Fue una de sus frases de cabecera cuando decidió volcarse a la campaña electoral acompañando la candidatura de Guido Manini Ríos en Cabildo Abierto. Desde Rivera, la diputada Nazmi Camargo contribuyó a lograr un resultado histórico en aquel departamento sin contar con experiencia previa en política partidaria, pero encabezando una de las agrupaciones que incorporó a miles de riverenses a la militancia activa. En entrevista con La Mañana, la parlamentaria de 37 años entiende que es importante fomentar la enseñanza del portugués y resolver los problemas económicos y de seguridad en la frontera.
¿Cómo fue tu infancia y primeros años de juventud?
Nací en la ciudad de Rivera, pero mi familia vivía en el interior del departamento, donde no había hospitales. Enseguida me fui a Vichadero donde comencé la escuela con las hermanas Ursulinas. Luego mis padres se mudaron a Rivera capital donde tenían más posibilidades de hacer crecer su empresa y nos fuimos todos allí.
Residí un tiempo del lado de Brasil, pero seguí estudiando en Rivera. Nunca corté vínculo, pero al mismo tiempo hice amigos brasileños del barrio. Es bueno porque hablás dos idiomas desde niño y considero que hay que saber aprovechar el vivir en frontera. Se lo digo a la gente más joven porque veo que no se da más eso, no hay tanta influencia brasileña como antes. Entiendo que por un lado es bueno por nuestra identidad, pero del otro lado se pierde una gran oportunidad de aprender dos idiomas. Creo que tiene mucho que ver con la televisión. En mi infancia y mismo en Vichadero a algunos kilómetros de la frontera lo que mirábamos era O Globo mientras que hoy tenemos muchos canales en español.
¿Se hablaba de política en tu hogar?
No, jamás. La militancia política venía de la parte de mi abuelo materno. Dicen que por ahí tengo algún gen político (risas). Él nunca fue candidato a nada, pero siempre sostuvo a la política como la manera de ayudar a la gente. Era de los blancos de Antonio Amorós, que acompañó al Movimiento Popular Nacionalista de Daniel Fernández Crespo, Eduardo Víctor Haedo y Salvador Ferrer Serra. Tenían un comité en campaña porque era de la zona rural, concretamente de un pueblito muy chico llamado Amarillo.
Él era libanés y había venido muy joven con un primo y como tantos empezó a vender con un baúl, luego se compró un caballo y así fue creciendo hasta que se estableció con un almacén típico rural, de los que vendían de todo y se pagaba a fin de año. Mi madre lo ayudó desde siempre en ese comercio y luego fue desarrollando la empresa.
¿Cuáles fueron los primeros intereses?
De niña quería ser veterinaria porque amo los animales. Luego me volqué más hacia lo contable y administrativo y de ahí a las matemáticas. Yo nací adentro de un comercio, toda la vida estuve ayudando en eso, se fue dando naturalmente.
¿Qué perspectiva hay desde el interior de la relación con la capital?
Desde el interior lo que se siente es estar olvidados. Muchos riverenses sienten que los que gestionan desde Montevideo no tienen idea de lo que sucede en otras partes del país, sobre todo cuando hay planteos que son imposibles de llevar a la práctica en esos lugares más remotos. En Rivera lo que hay es una misma ciudad con dos gobiernos, con reglas distintas, pero es lo mismo.
A veces sentimos que los gobernantes están muy lejos de nosotros y ese fue uno de los motivos que me acercó a la política, porque quiero cambiar esto y servir de nexo con esa gente para lo que necesiten. Durante la campaña me comprometí a ser los ojos y oídos de Rivera en el Parlamento y es lo que trato de hacer a diario.
¿Qué situaciones afectan especialmente a Rivera?
Sobre todo el tema de la cotización con el real brasileño. Dependemos y vivimos de estos cambios, y esto es muy malo. Una de mis grandes metas es encontrar la manera de que los uruguayos no elijan comprar en Brasil por el precio, si lo hacen que sea porque les gusta en todo caso. Quizás sea con algún descuento impositivo, hay que estudiarlo, porque el país pierde mucho más con esta situación donde no queda nada y es imposible competir. Hoy la principal preocupación del riverense pasa por el tema económico y el desempleo, pero también la seguridad. Son los dos temas.
