La senadora Graciela Binachi señaló en entrevista con La Mañana que en el Frente Amplio “se creen impunes” y por eso ponen nuevamente en el tapete los nombres de Gustavo Leal y Mario Layera para ocupar cargos en el Ministerio del Interior. También indicó que en ese partido piensan que “no hay que reprimir a los delincuentes, porque son víctimas de la sociedad”.
Si bien estamos en campaña hacia las internas, parece que ya ha comenzado la que se refiere a las elecciones nacionales. ¿Usted coincide con este diagnóstico?
En realidad, ambas campañas se superpusieron. Creo que, cuidando la unidad de nuestros partidos y de la coalición, ahora nos enfocamos hacia los temas nacionales y lo que cada uno, en su interna, opina en ese sentido. Pero por suerte se mantuvo la unidad dentro del Partido Nacional y en los demás partidos de la coalición.
Uno de los temas que surge en esta campaña es el de la seguridad. ¿Cómo lo evalúa usted en un contexto de muchas críticas desde la oposición?
En primer lugar, se quebró la tendencia. Los delitos venían creciendo desde 1985 y eso era exponencial, y ahora esa tendencia de suba constante se quebró. O sea, empezaron a bajar, aunque todavía poco, pero prácticamente todos los delitos han disminuido. En los homicidios hablar de un dos o tres por ciento menos, para la población, no es relevante. Entonces lo importante es quebrar la tendencia.
En segundo lugar, no es un problema solamente de represión. Nosotros no tenemos los prejuicios ideológicos que tiene el Frente Amplio de que no hay que reprimir a los delincuentes porque son víctimas de la sociedad; los reprimimos, pero también entendemos que el problema de la inseguridad tiene una profunda raíz social, en cuanto la delincuencia está vinculada a la marginalidad cultural. Y por esto se debe darles oportunidades, incluso a los que ya delinquieron, para poder reinsertarse en la sociedad. Estos procesos son lentos. Por eso es importante que se haya quebrado la tendencia al alza y mientras tanto se debe trabajar en profundizar las políticas públicas para tratar de prevenir el delito y sobre todo permitir que los que delinquieron se reinserten nuevamente en la sociedad. Esta no es una tarea fácil.
En tercer lugar, hay un ingrediente que es el tema del narcotráfico. Desde 1985 a la fecha fue insertándose sobre todo en la delincuencia común, vinculada al narcomenudeo. Eso es lo que genera más violencia, porque los grandes narcotraficantes por ahora han usado a Uruguay solamente de pasaje de la droga hacia Europa. Entonces la violencia se centra en el narcomenudo y en la lucha de bandas por los clientes y por los territorios. De ahí la frecuencia en los homicidios, ya que se combate más al narcotráfico, lo cual lleva a la pérdida de territorios y después comienza una lucha por estos.
¿Cómo evalúa la lucha contra el narcotráfico en el gobierno anterior?
Dos ejemplos: hicieron que se fuera la DEA, la agencia de lucha contra las drogas de Estados Unidos, y eliminaron la Dirección de Drogas en la Policía, la cual tuvimos que reponer nosotros.
Dentro de los planteos tanto de Yamandú Orsi como Carolina Cosse no se mencionan medidas o cambios concretos en la lucha contra la inseguridad, más allá de medidas a largo plazo. ¿A qué atribuye esto?
Eso es porque tienen un problema ideológico. Los autócratas, como lo son en el Frente Amplio, consideran al delincuente como producto de una sociedad injusta, lo que no es así. Además, ellos tienen y han tenido vínculos con las barras bravas de algunos clubes de fútbol. Recuerden, por ejemplo, el vínculo estrecho entre la diputada Susana Pereira [viuda del exministro Eduardo Bonomi] con la barra brava de Peñarol. Es decir, usan determinados tipos de delincuentes para determinadas actividades. En este proceso destruyeron la educación en general y eso no es casual. En consecuencia, es lógico que no vayan al meollo del asunto. Por algo durante tantos años mantuvieron a Bonomi, a pesar de todo lo que acontecía en materia de seguridad. Y esto me lleva a una reflexión al margen: se quejan de que nosotros hacemos renunciar ministros. Es así. Si no nos gustan las cosas, renuncian o los hacemos renunciar.
¿Qué opinión le merece que Orsi vuelva a poner en el tapete nombres en materia de seguridad que ya estuvieron en administraciones anteriores?
