¿Cómo ha sido la experiencia de los últimos días en la previa de la asunción?
Teníamos mucha expectativa sobre cómo se iba a desarrollar todo. Ahora se vive con alegría y estamos ya manos a la obra. Estoy muy orgulloso de la bancada de Cabildo Abierto, creo que son buenos representantes de lo que es el Movimiento Social Artiguista.
Con los otros legisladores estuvimos en contacto durante los talleres y cursos realizados en el Palacio Legislativo. Conversamos con el representante de Salto del Frente Amplio y también del Partido Colorado. Nos comprometimos a trabajar desde el inicio por nuestro departamento y la región del norte. Veo una apertura necesaria y me sorprendí positivamente de esto.
¿Se sorprendieron los mayores de su juventud?
Sí, y la idea de que los mayores trasladen su experiencia a los más jóvenes ha estado presente de manera permanente. Yo creo en la rebeldía joven, pero en una sana rebeldía. Ser rebelde en el presente no es ir contra las generaciones que nos antecedieron sino trabajar en comunión. Tenemos la juventud, la fuerza y la proyección. Pero no tenemos ni la experiencia ni el conocimiento que los mayores ostentan. Y esto es válido tanto para la vida familiar como en el ámbito laboral y académico.
¿Este fue un valor que aprendió de su propia familia?
Sí, claramente esto es parte de la herencia moral familiar. Vengo de una familia muy humilde desde el punto de vista económico pero me siento orgulloso de recibir una herencia moral que viene de mis abuelos paternos y maternos y de mis padres.
¿Nació y creció en el departamento de Salto?
Sí, soy muy salteño. Nunca tuve intenciones de irme. Ahora por trabajo tengo que ir a Montevideo y es toda una disyuntiva para mí. Yo viajaba allá muy puntualmente. Siempre pensé que hay que hacer patria desde el lugar de cada uno. Me considero nacionalista, para mí el mejor lugar del mundo es este.
¿Cuál ha sido su relación con Argentina, siendo que Salto es un departamento del litoral?
Concordia es una ciudad que me gusta mucho, la he visitado en repetidas ocasiones. Tengo amigos también en la otra orilla. Es una ciudad que considero hermana. La realidad es que tengo más afinidad con la ciudad de Concordia que con Montevideo. Compartimos río, la belleza de las piedras de Salto Chico y es una sociedad que le tengo mucho respeto.
La ciudad de Concordia ha sabido desarrollarse mejor que Salto. Empezó de atrás, en su fundación, en su población y economía, pero hoy ha logrado un crecimiento varias veces mayor al nuestro. El salteño siempre fue muy orgulloso de lo suyo porque tenía de qué serlo, pero hoy creo que es distinto. Me gustaría trabajar por un Salto que vuelva a ser sanamente orgulloso y tenemos todo para serlo.
¿Qué ámbitos se han deteriorado en el departamento de Salto?
Sin lugar a dudas los rubros agrícola y turístico que han hecho crecer a Salto se han visto seriamente deteriorados. Está el caso de Citrícola Salteña (Caputto) con todas las familias de clase baja, media y alta cuya economía estaba atada a esa actividad de exportación, que hoy se dedican a sobrevivir. Ahora la naranja es fertilizante de la tierra, no vale la pena arrancarla. En lo turístico, a pesar de que tenemos una comunidad emprendedora de la cual deberíamos estar orgullosos, viven dando manotazos de ahogado. La ciudad tiene emprendimientos privados pero no está preparada para recibir turistas porque no tenemos calles, ni buena iluminación, no hay seguridad y el paso de frontera es fácilmente congestionable. La ciudad retrocedió económicamente, socialmente y culturalmente.
Hace diez años Salto era una ciudad muy segura, pero la situación empezó a deteriorarse y en los últimos cinco años aumentó de forma dramática. Todos los salteños conocen donde están los lugares de venta de drogas, pero no hay un combate frontal. Sabemos que los problemas sociales no se agotan en esto, porque los jóvenes no salen a trabajar y pasa en distintas clases sociales.
