Hace veintidós años, Alfredo Fratti ocupaba la vicepresidencia de la Federación Rural, precisamente cuando tuvo lugar el acto de la Concertación para el Crecimiento. En diálogo con La Mañana, recordó cómo se gestó esa gran reunión nacional. También señaló el atraso cambiario actual como un desafío similar al de aquellos años.
¿Qué quedó de aquel gran encuentro?
Al pasar el tiempo, uno piensa que es bastante real eso que la gente dice: el órgano más sensible del ser humano es el bolsillo. Había una crisis generalizada, falta de empleo, los sectores del agro estaban por el piso y afectó a los demás, como la micro y pequeñas empresas. Entonces, se conjuntaron necesidades colectivas. Frente a eso la pregunta era cómo sacábamos esto adelante. Por ejemplo, en el caso del Pit-Cnt no era discutir el salario, sino recuperar empleo y que las empresas pudieran funcionar. Creo que se logró concientizar de que había un problema que era colectivo y la necesidad de moverse de ese lugar donde se estaba. A su vez, muchas veces el tiempo hace lo suyo. Principalmente en el sector agropecuario. Si uno mira los valores de la tierra en aquellos años y lo que valían seis o siete años después, no tienen nada que ver. Eso permitió a mucha gente salir adelante, aunque por supuesto quedaron otros por el camino. En el sector agropecuario, decíamos que precisábamos tiempo, ya que en el largo plazo la tierra siempre se revaloriza y los valores se reacomodan en términos internacionales, que fue lo que ocurrió.
¿Cuál era en aquellos años su visión sobre lo más difícil para lograr ese encuentro entre todos?
Recuerdo que en aquella época había una dificultad grande, por ejemplo, en los extremos. Juntar los rurales con el Pit-Cnt parecía una cosa casi imposible, no sé si por una cuestión cultural o de cómo somos y cómo cada uno ve al otro. Sin embargo, logramos hacer una declaración y un acto en conjunto, al que casi mil caballos vinieron desde el interior. Y estaban también las micro y pequeñas empresas, las empresas aseguradoras, los sectores del turismo. En definitiva, todos los sectores de la sociedad y, sobre todo, con una presencia muy fuerte de las micro y pequeñas empresas. Estábamos todos con una preocupación de qué iba a pasar con ese país que claramente tenía un deterioro abismal. No había tampoco que esperar efectos concretos inmediatos porque eso nunca ocurre. Me parece que este tipo de movimientos tiene un proceso. En medio de eso hubo un cambio de gobierno, en 2005, y eso ayudó, porque si ves las barbas de tu vecino arder, ponés las tuyas en remojo. O sea, frente a lo ocurrido, el nuevo gobierno tenía que prestar atención a lo que pasó, si no hubiera sido muy miope no entender el fenómeno que estaba ocurriendo.
¿Qué puede comentar de los actores que llevaron esto adelante, en especial la Federación Rural que usted integraba?
En esa época la Federación Rural tenía una presencia gremial importante a nivel país, con todas las gremiales movilizadas. Me acuerdo también de Hugo Manini Ríos y los arroceros. Manini fue un bastión en acercar al agro con otras instituciones como las que nucleaban a las micro y pequeñas empresas y el Pit-Cnt. Eso fue fundamental, para terminar con la visión de ciudad y campaña, cada uno por su lado o empleados y patrones.
¿Este tipo de encuentros se puede repetir hoy?
Tendríamos que ver. No digo igual porque las situaciones son todas diferentes en el tiempo. No se puede traer al presente cuestiones del pasado porque cada hecho hay que evaluarlo en su momento y los contextos históricos son distintos. Pero me parece que estamos en un momento en el que, por lo menos, hay algunas patas que creo que hay que juntarlas de vuelta. Hay que cuidar la democracia, ya que, en el caso de las redes y la descalificación personal, tenemos que juntarnos y hacer un mea culpa. Tenemos que volver a aquella etapa de Uruguay que podíamos discrepar sin que la sangre llegara al río. Por ejemplo, en la Expo Melilla estuvimos invitados como expresidentes de INAC, Vázquez Platero y quien habla, y pudimos conversar, planteando nuestros puntos de vista, con diferencias, pero en un clima de absoluto respeto. O sea, puedo no estar en nada de acuerdo con el otro, pero tenemos que mantener el nivel.