Eso tiene de positivo que lleva a la gente a reflexionar. Presenta como sus asesores a Juan Faroppa, Gustavo Leal y Mario Layera. Juan Faroppa fue subsecretario del Ministerio del Interior, entre 2005 y 2007. El ministro era en ese entonces José Díaz, quien fue el que largo presos a comienzos de 2005 y esa es otra medida que plantean ahora. Gustavo Leal y Mario Layera ya sabemos quiénes son. Leal fue director de Convivencia Ciudadana del Ministerio del Interior y Layera director de la Policía. Conocemos la corrupción que hubo en el Ministerio del Interior en la época en que estaban ambos y como los protegió el Frente Amplio, principalmente a Leal. Tanto que se quejan de la Fiscalía, y ellos quedaron impunes en diferentes casos, logrando hasta sacar a la fiscal Gabriela Fossati.
¿Y por qué estima que se vuelvan a poner estos nombres?
Eso es la impunidad. Ellos se creen impunes. Lo único que les importa es el poder. El Frente Amplio tiene un electorado determinado (puntos más o puntos menos) con determinadas características socioeconómicas y culturales. Ahí no hay mucha reflexión y eso les sirve.
“Se ve a la autoridad como algo negativo”
Usted estuvo vinculada a la enseñanza durante mucho tiempo, ¿cómo observa la violencia que se registra en centros de educación secundaria?
Eso no es nuevo. Fui directora del bachillerato del Liceo Francisco Bauzá, del cual me retiré a fines del 2012, y tenía esos problemas hace 12 años e inclusive con estudiantes armados. Lo que pasa es que depende de la autoridad de la dirección del centro educativo. Yo exigí guardia policial en la entrada. Cerré el liceo y tuve un enfrentamiento con el ministro del Interior de ese entonces [Eduardo Bonomi], ya que dije que no abría el liceo si no ponían guardia policial externa. Los centros educativos no pueden funcionar sin este tipo de guardia. También existe como forma de relacionarse una cultura de violencia entre los jóvenes. Esto se debe a que no supimos, después de la dictadura, poner la autoridad legítima en el centro de la forma en que nos relacionamos. Se ve todavía la autoridad como si fuera algo negativo. La autoridad cuando es legítima tiene que ser respetada. Ahora estamos pagando las consecuencias de no haber enseñado eso y en el futuro vamos a ver cosas peores.
¿Cuál es el rol de los padres, según su criterio?
Son los que fallan, ya que ejercen como los representantes legales de los chicos. Esta cultura de la violencia y de la impunidad está ligada a la falta de control de los padres sobre la vida de sus hijos, y en muchos casos no saben qué hacen en su tiempo libre o cómo se relacionan en las redes sociales. Parece que muchos padres no consideran su obligación, saber qué hacen sus hijos, ya que lo consideran parte de la libertad de estos.
¿Cómo influye en estos adolescentes haber crecido en contextos donde la vulnerabilidad social viene de generaciones?
Muchos no tienen ni padres ni abuelos que tuvieran un trabajo formal a lo largo de su vida. Esto lleva a que no se les inculcara lo que es la responsabilidad por el estudio o el trabajo. Pero cuando era directora del liceo, ya en 2012, o sea hace 12 años, el recurrir a los padres frente a una falta disciplinaria de un alumno era una tarea muy difícil y en ocasiones teníamos que decir “no entra más el alumno hasta que no vengan los padres”. Por lo tanto, hay que aclarar que esta falta de interés de algunos padres no pasa solamente en los sectores vulnerables. En los niveles medios y medios altos de la sociedad también ocurre. Es el no querer asumir la responsabilidad de que los hijos no pueden hacer lo que quieren.
“Son peor que adversarios”
Usted considera que las elecciones las gana la coalición, pero ¿qué puede llegar a suceder si el triunfo es del Frente Amplio?
Tenemos que entender que en el Frente nosotros no tenemos adversarios. El Partido Comunista, el MLN, el Partido Socialista y sus grupos satélites no son adversarios políticos. Son algo peor. Los sectores socialdemócratas moderados quedó claro que no tiene ningún peso, si no Mario Bergara no hubiera bajado su candidatura. Así que yo personalmente trabajo para que no ganen las elecciones. Con la coyuntura actual tanto a nivel internacional y de América Latina, no quiero pensar lo que sería Uruguay con otro gobierno frenteamplista.
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