Se trata de la culminación de décadas de trabajo del historiador duraznense Óscar Padrón Favre que a través de una intensa investigación documental aporta una visión humana del caudillo y estadista, poniendo el foco en las continuidades con el proyecto artiguista básicamente a través de la política hacia la campaña, su pensamiento y su acción de gobierno.
A sala repleta se presentó el pasado jueves en la Biblioteca Nacional el libro Rivera. El artiguismo posible, del historiador Óscar Padrón Favre. Se trata de una voluminosa obra de 653 páginas que resultan de una investigación de varias décadas sobre la figura del caudillo y primer presidente constitucional del Uruguay a lo largo de su extensa trayectoria política.
Con la presencia de varios dirigentes del Partido Colorado como Robert Silva, Tabaré Viera, Ope Pasquet, Gustavo Zubía, Tabaré Hackenbruch, Gustavo Osta, Daniel García Pintos y Manuel Flores Silva, la presentación estuvo a cargo del expresidente Julio María Sanguinetti, del director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo, del abogado y escritor Diego Martínez y del autor del libro. Además, se destacaron entre los asistentes el director de Ancap por Cabildo Abierto, Daniel Lamela, y el historiador Guillermo Vázquez Franco, que en el mes de julio cumplió 100 años de vida.
Padrón Favre es un historiador nacido en el departamento de Durazno, responsable del sello editorial Tierradentro –que publica este texto– y desde 1992 director de los Museos de la Intendencia de su departamento natal. El libro consta de tres grandes ejes: “La Campaña: centro vital de la nación”; “Trayectoria vital: 1821 a 1843”; y “Destierro, demorado retorno, última campaña”. La investigación se nutre de documentos de archivos, bibliotecas y museos del Uruguay y la región, de artículos de prensa en publicaciones que datan desde 1830, revistas, ponencias y por supuesto una extensa bibliografía.
La historia y la batalla cultural
“¿Qué hacen ustedes los colorados que no hablan de Rivera? Era el mejor”, les reprochaba el historiador blanco Juan Pivel Devoto, según se relató en una anécdota. Es que, si bien se escribieron varios ensayos sobre el general Fructuoso Rivera, su legado quedó bastante prisionero del bronce y de algunos mitos, fundamentalmente respecto a su relación con Artigas y a la cuestión indígena. Con la obra de Padrón Favre se da un paso significativo en la desmitificación de Rivera, sobre todo a partir de un estudio minucioso de la profusa documentación histórica y desde un abordaje que se hace con la óptica del interior o la campaña, que difiere a la autocentrada en la capital.
Corría el año 2004, el último del gobierno colorado del Dr. Jorge Batlle, cuando al cumplirse el 150º aniversario de la muerte de Rivera, Padrón Favre brindó una conferencia en el Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay que tituló “Gral. Rivera: el artiguismo posible y la encarnación de un liberalismo nacional y popular”. Aquella exposición, que luego fue publicada en formato papel-sábana en el semanario Libertad en 2006, sirvió como antecedente a este libro que coincide en el tiempo con la segunda vuelta electoral que determinó el regreso del Frente Amplio al poder y, casualmente, en medio de un debate sobre el momento de una “batalla cultural”.
“Desde hace varios años Padrón y su editorial Tierradentro vienen generando un descentramiento hacia un centro que es geográfico en el Uruguay, una nueva mirada. Desde allí se realizan estas investigaciones y difundido un montón de autores. Creo que es también un objetivo dar esta tan manida ‘batalla cultural’. Desde hace años que Padrón la viene dando, pero no en solitario”, expresó el director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo. Agregó que se trata de un libro “muy valiente” que discute frente a frente con las visiones clásicas de Pivel Devoto o Magariños de Melo o de historiadores actuales como Gerardo Caetano, Carlos Demasi o Gabriel Bucheli. “Este perfectamente podría ser el guion de una serie o de una película todavía pendiente, para el caso de Rivera y para el caso de otros héroes nacionales”, planteó Trujillo.
Por su parte, el Dr. Diego Martínez sostuvo que “esta obra llega para terminar con todos los relatos difamatorios contra Don Frutos Rivera”. El abogado y escritor fue el encargado de publicar la conferencia de Padrón en el año 2006, que, según recordó, provocó un fuerte impacto entre los investigadores del semanario por contener una “visión nueva y renovadora”. Ante el interrogante sobre si en el siglo XX la inteligencia se había ocupado todo lo necesario sobre Rivera, si bien no hubo respuestas definitivas, Martínez consideró que en Uruguay “se priorizaron otros temas”, que se trató de un siglo “predominantemente montevideano” y que sobre todo a partir de las décadas del 40 y el 50 una parte de sus escritores y pensadores “se sintieron descreídos de la libertad”.
