Es médico de profesión, pero dedicó gran parte de su vida a la política. ¿Cómo fue ese proceso?
Fue paralelo a la formación médica. A los 16 años, en el 79, cuando ingresé en cuarto de bachillerato en el Juan XXIII, comencé un camino de militancia social. Estábamos en plena dictadura y trabajábamos en los oratorios salesianos con gurises carenciados, en promoción social y recreación. Al mismo tiempo empecé la militancia política en la Coordinadora de la Juventud del Partido Nacional (PN). Después ingresé en facultad en el año 83, enseguida fui delegado de la generación y luego integré el Consejo Directivo Central universitario, el Ejecutivo de la FEUU. Hice toda la carrera a la par de la militancia gremial fundando la CGU. Fueron dos caminos paralelos la militancia política con la formación académica.
“La estigmatización de algunos sectores políticos sobre las FFAA llevó a injusticias, porque el 50% de los soldados está por debajo de la línea de pobreza”
¿Por qué el interés en la medicina?
Porque es la vocación que tengo desde que me conocí, siempre lo tuve claro.
Se formó como médico pero al poco tiempo de recibido asumió como diputado. ¿Cómo era acompasar ambas profesiones?
Tenía un método: cuando faltaba un mes para los exámenes iba descartando las reuniones que tenía, y faltando 15 días me dedicaba al estudio y dejaba la militancia, me tomaba licencia de 15 días y así fui llevando toda la carrera. Después fui compatibilizando el ejercicio de la medicina con la militancia política, hasta que llegó un tiempo en que se dificultó más.
¿Cuándo se dio ese quiebre?
Cuando nacieron mis hijos. Para mí era imposible compatibilizar la militancia, la profesión y la familia, entonces me concentré en mi otra vocación que es la política, pero siempre tuve las dos vocaciones muy agarradas de la mano. Hoy notoriamente elijo la política, donde trabajo las 24 horas del día.
Lo que no quita que la vocación por la medicina siga vigente.
Obvio, además creo que tienen vinculaciones muy notorias, sobre todo en el aspecto social.
¿Qué es para usted la política?
Es el servicio público. Es la forma más importante de servir a la gente.
Cómo médico, ¿qué visiones cree que le puede aportar a la actividad política?
Creo que todas las profesiones tienen sensibilidades importantes. La sensibilidad de la actividad política, sobre todo en la cercanía con las personas en situaciones límite, genera el querer hacer un poco más. Eso se hace desde el ámbito político, porque como médico se trata a una persona, pero como médico ejerciendo la política, uno puede tomar decisiones que tratan a mucha gente al mismo tiempo.
¿Qué podría destacar de su pasaje por el Senado en el último período?
No está bueno que lo destaque yo, pero me gusta trabajar, soy una persona que dedica muchas horas del día al trabajo, los siete días de la semana, con mis aciertos, que son pocos, y con mis equivocaciones, que son muchas. Aun aquellos que están más enfrentados a mis posiciones, reconocen que soy muy trabajador y que lo hago con mucha dedicación.
¿Qué remarca y qué le quedó pendiente de las áreas en las que trabajó?
Yo trabajé básicamente en tres áreas: defensa, salud y seguridad. En la primera, traté de hacerlo en tono de unidad nacional, es decir, de hacer ver que la visión que algunos sectores políticos tenían sobre las Fuerzas Armadas (FFAA) y los soldados, los discriminaba, por enfrentamientos de hace 60 años. Esa estigmatización llevó a injusticias, porque el 50% de los soldados está por debajo de la línea de pobreza. Le dediqué mucho a eso y creo que se ha avanzado bastante.
En cuanto a la salud, he dedicado mucho tiempo a lograr la bonificación de los precios de alimentos para la comunidad celíaca, pero es de las cosas que me quedan pendientes. Yo fui el autor de la Ley de Alimentación Saludable en los Centros de Enseñanza. Es algo que me compromete mucho, así como lo de los celíacos. Esto último quedó pendiente porque los gobiernos del Frente Amplio (FA) no tuvieron voluntad de trabajarlo.
En lo que respecta a la seguridad pública, pudimos hacer muchas cosas, pero otras nos quedaron en el tintero porque no hubo voluntad política. Así son las reglas de juego, había mayorías y no me quejo, pero hubiera querido avanzar más.
“Es notoria la complicidad política, económica, comercial y de otro tipo que tuvieron los gobiernos del FA y algunos sectores en particular con Venezuela”
Dice que algunos sectores políticos tienen una visión que estigmatiza a las FFAA. ¿Cómo cree que la sociedad las percibe?
Los uruguayos tienen una opinión muy favorable del trabajo social que hacen las FFAA, muy vinculado a las tragedias climáticas que se dan cada vez con mayor frecuencia, como las inundaciones, los tornados, los incendios. En Montevideo la sociedad es más fría y distante, pero en el interior, el soldado es parte de la sociedad; es como el maestro, el profesor o el funcionario del Poder Judicial. Hay sectores dentro del sistema político que todavía viven con esa discriminación y ese prejuicio hacia las FFAA, que es injusto.
