Ante la Asamblea General y la presencia de exmandatarios, presidentes y representantes de países invitados, familiares y amigos, Yamadú Orsi prestó juramento y fue investido como presidente de la República. Su discurso giró en torno a la importancia de los cuarenta años ininterrumpidos de democracia y a los principales lineamientos que llevará adelante durante su mandato.
El novel mandatario prestó especial atención al simbolismo generado entorno a los cuarenta años de vida democrática desde su restauración en 1985, el más largo en la historia del país. Atrás quedaban 13 años de dictadura cívico militar “el periodo más doloroso de nuestra historia contemporánea, marcado por la persecución política y la crueldad humana como método de gobierno y por el saqueo económico como parte central de ese proyecto político”. A continuación, dijo que “hay secuelas de ese periodo que continúan hasta hoy, por eso, es tan justo como imprescindible mantener intacto el compromiso con la libertad, la verdad y la justicia”.
Señaló que durante estos últimos cuarenta años “los ciudadanos han elegido a sus gobernantes en una fiesta cívica que enorgullece a la República”. Uruguay “es un país de partidos políticos, de alternancia en el poder, de acuerdos” donde la confianza es “central para su funcionamiento”. “Sólo una síntesis de republicanismo con partidos políticos sólidos como la de nuestro país, pudo lograr que alguien como yo, o como ustedes, legisladores electos, que venimos del interior o de un barrio de la capital, que somos trabajadores, profesionales o empresarios, podamos acceder por decisión de la ciudadanía a estos honorables cargos, y podamos andar por nuestras calles libremente”.
Para Orsi su experiencia al frente del gobierno de Canelones “con lo aprendido de cada vecino y vecina con quienes trabajamos por un mejor departamento” fue fundamental para alcanzar la presidencia. Señaló que “llegó también con las enseñanzas de los queridos Marcos Carámbula, Tabaré Vázquez y José Mujica”.
Agradeció a los partidos políticos que aseguran la democracia “estructuradores de los debates civilizados, garantizadores del pluralismo democrático, vacuna contra los excesos surgidos del mesianismo”. Aprovechó la oportunidad para agradecer a los expresidentes presentes Julio María Sanguinetti, Luis Lacalle Herrera y José Mujica, “a los que desgraciadamente no están entre nosotros Jorge Batlle y Tabaré Vázquez” y al presidente saliente, Luis Lacalle Pou “por sostener y alimentar esta reconstrucción democrática de manera ininterrumpida durante cuatro décadas”.
Acumulación positiva
Para el primer mandatario hay una acumulación positiva que le permitió al país “superar en 2002 su peor crisis en este periodo democrático y lo hizo a través de la acción política y el diálogo incansable, encabezado por Alejando Atchugarry, y acompañado por actores políticos, sindicales y empresariales”.
También gracias a esa acumulación, “cada vez más jóvenes del interior del país acceden a una educación terciaria gratuita, producto del esfuerzo de la Universidad de la República y de la UTEC”.
Esa acumulación positiva “ha permitido también que Uruguay sea un país de reglas estables, donde los contratos se cumplen, donde el Estado honra sus compromisos, donde la estabilidad macroeconómica es una política de Estado”. Y que Uruguay sea reconocido internacionalmente “por su vocación de paz, su incansable brega en pos de la solución pacífica de los conflictos y por ser una tierra fraterna y hospitalaria con los migrantes de todas las latitudes”.
Orsi dijo que no llegó al gobierno para imponer, “personalmente me revelo contra ese supuesto país de las dos mitades, donde la mitad que gana recurre al orden y mando, y la otra mitad debe estar poco menos que condenada a obedecer bajo protesta”. Dijo que llegó al gobierno “con el mandato ciudadano de cumplir un programa, una orientación específica de gobierno, que aspira a revertir los problemas urgentes que padecen sectores importantes del pueblo uruguayo”.
Advirtió que “el país necesita recuperar una senda de crecimiento que genere, a partir del desarrollo más intensivo del conocimiento y de la inversión, no sólo mayor cantidad, sino también, calidad de trabajo, que permita un piso de dignidad salarial y, con ello, una mejor distribución del ingreso”.
Dijo que los pilares del Uruguay Productivo están sustentados en “el Uruguay ganadero que viene desde nuestros orígenes, el Uruguay con su soberanía y sustentabilidad energética, y el Uruguay de la ciencia, la investigación y la innovación como pilares para el desarrollo y su contribución a una economía basada en el conocimiento”. El cambio climático “nos advierte que debemos formular estrategias de desarrollo con un enfoque sostenible y humano, respetando los límites de la naturaleza y garantizando un futuro mejor para las próximas generaciones”.
Señaló que es imperioso “avanzar en un Plan Nacional de Aguas para garantizar el abastecimiento, la producción y la protección de uno de nuestros recursos más valiosos”. Agregó que se harán todos los esfuerzos “para ampliar y mejorar la producción de carne, de arroz, de soja, de madera y celulosa. Trabajaremos para consolidar el agronegocio a la vez que se fortalece la producción familiar y se protege adecuadamente a la granja y la lechería”.
“Necesitamos reconstruir la convivencia entre nosotros, sabiendo que la seguridad constituye uno de nuestros derechos humanos fundamentales” donde “no habrá contemplación alguna con el delito, ni con la represión del delito, pero bien sabemos que la solución será insuficiente -y hasta demagógica- si no atendemos decididamente las múltiples causantes de la violencia”. Subrayó su “lucha frontal contra el crimen organizado, el narcotráfico y el lavado de activos”.
Manifestó que “un país que no cuida a sus niñas y niños no se cuida a sí mismo”. Señaló que es inadmisible que un país de renta alta como Uruguay, “tenga uno de cada cinco de sus niños y adolescentes viviendo bajo la línea de pobreza”. Dijo que hay que garantizar un mínimo de dignidad y lograr que cada niño pueda alimentarse en su casa. Y agregó “pero bien sabemos que no hay infancias pobres sin adultos pobres, y por eso también debemos garantizar el sustento de las familias que tienen esos menores a cargo, en especial el de las mujeres jefas de hogar”. Del mismo modo sostuvo que hay que atender los problemas de salud mental “que afectan de manera transversal e intergeneracional a parte de nuestra población”.