La empresa subsidiaria de ANCAP que se ocupa de la división cementos es CDP –Cementos del Plata–. En anteriores administraciones se cometió un error estratégico al intentar actualizar las plantas de Minas y Paysandú al mismo tiempo, pues la asignación de unos US$ 250 millones: 150 en Minas y 100 en Paysandú, se diluyeron sin lograr objetivo final en ninguna. Con inversiones secuenciadas, se hubiera dispuesto de la mejora en costo de producción post-actualización en la primera para volcarlo a la segunda.
Esta planificación no se llevó a cabo. A la luz de los resultados es inexplicable –e imperdonable–. Solo se inician procesos en paralelo, cuando la asignación es suficiente y el control de costos se hace ajustado a presupuesto. En caso contrario, deben establecerse prioridades o de lo contrario sucede como en este caso, ambas plantas obsoletas y no competitivas.
Ahora comparemos por ejemplo con lo que ha invertido un nuevo competidor en el cemento. Con unos US$ 135 millones instaló una planta capaz de producir hasta 50.000 ton/mes, mientras para la planta de Minas era de 15.000 ton/mes. Es aún peor la comparación si tomamos el consumo energético, pues la planta “actualizada” no puede trabajar con áridos, por lo que aprox. un 30% de la energía que utiliza, se pierde en evaporar agua.
La sola mención de la expresada comparación, es más que suficiente para determinar que la palabra “administración” presente en la sigla, no ha sido ni por asomo respetada. Otro “ejemplo”, si se me permite el término, es el de la planta de Paysandú y la compra de un horno en unos US$ 70 millones, cuyo estatus actual, es el de una maquinaria incompleta y mal cuidada, cuya colocación y puesta en funcionamiento costaría aún más que la erogación inicial.
La situación de la planta de Treinta y Tres
La que, sin parecer la frutilla de la torta, pudiera terminar resultándolo, es la planta de Treinta y Tres. En la cercanía de esa ciudad, hay yacimientos de piedra caliza –componente exclusivo de la cal y mayoritario del cemento–, uno de los cuales, en su momento se consideró de los más grandes descubierto, me refiero al ubicado en Cerro Méndez, muy próximo al de un nuevo productor de cemento antes mencionado, el de Cerro Áspero, que tuvo en su momento una cotización de entre US$ 10 y 12 millones.
En Cerro Méndez, para tener una pauta, a ritmo máximo de extracción para satisfacer capacidad a tope de la planta instalada por CDP, según cateos y proyección, no se agota en menos de 30 años de explotación. Según lo expuesto, aún para quienes no tengan previo conocimiento, resulta clara la magnitud de evaluación de valor del yacimiento, el que explota CDP pero que es propiedad de ANCAP.
La referida planta industrial, que empezó a operar hace unos once años, significó una asignación de unos US$ 120 millones, y permite obtener un máximo de 18.000 ton/mes de cal viva. Se construyó sin un adecuado modelo de negocio ni plan estratégico y se instaló con el objetivo de cubrir necesidad de cal viva de un solo cliente en otro país (CGT, Brasil, lo que determina inestabilidad mayúscula a la hora de absorber variaciones provenientes del tipo de cambio) para una licitación a 10 años por unas 15.000 ton/mes.
Ese período, como todo, llegó a su fin, y, ante una nueva licitación a cinco años, se presentó oferta bajo circunstancias por demás curiosas: de no ser por un formulismo técnico impugnado, se hubiera perdido, y, ante esa eventualidad esperable, al no existir plan “B”, y al no tener amortizada la inversión por no haberse analizado debidamente en su momento el modelo de negocio, la opción que tenía todos los boletos era cerrar la planta.
Otro dato curioso, el costo de flete, para poder tener algo de utilidad en la sumatoria, bajó a menos de la mitad de lo inicialmente propuesto y la compañía encargada de la extracción de caliza bajó casi un tercio su tarifa; así y todo, los márgenes de utilidad para CDP y por ende para ANCAP y por transitividad al Estado y sus ciudadanos, no llega ni por asomo a cubrir lo esperable para una inversión de esa magnitud.
Debemos agregar, que para este período el volumen de cal recibido por el comprador en Brasil, ha descendido a menos de 2/3 de lo planteado en la primera licitación, en la actualidad por debajo de 10.000 ton/mes.
La planta de cal que hoy se percibe como la parte frágil de la trilogía CDP –Minas, Paysandú, Treinta y Tres– es justamente la joya de la corona, solo hay que explotar las posibilidades, ya que no tiene competencia al nivel del que tienen Minas y Paysandú.
Teniendo además un yacimiento más que razonable a disposición y con una capacidad industrial instalada que tiene a la fecha sin explotar el 50% de su potencial, nos lleva a concluir que se debe imperiosamente conseguir mercado para colocarlo –algo que no se ha hecho por años–, además de explotar lo más posible el 45% extraído no procesado, con productos calcificantes para suelos no solo en territorio nacional. Tal como nos compran la cal viva porque estamos cerca, Brasil requiere unas 5 ton/ha para encalado calcificador de suelos, y tiene con esa carencia 40 de sus 280 millones de ha productivas.
Para vender un bien lo peor que se puede hacer es mostrarlo desmerecido. Esforcémonos entonces en mejorarlo, por el camino veremos ya los resultados; tampoco es cuestión de desprenderse del mismo en actuales circunstancias, pues quedaríamos –los verdaderos dueños, los ciudadanos– con los 2/3 de peor pronóstico y expectativas.
(*) Director de ANCAP por el partido Cabildo Abierto
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