Expertos en finanzas personales advierten sobre los peligros de los créditos al consumo y las tarjetas de crédito. También ofrecen consejos prácticos para evitar el endeudamiento, como llevar un registro de gastos y contar con un fondo de reserva.
A pocas semanas de que se cumpla el plazo para la recolección de las firmas que permitan habilitar el plebiscito por una deuda justa, el futuro de más de 650 mil uruguayos catalogados como deudores irrecuperables está en jaque. Para comprender cómo se cae en la espiral de la deuda y prevenir que más ciudadanos enfrenten estas dificultades, identificamos los mecanismos utilizados por las empresas prestamistas y acercamos nociones sobre finanzas personales que apuntan a encontrar alternativas a los préstamos o al crédito.
Rodrigo Álvarez es el creador de neuronafinanciera.com y autor de los libros Finanzas Ninja y Neurona Financiera. En su podcast semanal aborda una variedad de temas relacionados con las finanzas personales, incluyendo los créditos de consumo. En el episodio 21, específicamente, destaca el impacto devastador de estos créditos en muchas familias debido a sus altos intereses y su fácil accesibilidad. Álvarez advierte sobre el peligro de caer en un ciclo de endeudamiento: “Mucha gente termina pidiendo créditos para pagar los intereses de créditos previos por la presión que reciben [de los prestamistas] y entran en una calesita que eventualmente termina destrozando a su familia y comprometiendo muchísimo su futuro”.
El autor explica que existen dos tipos de instituciones que ofrecen créditos al consumo. El primero son las financieras, empresas ubicadas a pie de calle, cuyo negocio es ofrecer préstamos para comprar cosas. Para atraer clientes, suelen buscar personajes mediáticos asociados con el común de la gente para generar una identificación con el público y ganarse la confianza de la gente.
Estas empresas están controladas por el Banco Central del Uruguay (BCU) y sus tasas no deben ser superiores a lo que el BCU denomina la tasa de usura. “Sin embargo, el truco está en que pueden cobrar ciertas cuotas administrativas por el trámite, por ejemplo, y ahí es donde se pasan de esas tasas de usura”, señala Álvarez.
“Cuando una financiera dice ‘Te doy un crédito a sola firma con la cédula’, en realidad lo que está diciendo es: ‘Si tú vienes a pedirnos un crédito a nosotros quiere decir que en otro lado no te lo dieron, entonces somos tu última opción y te vamos a cobrar mucho por eso’. Por esto no piden ninguna garantía, ya que no les importa si vas a poder pagar o no, porque cobran tasas tan altas que hacen negocio por más que mucha gente no termine de pagar las cuotas o vayan a litigio para resolver el pago”.
“Los créditos de consumo son sumamente peligrosos porque nos pueden arruinar la vida y pueden comprometer nuestro futuro. Conozco muchos casos de gente que está muy complicada por este tema, así que tengamos mucho cuidado”, advierte Álvarez en su podcast.
El citado autor indica que las tarjetas de crédito emplean estrategias similares; de hecho, advierte que los intereses asociados suelen ser aún más elevados que los de las financieras en los préstamos al consumo. Sin embargo, las tarjetas de crédito están vinculadas a bancos que poseen un prestigio consolidado. “El gran tema con las tarjetas es que se puede optar por pagar el total o solo el monto mínimo. Al elegir pagar el mínimo, el banco o emisor comienza a aplicar intereses, que pueden significar duplicar el costo original de la compra”, explica el especialista.
Antes obtener una tarjeta de crédito era un proceso complicado, pero ahora se ofrecen con facilidad y cancelarlas puede resultar incluso más difícil que mantenerlas activas. Otro problema significativo es que a menudo no somos conscientes del gasto que realizamos con la tarjeta de crédito debido a la facilidad con la que se puede usar; sin ver directamente el dinero físico dejando nuestra billetera, perdemos la noción de cuánto estamos gastando. Por lo tanto, Álvarez recomienda mantener un registro meticuloso de los gatos que realizamos con este medio de pago.
Satisfacción inmediata vs. posponer la satisfacción
“Años atrás no había estas facilidades para comprar a crédito, antes se ahorraba para poder comprar. Hoy nos endeudamos. ¿Qué sentido tiene ahorrar? En vez de juntar el dinero antes, lo vamos descontando después. Esta es la visión sobre la que todo el mundo se para ahora, por toda nuestra mentalidad de que la vida es ahora y hay que disfrutarla”. La reflexión de Álvarez sobre la actualidad está vinculada al concepto de modernidad líquida que introdujo el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que se refleja en las tendencias de consumo contemporáneas: las preferencias cambian rápidamente y la constante búsqueda de novedad y la influencia de las redes sociales facilitan la adquisición y el descarte de productos según las tendencias del momento, generando un consumismo constante, volátil y superficial.
Para Álvarez, “no estamos pensando en que si gastamos todo ahora podemos comprometer o arruinar nuestro futuro”. En el mencionado episodio, el autor hace referencia al test del malvavisco, una prueba psicológica desarrollada por Walter Mischel en la década de 1960 para medir la capacidad de autocontrol en los niños, que consistió en ofrecerles un malvavisco y decirles que podían comerlo de inmediato o esperar un tiempo y recibir una recompensa adicional. Este experimento fue utilizado para estudiar la relación entre la capacidad de retrasar la gratificación y el éxito en la vida adulta. Los resultados demostraron que los niños que lograron resistir la tentación de comer el dulce de inmediato y en cambio esperaron para obtener una recompensa mayor obtuvieron mejores resultados en diversas áreas de la vida en su adultez, como mayor éxito académico, profesional y relaciones interpersonales más saludables. La capacidad de autocontrol se ha correlacionado con una mayor habilidad para planificar, manejar el estrés y tomar decisiones a largo plazo a partir de esta prueba.
“Esta habilidad de retrasar la satisfacción inmediata nos influye en las finanzas”, dice Álvarez, y considera que “controlar la ansiedad de tener las cosas ahora mismo por algo mejor a futuro nos ayuda. De hecho, está comprobado que cuando planificamos algo y construimos camino a esa planificación, ese algo nos hace mucho más felices”.
Para el autor, “es preferible ahorrar para comprar algo que pagarlo en cuotas, en particular con las cosas. Al final todo se trata de construir hábitos saludables. Tenemos que cambiar la forma en que consumimos y gastamos. Esto es muy parecido a hacer dieta o comer sano, y sin duda el crédito no es otra cosa que la comida chatarra de las finanzas personales”.
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