¿Qué lo llevó a abandonar el sector de Larrañaga para integrar el de Lacalle Pou? ¿Qué veía en él?
En aquel momento coincidía con Luis en la voluntad de dar un paso que rompiera los moldes en la política interna del PN. En el partido caminábamos por andariveles paralelos que nunca se tocaban, ni en el infinito. Los sectores históricos tradicionales, el herrerismo y el wilsonismo, se encontraban el día de la elección y muchas veces hasta parecían partidos diferentes. Con Luis encontramos la misma vocación de mirar más para adelante que para atrás y fundamos un sector multicolor, con diferentes historias y matices, donde nos mezclamos wilsonistas, herreristas y gente que venía del FA y de otros partidos. Eso cambió la tradición histórica del PN y se le sumó la necesidad de un discurso nuevo y una renovación política. Estuvo a punto de fructificar en la elección pasada, pero coaguló en este período. Independientemente de nuestras trayectorias y pertenencias sectoriales, que antes las hacíamos valer más, hoy todos nos sentimos parte de un lugar común.
Como excandidato a la Intendencia de Montevideo, un departamento que se sabe que es difícil para pelearle al FA, ¿ve posible el triunfo de la oposición en mayo?
Estamos en días muy “fermentales” porque hay una esperanza nacional vinculada al gobierno de la coalición multicolor. Hicimos algo que es histórico, que es conformar una coalición política de cinco partidos. Nos decían que no iba a ser posible, lo hicimos; decían que esto no iba a durar, escribimos el programa de gobierno; decían que no íbamos a ponernos de acuerdo en el gobierno, resulta que yo, por ejemplo, tengo un subsecretario que es de Cabildo Abierto, el coronel retirado Rivera Elgue, con quien me voy a llevar excelente, porque con gente de bien y profesional, uno se lleva bien. Entonces, creo que ese cambio histórico va a empujarnos a que haya una correlación en Montevideo. Yo creo que una coalición en la capital tiene posibilidades de ganar. Así como hubo una vocación de cambio a nivel nacional, sin duda la debe haber a nivel departamental.
Ha sido uno de los dirigentes opositores más críticos con la situación en Venezuela. ¿Cómo observa lo que está sucediendo?
Es notoria la complicidad política, económica, comercial y de otro tipo (que seguramente nos enteremos en un tiempo) que tuvieron los gobiernos del FA y algunos sectores en particular con Venezuela. El FA y los gobiernos del Uruguay de los últimos 15 años, desgraciadamente fueron cómplices de un gobierno que ha sido criminal, que ha violado los derechos humanos, que ha perseguido, encarcelado y asesinado a opositores, que ha tenido más de 7.000 asesinatos extrajudiciales. De todo eso fue cómplice el gobierno del FA con su silencio. Ya sabremos el precio que pagó ese silencio. Lo último que le quedaba a la dictadura de Maduro era asaltar el Parlamento. Lo hizo; duró poco.
“Estamos en el límite en materia de recursos para la defensa y estamos enfrentados al narcotráfico, por lo cual las fronteras y nuestro espacio aéreo tienen que estar cubiertos”
¿Cree que falta mucho por conocer sobre los negocios con Venezuela?
Sí, claro. Por algo el FA bloqueó la Comisión Investigadora. Obviamente que vamos a saber. Hay gente del FA que conoce más Caracas que 18 de Julio y Río Negro.
¿Cómo tomó la propuesta de Lacalle Pou para ser ministro de Defensa, área en la que trabaja desde hace 15 años?
Con responsabilidad, convicción y con las ganas necesarias para abordar el desafío. Con Luis trabajamos estos cinco años juntos en la Comisión de Defensa. Aunque tenemos varios miles de kilómetros recorridos y de conversaciones en el auto, en la camioneta, en el hotel, nunca habíamos hablado de la posibilidad de que yo fuera ministro.
¿Qué medidas le parece fundamental impulsar desde ese ámbito?
Primero, vamos a trabajar con un paraguas que va a cubrir toda nuestra acción, que va a ser el de la unidad nacional y el de la paz.
Luego de la dictadura, desde el primer gobierno democrático hasta hoy, el presupuesto para la defensa fue descendiendo en relación al PBI. Ya está en el límite de lo que se puede otorgar en virtud de las misiones nuevas. La semana pasada, por ejemplo, se concretó la custodia de la franja fronteriza por las FFAA, que era una función que no estaba. Todos los eventos climáticos antes eran esporádicos y ahora prácticamente todos los meses tenemos uno.