¿Cuál ha sido su experiencia laboral, como emprendedor?
Trabajé en relaciones públicas durante un tiempo, también fui empleado de comercio. A los 18 años empecé con un emprendimiento familiar formal que era una panadería. Con 20 años tenía treinta empleados. A cambio de pasar años sin ganar dinero y de invertir lo poco que tenía me fui desarrollando. Fui aprendiendo con el tiempo y experimenté la irrealidad de los impuestos.
En el 2015 me tocó la pérdida más grande de mi vida en lo económico, cuando estaba trabajando en la venta por mayor de panadería haciendo toneladas de pan de miga y una creciente repentina del río me hizo perder 40 mil dólares e indirectamente todavía más. No quedó otra que arrancar con más fuerza. Soy una persona de mucha fe.
¿En qué momento toma contacto con el Movimiento Social Artiguista?
Lo primero que me llamó la atención de Guido Manini es que habló de la crisis sociocultural, a diferencia del resto de los políticos que se centran en la economía, la salud, la educación o la seguridad. Manini basa su discurso en la cuestión sociocultural y eso fue lo que me atrajo. Interpreto que el Movimiento significa acción, un hacer. Lo Social implica una conciencia determinada. Y lo Artiguista que significa lo mejor de nuestra identidad, nos une como orientales y como americanos.
¿En qué ve usted esa crisis sociocultural?
Hoy se desprecian nuestros símbolos, nuestra identidad. Desde luego que los límites son un problema para nuestra libertad, pero son necesarios para nuestro desarrollo. El respeto al maestro, al policía o al inspector de tránsito es muy importante. Hay cuestiones que no son antojadizas sino que surgen de un conocimiento popular, de una sabiduría acumulada.
También está el materialismo que permea a buena parte de la juventud. Muchos jóvenes tienen como meta cambiar el auto una vez al año e irse de vacaciones dos o tres veces. Pocos lo logran aunque muchos con esfuerzo lo hacen, no está mal, pero quedan acotados a esas metas. Mi padre me dijo que ser exitoso no es tener plata sino ser feliz luchando por tener una buena familia. Hoy eso parece misión imposible, pero la única forma que la sociedad se fortalezca es a través de la familia.
¿Existe un mayor egoísmo?
Las sociedades más desarrolladas evolucionan para proteger a los más débiles. Nosotros lejos de usar la tecnología y abundancia para hacerlo, estamos simplemente descartándolos. El más débil de todos es el niño no nacido, el discapacitado, el anciano. Hoy yo creo que la sociedad está involucionando, el más débil está siempre depredado. Ya se ve venir el tema de la eutanasia y de la “muerte digna”, como si los ancianos no fueran más útiles y lo heroico fuera dejar de existir.
No quiero hacer un discurso anticapitalista pero creo que tenemos el orden de prioridades desordenado. Es necesaria la abundancia aunque es distinto al exceso de consumo o a las mejoras estéticas que no van a lo profundo de los problemas. Creo que uno tiene el deber de trabajar por una mejor sociedad.
El aprendizaje de la cultura libanesa
Rodrigo Albernaz tiene 31 años, está casado hace casi dos con Daniela Murad y son orgullosos padres del niño Rodrigo Said. Su esposa es de origen libanés. “Mi suegro es nacido en Líbano en llegado a Uruguay cuando muy joven. El Líbano es un país muy particular en Asia, con una presencia católica significativa. Tengo mucho respeto por la cultura libanesa y lo que más rescato es el sentido de unidad, colectividad y familia”, señaló el diputado cabildante. El deporte que más le gusta es el kayak y también el atletismo lo practica desde la adolescencia. “Siempre ato el esfuerzo intelectual con el físico”, indicó. ¿Dónde se ve en veinte años? “Me veo donde Dios quiera que esté, espero que sea con la familia grande y feliz”, aseguró.
TE PUEDE INTERESAR