Además, hoy suceden episodios de inseguridad que no teníamos memoria que pasaran antes, como el asalto a un cambio de hace unos años donde mataron al guardia de seguridad en plena mañana. El tema del crimen organizado está en el ambiente de la ciudad. Hay un grupo que se llama “Bala na cara” que contrata sicarios y manda matar gente en Rivera. Estamos ingresando en algo que si no se pone freno hoy va a ser bastante complicado en el futuro.
Por otra parte, la instalación de la cárcel de Cerro Carancho fue perjudicial. Antes estaba en el centro de la ciudad, atrás de la Jefatura. El traslado a un predio más lejano hizo que lleguen presos de todo el país y esto trae aparejado a la aparición de asentamientos donde viven las familias de esos presos que además descubren que en esa zona se vive más barato al poder comprar en Brasil. Ahora tenemos un serio problema con asentamientos que tampoco teníamos antes. Dos por tres en la radio se escucha el pedido de algún liberado de recibir mil pesos para el pasaje para volver a Montevideo y si no lo consigue se queda por allá.
¿Cuál fue su primer contacto con el Movimiento Social Artiguista y Cabildo Abierto?
Se fue conformando un grupo de personas interesadas en el surgimiento del movimiento y me avisaron de la llegada de Manini a Rivera en los primeros días de campaña electoral. Estaba, como muchos, cansada de los partidos de siempre y ninguna propuesta me convencía. Conocía poco sobre Manini pero fui a escucharlo para ver si decía algo diferente a lo que siempre se escuchaba de los demás. Y así fue porque planteó los temas que todos precisábamos. Ya no queríamos discursos “políticamente correctos”. A partir de allí nos fuimos reuniendo con el grupo en la sede de un club social, luego logramos alquilar un local partidario y desde allí empezó a crecer. Me atrevo a decir que el 90% de los cabildantes que militaron no lo hizo antes en ningún partido.
Una frase que usé mucho en campaña fue en lugar de “festejen uruguayos” decir “despierten uruguayos”. Formamos así la agrupación Despertar Oriental que junto con Bastión del Norte de la otra candidata Elodia Machado se hizo una gran campaña. Fue un fenómeno impresionante, que emociona.
¿Fue un voto silencioso o se notaba la adhesión de la gente a este nuevo partido?
El entusiasmo era notorio, sobre todo los últimos días de campaña. No teníamos que hacer esfuerzo para entregar una lista, la gente te llamaba o buscaba pidiendo listas, a veces por decenas. Hacíamos mucha feria, en la feria tradicional que es la de Cuaró en el barrio Rivera Chico donde nos fue muy bien, al igual que en Mandubí.
Lo que me pide la gente ahora es que no cambie, que no me vuelva ni que el partido se vuelva uno más, para que siga con su esencia. Fue muy importante recuperar para la política a toda esa gente que estaba descreída, sin esperanza y no les podemos fallar. Siento la responsabilidad de no defraudarlos y buscar soluciones a los problemas.
Tus palabras en el Parlamento en homenaje a la policía asesinada en vísperas del Día de la Mujer fueron una de las primeras acciones en la Cámara. ¿Cómo surgió?
Ese día en la sesión hubo un homenaje a las mujeres y en un momento hubo un minuto de silencio por las víctimas de violencia de género, lo cual me parece apropiado, pero nadie pidió un minuto de silencio por el asesinato de la agente policial Daniela da Silva y eso me chocó mucho porque era algo muy reciente que me dolió como mujer, como persona. Sentí que había una indiferencia con esa vida.
Vi que terminaba la lista de oradores y nadie en ningún momento la había nombrado. Yo en lugar de la familia o de los compañeros de trabajo pensé que me gustaría que alguien ese día especial para las mujeres y en este caso que ella cumplía un rol tan destacable como policía, la recordará y llamará la atención a los colectivos de defensa de la mujer porque deben serlo de todas las mujeres, no de unas sí y otras no, según la ideología o la profesión que tenga. ¡No podía creer que porque fuera policía nadie la iba a nombrar! Luego de hablar, al salir, dos policías mujeres muy emocionadas me vinieron a saludar y agradecer las palabras.