A medida que el mundo que nos rodea se vuelve cada vez más digital, suele ocurrir que los instrumentos de pago diferentes al efectivo –como las tarjetas, los teléfonos inteligentes y los pagos en línea– acaparan toda la atención. Por eso, algunos consideran que el dinero en efectivo está pasado de moda, igual que se consideraron anticuadas las bicicletas cuando se generalizó el uso de automóviles y motocicletas, o los libros impresos en la era de los libros electrónicos. Pero lo cierto es que el efectivo sigue siendo bastante popular en Alemania. En términos de número de transacciones, el efectivo sigue siendo el medio de pago más utilizado en los puntos de venta, como muestra nuestro último estudio sobre comportamiento de pagos.
Incluso antes de que estallara la pandemia de coronavirus, la proporción de transacciones saldadas en efectivo estaba disminuyendo lenta pero constantemente. Ese descenso se acentuó a medida que se extendía la pandemia. Análisis recientes indican que la tendencia hacia los pagos sin efectivo continuará, pero no al mismo ritmo que durante la pandemia. Es interesante observar que, aunque el uso del efectivo se está reduciendo, el volumen de efectivo en circulación ha aumentado un promedio del 6% cada año en los últimos diez años. Esto se debe a que el efectivo no se utiliza sólo para pagos. También sirve como depósito de valor y cada vez en mayor medida. Esto demuestra el alto nivel de confianza del público en el euro y en el efectivo en euros en particular. Pero la demanda precautoria de dinero también es un factor. Y, a juzgar por las interrupciones que sufrieron algunas terminales de tarjetas en todo el país en mayo y junio del año pasado, ese sentido de la precaución no carece totalmente de fundamento. Por cierto, esas interrupciones fueron causadas por fallos en el software.
Este episodio demuestra que el efectivo desempeña un papel fundamental en la resiliencia del ciclo económico. Pero la gente no sólo recurre cada vez más al efectivo cuando los medios de pago electrónicos dejan de funcionar temporalmente, sino también en momentos de gran incertidumbre, como durante la pandemia de COVID-19. El efectivo posee una serie de características que lo diferencian de otros medios de pago. Una de ellas es que el efectivo es la única forma que tienen hasta ahora los ciudadanos de poseer dinero del banco central. Todos los demás tipos de dinero son emitidos por el sector privado. Otra es que el efectivo es inclusivo: permite a cada uno de nosotros participar en el ciclo del dinero y en la vida económica. Se trata de una característica muy importante, sobre todo para los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Una tercera característica es que la gente puede utilizar el efectivo independientemente de si realiza operaciones bancarias en línea o tiene una cuenta. Este último punto concierne especialmente a los niños, porque el efectivo les facilita el aprendizaje del manejo responsable del dinero. Pero también los adultos valoran el dinero en efectivo porque les permite controlar mejor su comportamiento de gasto. Para algunos, tener que manejar billetes y monedas a la hora de pagar es una gran ayuda. Otros, en cambio, aprecian sobre todo el nivel de privacidad que garantiza el efectivo. Algunos recordarán el eslogan publicitario de un proveedor de tarjetas de crédito en Alemania: “Pague con su nombre”. Pero quizá usted prefiera conservar su nombre para sí mismo y no dejar tras de sí un rastro de información digital. En resumen, el dinero en efectivo posee una combinación única de características. Y eso significa que coincide con lo que quieren los consumidores, en muchos aspectos.
Joachim Nagel, presidente del Bundesbank, participando de un simposio llevado a cabo en Berlín el 15 de junio pasado.
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