Estamos en el límite en cuanto a recursos y, al mismo tiempo, con ellos tenemos que afrontar dos temas que no son menores: la situación de indefensión en la que se encuentra el país en materia de custodia de nuestros recursos acuáticos y riquezas naturales en el mar, porque tenemos barcos que tienen 60 años, y en el caso de la Fuerza Aérea, todo lo que significa el control del espacio aéreo y el crimen organizado. Estamos enfrentados al narcotráfico, por lo cual las fronteras y nuestro espacio aéreo tienen que estar cubiertos.
¿Va a ser un desafío el tema presupuestal?
Totalmente. Y el otro desafío que tenemos es el tema salarial. El personal de las FFAA es el más pobre de la administración pública y ha sido postergado por prejuicios ideológicos y políticos, pero nuestro programa de gobierno dice que vamos a trabajar para mejorar la escala salarial. No se les puede dar a las FFAA más misiones, más trabajos, prácticamente sin equipamiento y con pobreza salarial.
¿Qué espera para el futuro del país con el gobierno multicolor?
Estamos en una situación muy compleja desde el punto de vista económico, pero para contrarrestar esto veo un gobierno con un gran liderazgo. Creo que vamos a tener un gran gobierno porque vamos a tener un muy buen presidente de la República. Luis ha tenido la capacidad de ejercer el liderazgo en el PN, lo cual, como blanco con 40 años de militancia, sé que no es una tarea fácil, pero lo hizo. En segundo lugar, logró unir una coalición de cinco partidos políticos. Está preparado para los desafíos y con el temple y la madurez necesarios para enfrentar los problemas que vamos a tener.
Nuestro país va volver a ser respetado a nivel nacional. En materia internacional vamos a tener un Uruguay que no dude entre la democracia y la dictadura, que esté siempre del lado de la democracia.
¿Cómo encontró a Lacalle Pou en la reunión que tuvieron el pasado jueves?
Muy bien, con una calma y una serenidad propia de un líder que tiene claro el rumbo. Luis conduce con mano firme, con la flexibilidad necesaria para tener claro el destino del país. Lo vi muy tranquilo. Tiene el gobierno en su cabeza y tiene un proyecto político de país que está ansioso por poder empezar a ejecutar. Todos estamos convencidos del proyecto. El pluralismo vino para quedarse en Uruguay. Los 15 años de un gobierno legítimo pero de partido único, no le hicieron bien al país.
El valor de la familia
Javier nació en Jacinto Vera. Vivía en Bulevar Artigas y Guaviyú y recuerda haber tenido una infancia muy divertida. Fue a la Escuela México hasta quinto año, a partir de sexto fue al Colegio Maturana y después al Juan XXIII. De familia católica, asistía a la Parroquia del Reducto. También hacía mucha vida de barrio: jugaba al baby fútbol en el Club Londres y disfrutaba del carnaval. Iba al Club la Granja a ver los ensayos de la Milonga Nacional y tenía dos tablados muy cerca de su casa, donde veía frecuentemente a la murga La Soberana, censurada durante la dictadura.
Hasta el día de hoy mantiene el interés por el carnaval y suele ir al Teatro de Verano y a algún tablado en esa época del año. Además, cuenta a La Mañana que le gustan “las cosas sencillas de la vida”, como compartir en familia, ir al estadio, ver a Nacional y trabajar mucho. “Estoy satisfecho con lo que tengo”, asegura. Entre sus hobbies se encuentra el fútbol y, de tanto en tanto, ir a pescar, aunque cada vez lo hace menos.
La historia de sus padres fue de “amor a primera vista”, dice. Su papá era madrileño y su familia materna, de origen suizo, vivía en Uruguay. Su padre, que no había salido nunca de España, tenía como hobby conocer las fechas patrias de países y conseguir las banderas. Un 25 de agosto, Día de la Independencia de Uruguay, puso la bandera uruguaya en la vitrina de la Óptica García, propiedad de su familia y atendida por él en ese entonces, que estaba situada en la Gran Vía de Madrid. Ese mismo día paseaba por el lugar la madre de Javier junto a sus parientes, y al ver la bandera entraron a la óptica a preguntar quién la había puesto. Así fue como se conocieron y ese mismo año se casaron, en Uruguay. Estuvieron casi 60 años casados.
Su papá se empleó en el taller mecánico que tenía su abuelo, y su mamá era ama de casa. De más joven, ella había sido ayudante de cirujano en el Hospital Pasteur, y también secretaria de un embajador de Ecuador. Javier es el menor de tres hermanos. El mayor es Guillermo, de profesión abogado, y le sigue Margarita, que es agrónoma.
Hace 24 años que comparte la vida con Rossana, a quien conoció una noche electoral, más precisamente, en la elección del 94. A la una de la mañana, en medio del escrutinio, la vio y se preguntó quién era. No la había visto antes. Seis meses después se ennoviaron y al año se casaron. Tienen tres hijos: Belén, de 22 años, Alfonso, de 19, y Delfina, de 17.