Martínez llamó a que este libro sobre Rivera resuene en el mundo académico, “en liceos y UTU del país” y en los centros educativos “que apuesten a saber la verdad histórica”, así como en las convenciones partidarias. “Padrón Favre sugiere e invita con su obra a que el siglo XXI sea el siglo de Fructuoso Rivera. Y lo será”, subrayó.
Los mitos y la figura de Rivera
Hay principalmente dos mitos que pesan sobre la figura histórica de Fructuoso Rivera, una “leyenda negra” que se ha difundido desde hace tiempo. Uno de ellos se refiere a la supuesta “traición” de Frutos a José Gervasio Artigas e incluso la versión que indica que lo habría mandado asesinar, que surgió de una interpretación de la correspondencia del caudillo. El otro mito tiene que ver con la perpetración de un “genocidio” charrúa, en un episodio donde se han mezclado hechos históricos con pasajes de ficción literaria.
“Con frecuencia la intensidad de las polémicas sobre una figura histórica guarda proporción con la profundidad de las transformaciones que se animó a impulsar. No lo alcanzan las disputas a quien fue intrascendente o al que se lo transforma en mito para promover dudosas unanimidades”, escribió Padrón Favre en la introducción al libro. “Enfrentó a poderosos adversarios, que recurrieron con intensidad a la ‘guerra ideológica’ para desmerecerlo”, añadió.
Si bien el libro no se basa en refutar estos mitos, sino que tiene un propósito mucho más abarcador, durante el desarrollo del hilo conductor que es el “artiguismo posible” y el abordaje de las distintas acciones de gobierno se pueden apreciar múltiples argumentos que contribuyen a la desmitificación, tanto de leyendas negras como de idealizaciones de la figura de Rivera.
El trabajo de Padrón Favre tiene como “propósito transversal” lograr señalar los “múltiples aspectos de continuidad entre Artigas y Rivera”. “También destacamos los de claro desencuentro u oposición”, agrega el autor. “Lejos de representar, como han insistido sus detractores, la negación del primer gran caudillo oriental, la extensa peripecia histórica de Rivera se nos revela como el esfuerzo más sólido y exitoso por rescatar los valores y logros de la amada Revolución, sobre la cual siempre manifestó devoción”, recalcó.
Por su parte, el expresidente Julio María Sanguinetti dijo durante la presentación del libro que “hubo un artiguismo de Artigas que no hay que discutir si fue posible o no, porque no fue posible. Los hechos históricos desgraciadamente no lo hicieron posible. El posible fue el de Rivera”. “El que rescató la esencia del artiguismo en su pensamiento de libertad, el que entendió lo que representaba la soberanía particular de los pueblos e hizo de ellos las cimientes fundamentales de una República” y también de “un Estado”, agregó. Sanguinetti destacó que al momento de la ocupación portuguesa en 1820 “Rivera se queda […] y rescató del naufragio lo rescatable. Y hace un acuerdo genial y logra rescatar lo que para él era lo esencial: la campaña y el Ejército”. “Reconstruye lo que prácticamente había desaparecido y estaba condenado a la dispersión y el fracaso”, indicó.
En este libro biográfico sobre Rivera aparecen documentadas las gestiones que hizo primero en 1832 con el gobernante paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia para lograr la autorización para el retorno de Artigas a su tierra. También dos gestiones más para el regreso en 1839 y 1841, que no tienen éxito, y hasta una carta de Rivera dirigida al “compadre y amigo” José Artigas. Además, advierte que los tres hijos varones de Artigas “estuvieron siempre junto a Frutos” y que con Bernardina incluso participaron de la crianza del menor.
Por otro lado, respecto a la cuestión indígena, el Dr. Martínez remarcó que Rivera no fue “el que perseguía o mataba indios” sino el “caudillo amado por los indígenas guaraní-misioneros, quienes formaban gran parte de sus tropas”. “Será Rivera a quien los caciques guaraní-misioneros designan su jefe máximo en el acuerdo de Guaviyú del 6 de abril de 1828, 15 días antes de cruzar el Ibicuí y conquistar las Misiones”. “Fue promotor del indigenismo sedentario, cristiano, cultivador. Rivera logro además que los indígenas tuvieran a partir de 1829 representación en la Asamblea Constituyente de la Provincia Oriental que termina aprobando la Constitución del nuevo Estado”, agregó.
