermería el 28% de la fuerza de trabajo tenga por lo menos dos empleos.
¿Saben cuánto se destina del presupuesto de salud a los trabajadores que no son médicos o a la tecnología?
En materia de masa salarial, el sector médico y no médico, pesa lo mismo. Pero cuando uno ingresa dentro del sector médico a ver dónde se concentran los mayores salarios, allí está la diferencia. Creo que en ese punto tiene mucho que ver la Facultad de Medicina. Hay que discutir muy a fondo cuál es el papel del médico. ¿Es juntar plata para irse de vacaciones a escalar el Himalaya o es parte de todo un proceso sanitario en el cual tiene el papel fundamental de desplegar su sabiduría al servicio del conjunto de la población? No nos olvidemos que, en Uruguay, como en muy pocas partes del mundo, el estudio de una carrera universitaria (por suerte) sigue siendo gratuito. Creemos que hay que devolverle a la sociedad lo que le brinda a la persona durante su etapa de estudio y lamentablemente eso no pasa. Para algunos, la salud es un sector más de acumulación de capital. Si bien tenemos claro que vivimos en una sociedad capitalista, también tenemos claro que el papel de los trabajadores de la salud debe tener como eje central la atención de la persona con un profundo sentido humanista. En ese marco, entendemos que hay que cambiar y poner el acento en la formación de recursos humanos, ya sea desde una enfermera o enfermero, el de una tisanería que trabaja en la cocina de una institución y el de un médico. Todos son parte de un equipo de salud y como tal deben ser cuidados y tratados.
El gasto en salud es de más de un 9% del PIB, con un déficit de 800 millones de dólares por año, que debe poner el Estado en el marco de una atención no del todo buena. ¿En qué puede desembocar esta situación si no se hace una corrección?
Puede terminar en el quiebre de instituciones. En este período quebró Casa de Galicia, por una pésima gestión que duró décadas, y estamos en una situación muy difícil en el Casmu. Pero el tema de los salarios, en algunos sectores en particular, tanto gerenciales como el llamado acto médico anestésico-quirúrgico, tiene un peso muy grande en el financiamiento de las instituciones. Y ese peso es insostenible. Si no se discute de verdad en el próximo gobierno cómo cambiar todo eso, el sistema va a caer. Vamos a presenciar una caída masiva de instituciones y un grado de conflictividad muy grande. Esa es nuestra preocupación y no comprendemos cómo algunos candidatos a presidente de la República están lejísimo de los temas de la salud. Que alguien diga que no tiene lugar en la agenda para hablar del futuro de la salud es complicado de entender.
La pregunta que surge es ¿dónde están los 1900 millones de dólares que se ponen al año para la salud?
Estamos hablando, por ejemplo, de tecnologías de alto costo, que a veces se utilizan más para el marketing que para la atención y del salario de algunos profesionales y de administradores dentro de las instituciones. También la falta de coordinación entre el sector público y el privado, ante la que al final ASSE termina pagando por la atención de sus afiliados al sector privado, porque a veces no tiene la tecnología. Eso también son elementos en que se va el dinero. Vimos cómo el cambio del modelo llevó a que las instituciones cobraran constante y sonante del Fonasa, pero después tenemos tres meses de espera para ver a un especialista. Están los costos de las especialidades médicas, que a veces cuesta entender, ya que se ha sobrespecializado: uno ahora le atiende los dedos si se los fractura, otro los codos, otro la rodilla, otro los tobillos y debemos tener presente que sobre todo eso se factura. Y del norte del río Negro hacia arriba, ni que hablar, eso es otro Uruguay. Allí el enriquecimiento con la salud es brutal. Algunos actores de la salud ahora también se dedican a cultivar soja, criar ganado y hasta meterse en política, los que los hace los nuevos dueños del pueblo. Tendrán buenas intenciones, pero es una realidad que no puedo dejar de mencionar.
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