En 2002 había algunos problemas puntuales que llevaron a ese encuentro de producción y trabajadores, ¿qué observa usted hoy que lo puede retrotraer a esa época?
Me parece que en Uruguay están pasando cosas que uno, a medida que va cumpliendo años, no entiende mucho cómo vuelven a ocurrir. Entre los que estamos vinculados al agro, es común decir que los únicos que tropezamos con la misma piedra somos los seres humanos. Porque no lo hacen ni aquellos animales más torpes. Los pájaros, cuando se inventaron los molinos de viento tenían corriente de migración y pasaban por ahí y fueron afectados. Murieron los primeros y después no pasaron más por donde estaban los molinos, vuelan hacia un lado o hacia el otro. Nosotros tenemos de nuevo el atraso cambiario. Y siempre están inventando qué otras cosas se pueden desarrollar además del agro, lo cual está bien. Pero el agro es el motor fundamental que tiene este país. En eso reivindico lo que decía Jorge Batlle de que “la vaca les gana”. Sé que todos los gobiernos tienen dificultades y quieren lo mejor para su pueblo, porque nadie tiene una visión de “voy a tratar de ganar el gobierno para perjudicar a la gente”. Pero con el atraso cambiario, por más que se diga que la inflación y la competitividad tienen otros factores, que los tienen, el valor del dólar tiene un significado muy especial. Que hoy estemos con el atraso cambiario más importante del siglo XXI, me cuesta entenderlo. Mucho más cuando se dijo este gobierno estaba con el campo. Estar con el campo y no permitir que funcione normalmente la cadena productiva y que aquello que se recibe no te dé la rentabilidad suficiente para esa explotación, me parece que se da de frente con lo que se predicó.
La Concertación para el Crecimiento fue un encuentro que traspasaba los sectores productivos y sociales. ¿El atraso cambiario también se puede incluir como un problema nacional?
Considero que sí, es un problema de la nación, de entender algunas cuestiones. Se puede afectar el nivel del dólar para beneficio de la población y en eso se puede estar de acuerdo. Ahora, no puede ser a costa de ahogar a un sector que es el motor de arranque de la economía nacional y eso es lo que está pasando. Todos los gobiernos tienen una predilección por bajar la inflación, lo que todos queremos, y en eso obviamente se afecta el precio del dólar. Pero no se puede llegar a estos niveles. Algunos son muy liberales y dicen que el dólar valga lo que tenga que valer; cuando este es un país que netamente exportador, no parece un camino inteligente. Si hablás con los trabajadores te pueden decir que dejes el valor del dólar como está porque les sale más barato la licuadora. Pero hay que entender que un día eso se va a terminar, porque el error es ver a los países como una cosa diferente de los que nos pasa en la familia. Si no ingresan divisas por exportaciones, por más que aumente el déficit, algún día no vas a tener para pagar las importaciones.
¿Considera que se debería convocar a un diálogo nacional por este tema en particular?
No sé si hoy es el tiempo para eso, pero creo que hay que ir instalando la idea de que en algún momento nos vamos a tener que juntar. Claramente, un año electoral no es el tiempo. Si me lo dicen a mí, estaría de acuerdo en que se tratara en cualquier momento, pero viendo la realidad del país y no siendo inocente, en un año electoral, eso es muy complejo de lograr. Pero sí se debe generar el germen de que ese encuentro para tratar este tema tiene que suceder independientemente de quién gane las próximas elecciones. Y un encuentro de este tipo para tartar este tema es sin que esto tenga nada que ver con la Constitución o sus reformas. Lo que se logró con la Concertación para que el Crecimiento no fue una ley ni una cuestión obligatoria. Fue ponerse de acuerdo para ver cómo hacíamos para movilizar el país hacia adelante. Me parece que hay que retomar esos caminos.
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