Un estudio solicitado por Unicef indicó que el Inisa mejoró sensiblemente los números relacionados con la violencia, los intentos de suicidio, las crisis de angustia y la toma de medicación por parte de los adolescentes internados. En diálogo con La Mañana, Rosanna De Olivera, presidenta de la institución, contó que el foco de su gestión está en extender los derechos humanos de los jóvenes y que los cambios se lograron con el mismo presupuesto y funcionarios que los de la gestión anterior.
El Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (Inisa) mejoró en los últimos tres años la calidad de vida de sus internos, según indica un informe realizado por la consultora Equipos Consultores a pedido de Unicef.
El estudio, denominado Censo de Población Adolescente en Privación de Libertad y Capacidad de Respuesta del Inisa, fue elaborado a raíz de una encuesta realizada en noviembre de 2021 a casi la totalidad de los adolescentes, y mide la capacidad de la institución de cubrir las demandas de los internos. También incluye datos comparativos de una encuesta similar realizada en el año 2018. “Nos sorprendimos gratamente porque los números fueron muy positivos, incluso en comparación con un año de pandemia, y eso demuestra el esfuerzo que realizó la institución para lograrlo”, subrayó Rosanna De Olivera, presidenta de Inisa.
“Los intentos de eliminación bajaron un 40%, son datos muy fuertes”, destacó De Olivera e hizo referencia a que la gran mayoría de los internos son masculinos, el género que más se suicida en Uruguay.
En otro orden, la percepción de que los conflictos entre compañeros del centro se resuelven de forma violenta descendió de un 67% en el año 2018 a un 44% en 2021, como también se registró una caída en la incidencia de episodios de angustia o crisis nerviosa desde su ingreso al centro, que pasó de un 43% a un 27%.
También descendió la proporción de adolescentes que consumen medicación, pasando de un 56% a un 49%. De Olivera señaló que se cambiaron los procesos de administración de medicación y descendió el consumo en pos de más realización de ejercicio físico.
De igual forma, se registra un descenso en la cantidad de adolescentes que expresaron haber tenido algún problema de salud desde que ingresaron al centro o de haber sufrido un ataque de angustia.
Mejoró el clima de convivencia
Igualmente, aumentó la cantidad de adolescentes que evalúa como “muy bueno” el clima de convivencia con adultos. En el año 2018, el 39% dijo que había vivido una experiencia de malos tratos (humillación, golpes, restricción de comida) por parte de adultos. En el año 2021 este número descendió a 20%.
Respecto a las situaciones de violencia entre adolescentes, mientras que en el año 2018 el 67% resolvía sus conflictos peleando, en el año 2021 solo el 44% lo hizo.
“En uno de nuestros centros, el Centro Sarandí que hasta hace un tiempo los jóvenes no se podían cruzar en un pasillo, mejoró sensiblemente la convivencia de sus internos. El pasado domingo, Día del Niño, los 20 jóvenes estuvieron en el jardín disfrutando con sus familias sin ningún problema”, indicó. También mencionó el ejemplo de las competencias de rugby entre jóvenes de distintos centros. “Si antes dos chicos del mismo centro no se podían cruzar, menos podían hacerlo dos jóvenes de centros distintos”, explicó la presidenta.
De igual forma, aumentó el conocimiento de la existencia de un reglamento interno de convivencia en el centro en los últimos tres años. Además, se observan “mejoras significativas” en las percepciones sobre la limpieza de los centros, la ventilación e iluminación de las celdas y la disponibilidad permanente de agua caliente en las duchas.
El foco en el deporte
Uno de los cambios incorporados en la última gestión refiere a la reducción del tiempo que pasan los adolescentes dentro de la celda. Mientras que en el año 2018 era de un 51%, en 2021 fue de 23% la cantidad de jóvenes que están más de 18 horas diarias dentro de una celda.
“Apostamos a incrementar otro tipo de actividades, como el deporte. Duplicamos la inversión en este rubro, se realizaron más canchas de rugby y de futbol en Colonia Berro y apostamos por insumos deportivos, porque de alguna manera teníamos que mantenerlos activos. Son adolescentes, están en una etapa de crecimiento y vienen de entornos violentos”, explicó la presidente.
De esta forma, la presidenta de Inisa aseguró que el foco de la política está en aumentar el acceso a los derechos humanos. “Desde que me levanto hasta que me acuesto estoy pensando en qué asuntos puedo incorporar, qué convenios puedo llevar adelante y qué estrategias puedo establecer para que estos adolescentes tengan un pasaje por el sistema que se transforme en una oportunidad”.
Con las mismas herramientas
Consultada con respecto a qué herramientas contaron para realizar estos cambios que se ven reflejados en los resultados del informe, De Olivera respondió que “muy pocas, las mismas que antes” y enumeró: “el presupuesto que recibimos fue el mismo y los funcionarios también, lo único que hicimos fue definir la situación en la que estábamos y pensar en cómo resolver el problema. Nos apoyamos mucho en el deporte y en tratar de solucionar los problemas, de ser eficientes en la respuesta y ser creativos, y expandir la búsqueda de apoyo institucional a través de convenios o empresas”.
A la vez, manifestó: “No es que no se necesite dinero para cambiar, porque sí necesitamos, pero a veces es trabajar desde la consciencia, con todos los elementos del sistema, el cambiar la forma de vincularnos y comunicarnos”.
En este trabajo se enmarca la formación para los cuidadores de los centros lanzada recientemente por el Inisa, pero también un cambio en la forma de vincularse. “Estos resultados los logramos con los mismos funcionarios que la gestión anterior. A veces es solo cambiar la actitud, enviar una línea clara y si hay resistencias, insistir y explicar que eso va a bajar la violencia y luego no van a tener que vivir un motín ni te van a agredir”, dijo.
El desafío de la continuidad
En cuanto a los desafíos para este año, De Olivera señaló que buscan consolidar un sistema de gestión para tener datos certeros y científicos de todas las historias de los adolescentes por su pasaje en el sistema. “Sin ello es muy difícil pensar en las políticas públicas”, calificó.
También habló sobre expandir las herramientas enfocadas hacia el momento de egreso de los internos. En este ámbito, contó que están trabajando junto al Ministerio de Vivienda para que los jóvenes a su egreso puedan tener algún subsidio para alquilar o mejorar alguna vivienda en caso de que su familia tenga un terreno.
“Nos preocupa muchísimo dejarle las redes tendidas para que cuando salga continúe con el trabajo o el estudio que tenía o que pueda acceder a una vivienda. Sabemos que volver a su lugar de origen es complejo porque si lo volvemos a mandar al lugar donde estaba vinculado al delito o al narcotráfico, es difícil que se sostenga. Y, en este caso, por más buen trabajo que hayamos hecho, si esto sucede, no sirvió para nada”.
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