En el libro se incluyen algunas páginas referidas específicamente a las campañas contra las tolderías de charrúas-minuanes, aunque se aclara que un capítulo entero dedicado a ese tema fue retirado del libro por la excesiva extensión, lo que podría dar lugar a otro volumen de esta obra en el futuro, sin perjuicio de los trabajos que el autor ya ha publicado acerca de esta cuestión. Ciertamente el uso político de esta polémica pareciera haberse intensificado sobre todo a partir de la Ley 18.589 del Día de la Nación Charrúa y de la Identidad Indígena del año 2009 (ver recuadro).
Una definición estratégica: gobernar es poblar
“En esa concepción del país como un todo existía también un definido posicionamiento estratégico. Rivera tenía plena conciencia que la Provincia Oriental –transformada en Estado Oriental después– era un territorio que por sus condiciones naturales y su posición en el subcontinente suramericano, iba a ser siempre objeto de proyectos de conquista o hegemonía por los Estados vecinos. Debido a esta razón, fortalecer la capacidad de defensa del país era una prioridad absoluta y eso suponía llevar adelante una decisiva política tendiente a vigorizarlo tanto en lo poblacional como en lo económico”.
“De los líderes populares que tuvieron los orientales en el siglo XIX ninguno mantuvo una actitud tan prolongada e intensa por el fomento de todo el territorio interior como Rivera. Esto se manifestó en su decidido empeño en dar condiciones de seguridad a la población ya establecida, brindar garantías a quienes habían recibido tierras en el período artiguista, distribuir chacras y estancias a nuevos pobladores, dar preferencia a la población indígena misionera como valioso aporte colonizador, fundar centros urbano-rurales en puntos estratégicos del país, consolidar la soberanía en las zonas fronterizas y fijar de forma definitiva los límites del país”.
“Mucho antes que Alberdi hiciera de la máxima ‘gobernar es poblar’ la consigna fundamental para las repúblicas americanas, Don Frutos hizo de la misma el objetivo principal de su acción política”.
Fragmentos de Rivera. El artiguismo posible, de Óscar Padrón Favre. Tierradentro, 2024. Página 26.
El indigenismo político y las acusaciones de “terrorismo de Estado”
La Ley 18.589 del año 2009 estableció el día 11 de abril como el Día de la Resistencia de la Nación Charrúa y de la Identidad Indígena, por un proyecto de ley que presentó en su momento el diputado frenteamplista Edgardo Ortuño y que consiguió también el apoyo de parlamentarios del Partido Nacional.
En mayo del año 2011, durante los meses de conmemoración del Bicentenario Artiguista, la avenida Rivera en Montevideo apareció sorpresivamente repleta de adhesivos que cambiaban los carteles por “Salsipuedes” –evocando el lugar donde combatieron las tropas gubernamentales al mando de Rivera contra las tenderías charrúas–. Más cerca en el tiempo, en abril del 2022, el diputado Felipe Carballo (FA) realizó una exposición donde cuestionó la falta de reconocimiento y de medidas reparatorias del Estado uruguayo hacia la población charrúa. Respecto de Salsipuedes consideró que “quizá sea uno de los actos de terrorismo de Estado más cruel e impune que se haya llevado a cabo en la historia de nuestro país”.
En respuesta, el diputado Conrado Rodríguez (Partido Colorado) manifestó que la exposición de Carballo “no se ajusta a la realidad histórica” porque “no existe y no existió nación charrúa”, que no eran originarios de la Banda Oriental sino de Santa Fe. “El revisionismo constante que pretende hacer la izquierda pretende menoscabar el rol de nuestros héroes nacionales, porque entienden que es la forma de derribar y denostar a los oponentes del presente”, dijo Rodríguez.
Por su parte, el diputado Álvaro Perrone (Cabildo Abierto) afirmó que “Rivera es uno de los grandes calumniados de la historia”. “Claramente, el ataque a Rivera busca, por un lado, pegarle a un partido fundacional, y por el otro, fundamentar un indigenismo inexistente hasta ahora en Uruguay y la victimización para las futuras demandas económicas y políticas; cosas que vemos en otros países y que se copian al pie de la letra, militantes que recogen consignas internacionales en busca de beneficios casi siempre económicos”, dijo Perrone.
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