El gobierno actual se encuentra en medio de la discusión presupuestal, la que, ya anunciaron, será austera y apostará al ahorro fiscal. El camino elegido por las autoridades apuesta a la colaboración de empresas públicas para lograr un ahorro de USD 900 millones anuales en la administración.
El Presupuesto Nacional es el plan que determina cuánto dinero se va a destinar a cada área de gobierno y qué resultados se espera obtener. Considerando los ingresos que recibirá el gobierno, se define cómo se aplicarán para satisfacer las necesidades de la población: salud, seguridad, justicia, educación, entre otras.
La ley de Presupuesto es aprobada por el Poder Legislativo cuando comienza un nuevo período de gobierno. El presupuesto es revisado anualmente en el marco de una Ley de Rendición de Cuentas que puede incluir modificaciones en las cantidades o en el destino asignado al gasto público.
El gobierno presidido por Luis Lacalle Pou se encuentra en pleno armado del presupuesto. Las condiciones de este año no son las mismas que en 2010 y, mucho menos que en 2015. La pandemia, la crisis económica, el déficit fiscal sumamente elevado y algunos elementos sin resolver con los que se enfrentaron las nuevas autoridades son los factores que rigen el pensar presupuestal.
El politólogo uruguayo, Oscar Bottinelli, hizo una reflexión sobre el camino que ha tomado el nuevo gobierno para marcar el presupuesto de este quinquenio. Aseguró que el tema base es que no solo Uruguay, sino el mundo, se encuentra en una gran crisis económica. “La discusión presupuestal acaba de ser dada con mucha fuerza en Europa en estas semanas y es parte de la discusión en Estados Unidos también. Frente a esto se abren dos grandes caminos”, introdujo el entrevistado a La Mañana.
Un camino es en el que se invoca a quien fue un economista británico, John Maynard Keynes, que implica que la economía se recupera a través de apostar al gasto de dinero. “Lo dijo Ángela Merkel, la jefa de Gobierno de Alemania y su ministro de Finanzas, Olaf Scholz, que el dar dinero en ayudas sociales y en obras públicas es apostar a la solidez social y a la recuperación económica, porque ese dinero se reproduce”, explicó Bottinelli. Pero también señaló que esa visión implica ir a grandes déficits y endeudamientos para luego tener una recuperación. Por ese camino optó la Unión Europea.
Por otra parte, el segundo camino “es el más ortodoxo, es el camino del ahorro, la austeridad, la de bajar el déficit fiscal todo lo posible”, aseguró el politólogo. Esto implica recortes de salarios, de gastos, con la idea de que la economía se reconstruye a partir de un Estado que gaste poco. “Son visiones opuestas y cada uno considera cuál es la correcta. Para mí, en última instancia, es una opción política”, opinó.
Entonces, “a partir de esa opción política es que vendrá el presupuesto uruguayo, la postura tanto del partido de gobierno como desde la Oficina de Planeamiento y Presupuesto es ir por la vía ortodoxa, de recorte fiscal, de bajar el déficit todo lo posible y achicar gastos”, subrayó Bottinelli.
El desempleo es la principal preocupación de los uruguayos
Según una encuesta realizada por Cifra y publicada el pasado 27 de mayo, el principal problema del país es el económico. Este dato no es una novedad, no solo porque a la vista están algunos estragos económicos que generó la pandemia, sino porque el tema estaba sobre la mesa desde los primeros días de gobierno de la nueva administración.
En el documento se mencionan varios problemas vinculados a la economía: en primer lugar aparece la preocupación por la desocupación y el cierre de empresas (31%); en segundo lugar la situación económica general del país (21%); una minoría del 4% piensa que lo peor es la pobreza y la indigencia.
A esta situación, además, se sumaron las preocupaciones en la salud debido a la llegada de COVID-19. A finales del 2019 no era un tema de principal preocupación para los encuestados. En el mes de abril, en cambio, la salud pasó al primer lugar para el 44% de los uruguayos. Pero los resultados arrojaron que el 56% está más preocupado por la economía. En este marco, cayó abruptamente la preocupación por la inseguridad: de 53% que la consideraba el principal problema en noviembre pasado pasó al 10%.
“No hay casi países que no hayan salido golpeados. El dilema político que tiene Uruguay es el mismo dilema que tiene todo el mundo”, opinó Bottinelli
Hace unos días atrás se realizó una encuesta similar para poner a punto los temas abordados en el mes de mayo, y el resultado fue que el problema económico sigue ocupando el primer puesto. Entre los problemas económicos el que más se destaca es la falta de empleo, mencionado por el 26%. El segundo es el de salud, y en un tercer lugar cercano aparece la inseguridad. Todos los otros problemas aparecen en un segundo plano, incluidos los vinculados a la política y la educación.
En este momento de aumento de casos de COVID-19, algunos uruguayos se preocupan más por la salud que por la economía. Sin embargo, el problema de la inseguridad sigue aumentando en la percepción de la gente, aunque todavía está muy lejos del lugar que ocupaba el año pasado. En cuanto a la preocupación por la economía, mantiene el primer lugar desde mayo, pero disminuyó 17 puntos el porcentaje que la considera el principal problema.
En relación a este tema, Bottinelli sostuvo que la pandemia afectó a todo el mundo en su economía, “no hay casi países que no hayan salido golpeados. El dilema político que tiene Uruguay es el mismo dilema que tiene todo el mundo y la discusión que planteé de los dos caminos es la misma que se está dando globalmente”. Agregó: “que unos llegan con un déficit fiscal más chico o más grande es verdad, pero todos tienen una situación altamente comprometida. El déficit uruguayo que asume este gobierno es un poco más elevado que la de muchos países, está en la media de los Estados europeos”.
Jugarse la aprobación
En setiembre de 2015, el gobierno de Tabaré Vázquez estaba a pocos días de aprobar su presupuesto para el quinquenio. Ese año estaba marcado con expectativas económicas muy poco optimistas, y la “pulseada” entre sindicatos y el gobierno era notoria, además de los conflictos educación y la salud. La evaluación del desempeño de Vázquez se había deteriorado a principios de julio de 2015. Dos meses atrás, el 51% aprobaba su gestión y sólo el 20% la desaprobaba. Pero en ese momento la aprobación había caído 11 puntos, a 40%, y los que la desaprueban eran el 38%, casi el doble que en julio.
Si se comparan estos datos con los que se registraban cinco años atrás, durante la discusión del presupuesto anterior, el entonces presidente, José Mujica aún mantenía un alto nivel de aprobación, del orden del 60%. Los sindicatos, en cambio, tenían muchos menos juicios negativos entonces (46% en 2010, 54% en 2015).
Este año, a cuatro meses desde que Luis Lacalle Pou asumió la presidencia, tiene un índice de aprobación muy alto. El 66% de los uruguayos aprueba su desempeño y apenas el 19% lo desaprueba, según la misma empresa de las encuestas anteriores, Cifra.
Estos meses de gestión han estado marcados por la pandemia. Si se pregunta específicamente por la evaluación de cómo el gobierno está enfrentando esta crisis, los juicios son positivos respecto al presidente. Más de ocho de cada 10 uruguayos aprueban la forma en que el gobierno está manejando la pandemia. Mientras que un tercio de los votantes de la oposición aprueban la gestión de Lacalle Pou, casi dos tercios aprueban cómo el gobierno está enfrentando la pandemia.
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