El 30 de julio se cumplieron 106 años de uno de los episodios cívicos de mayor importancia para nuestro país, la elección de la Convención Nacional Constituyente de 1916, lo que motivó la participación del senador Manini Ríos en la media hora previa de la sesión del Senado de este martes 2 de agosto.
El senador Guido Manini Ríos se refirió al 30 de julio de 1916, una fecha que “marcó la historia de nuestro país, ese día se eligieron los miembros de la Asamblea Constituyente que habría de modificar nuestra primera Carta Magna y fue en esa ocasión que por primera vez se ejerció el voto secreto en el Uruguay”, expresó, y consideró que “esta es una buena oportunidad de recordar el camino que condujo a esa jornada histórica”.
Recordó que “sin dudas que fue nuestra primera Constitución republicana, ya que consagraba en la letra la separación de poderos, pero excluía de la participación política a la inmensa mayoría de los orientales estableciendo que no podrían votar, entre otros, los analfabetos, los asalariados, los alcohólicos, los soldados. En definitiva -dijo-, no podrían votar quienes había forjado la libertad de este suelo siguiendo al general José Artigas o a sus lugartenientes en dos décadas de duras luchas. Solo el 5% de los orientales podrían votar”.
Esa exclusión propició “innumerables luchas sangrientas que se repitieron por más de siete décadas, haciendo necesaria la reforma al texto constitucional. Sin embargo, lo que marcó la jornada electoral de aquel 30 de julio fue el enfrentamiento entre dos corrientes: Una impulsada por el oficialismo alineada tras el expresidente José Batlle y Ordoñez que defendía su propuesta presentada en marzo de 1913 de instalar un Poder Ejecutivo colegiado de 9 miembros; la otra corriente, la anticolegialista, era impulsada por el Partido Nacional y un sector del Partido Colorado, el denominado Partido Colorado Gral. Fructuoso Rivera, que fue fundamental en este proceso al lograr que los blancos abandonaran su posición abstencionista que habían mantenido desde la revolución de 1904”.
El riverismo estaba dirigido por el senador Pedro Manini Ríos quien al frente de 11 senadores colorados se había opuesto al colegiado de Batlle, dijo.
Cuestionó a los historiadores que presentan al riverismo “como conservador”, pues omiten que el líder de ese sector fue el que “redactó junto a Domingo Arena, las principales leyes de contenido social de aquel período” como “la ley de las ocho horas y el descanso semanal en 1911, el programa de los derechos políticos e igualdad para la mujer, el Código de Trabajo con reglamentación del trabajo de mujeres y menores, el seguro de accidentes de trabajo, la capacitación de los obrero mediante la creación de escuelas técnicas, bibliotecas populares”, entre otras.
“Sin fundamento”, se ha repetido “que la separación de Manini de Batlle obedeció a un intento de frenar sus impulsos reformistas. Nada más lejos de la verdad”, enfatizó el líder de Cabildo Abierto quien subrayó: “La separación nada tuvo que ver con las reformas sociales. Se debió exclusivamente al proyecto colegialista”.
Volviendo sobre el acto eleccionario del 30 de julio, el senador dijo que “se aplicó la ley promulgada el 1° de setiembre anterior”, como la inscripción previa obligatoria, el voto secreto y el voto de los analfabetos.
Participaron con su voto casi 147.000 personas, “el triple de quienes lo habían hecho en la última elección; los anticolegialistas obtuvieron más de 80.000 votos y los colegialistas menos de 60.000 votos”. Fue la “primera vez que se ejercía el voto secreto, y perdía el oficialismo”, sintetizó.
Sobre el cierre de su intervención, Manini Ríos dijo que “las libertades públicas no nacen por generación espontáneas ni por ninguna declaración de buenas intenciones”, sino que “son resultado de muchas luchas, de muchas marchas y contramarchas, de muchos esfuerzos”.
“La jornada del 30 de julio fue posible por la actitud asumida tiempo antes por aquellos once senadores que más allá del aporte en votos supieron transmitir el ánimo necesario a los dirigentes del Partido Nacional para que convocaran y persuadieran a su gente a abandonar la abstención y comenzaran a dar la gran batalla cívica. Y es así que en poco tiempo se pasó de un cuerpo electoral de 50.000 personas a un electorado de 300.000 comenzando a cambiar la historia cívica del país”, concluyó.
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