La educación es una de las piedras angulares de la identidad nacional y por tanto preocupación primerísima de cualquiera que pretenda tener incidencia en el quehacer del país. La experiencia personal de treinta y ocho años dedicado a la docencia universitaria, nos llevan a concluir que existe unas imperiosa necesidad de cambiar algunos rumbos en la materia, para volver a tener orgullo de los niveles de excelencia de nuestra educación, particularmente la pública, que supimos ostentar en el pasado y que lamentablemente en el presente nos muestran, a todo nivel, en posiciones de rezago respecto a otros países que hasta no hace mucho envidiaban la calidad y extensión de nuestra educación.
Mucho hablamos de nuestros próceres pero poco recordamos de su pensamiento y particularmente sobre tópicos que aún hoy tienen actualidad. Como nos gusta inspirarnos en Artigas, queremos empezar por recordar sus palabras en el sentido que “los jóvenes deben recibir un influjo favorable en su educación para que sean virtuosos y útiles a su país”. Por cierto que este influjo favorable no lo van a recibir de quienes entienden que los símbolos nacionales, himno, bandera, escudo etc. no merecen respeto como representativos de nuestra nacionalidad. Esta inaceptable afirmación descalifica de base a cualquiera que pretenda ejercer la docencia en cualquier nivel de la educación pública. Pero además es imprescindible no solo afrontar la docencia con espíritu patriótico sino además es imprescindible infundirle entusiasmo a los educandos por el estudio de las disciplinas y materias que cursan. El docente no solo tiene la obligación de trasmitir conocimientos, orientar en la búsqueda del saber, sino también la de estimular al educando sobre las proyecciones de futuro de su esfuerzo. Lamentablemente hemos conocido a demasiados mercaderes del pesimismo o articuladores del derrotismo, disfrazados de docentes.
Claro que el país debe hacer un gran esfuerzo por encuadrar a la mayor cantidad de jóvenes posible, en las instituciones educativas. Para ello, no solo es necesario contar con los locales adecuados, sino jerarquizar la docencia, no solamente a través de remuneraciones adecuadas, sino también a través de una profesionalización creciente, favoreciendo la permanente actualización de conocimiento de los docentes. A tales efectos, entendemos del caso recurrir incluso a la contratación de docentes nacionales o extranjeros, con experiencia en países del primer mundo, que coadyuven a que vislumbremos nuevos caminos, particularmente en el campo de la ciencia y la tecnología, que hoy por hoy son determinantes en el progreso de las naciones. En tal sentido no puede olvidarse la experiencia que tuvo el país con la llegada al mismo de un técnico como Alberto Boerger, que determinó un antes y un después en materia de investigación agropecuaria.
Es imprescindible un sistema de becas que estimule a docentes y educandos a lograr metas de excelencia, ya que somos contrarios a toda práctica que institucionalice la mediocridad o castigue el afán de superación. Debe favorecerse la integración de la enseñanza pública y privada a todo nivel, ya que ambas son caras de una misma moneda y no tienen por qué estar en competencia, o peor aún enfrentadas, sino que deben articularse como complementarias, con un generoso programa de becas e intercambios estudiantiles y docentes.
En lo inmediato, sin pretender agotar las numerosas iniciativas que pueden llevarse a cabo en la materia, es imprescindible dar oportunidades de formación para el trabajo mediante cursos cortos, que habiliten una salida laboral inmediata a grandes sectores de nuestra población que requieren una capacitación que les permita insertarse en el mercado de trabajo o permanecer en el mismo, actualizando o perfeccionando conocimientos. En tal sentido hay iniciativas exitosas en la materia y proyectos desoídos por mezquinos intereses políticos, más interesados en perpetuar la frustración que en coadyuvar a superar las dificultades.
Como habituamos decir, son muchas las cosas que pueden hacerse y ello solo depende de nuestra voluntad en superar las dificultades del momento.