Durante más de un siglo los partidos tradicionales –Partido Nacional y Partido Colorado– ejercieron en nuestro país un predominio político absoluto, por lo que toda otra manifestación política fue más que nada testimonial. Pero a partir de 1971, con escisiones de los propios partidos tradicionales y el agrupamiento de partidos de insignificancia electoral hasta ese momento, como el Partido Comunista y el Partido Socialista, se formó el Frente Amplio. Desde esa fecha hasta el día de hoy, el Frente Amplio ha crecido hasta transformarse en el partido de mayor adhesión popular y simultáneamente los partidos tradicionales, elección tras elección, han ido perdiendo significación en la consideración popular. Este no es un fenómeno casual, sino que se origina en que los partidos tradicionales, lenta pero progresivamente, fueron aceptando en sectores importantes los planteos ideológicos y políticos frentistas, transformándose en un mecanismo de transferencia de significativos sectores de la sociedad y de la propia dirigencia política desde esos partidos al Frente Amplio. Esto ha sucedido a extremo tal que basta analizar lo que fue la gestión del actual gobierno de Coalición Republicana y compararlo con la anterior gestión del Frente Amplio para advertir una clara continuidad en políticas de gran significación.
En definitiva, este gobierno de coalición, que en los hechos ha sido un gobierno liderado por el Partido Nacional, cristalizó las principales líneas políticas iniciadas durante el gobierno del Frente Amplio. La nefasta reforma tributaria del Frente Amplio del 2007 permaneció incambiada, con un IRPF que es un falso impuesto a la renta, desde el momento que se gravan ingresos sin tener en cuenta significativas deducciones que permitan realmente considerar que se grava la renta y no los meros ingresos. Se mantuvo el IASS, que malamente disfraza un IRPF a las pasividades, declarado inconstitucional en su momento.
En definitiva, se gravan ingresos, fundamentalmente de la clase media, que soporta el peso fiscal con mayor carga tributaria que las propias empresas. En tal sentido, que el IRPF y el IASS sumados recauden unos 800 millones más que el IRAE pone en evidencia no solo el mayor sacrificio fiscal de las personas respecto a las empresas, sino también la escasa significación de nuestro empresariado deprimido por su consuetudinaria falta de estímulos.
En lo cultural y educativo, no hubo durante este periodo de gobierno un claro mensaje contra la hegemonía cultural del neomarxismo y en especial contra la ideología de género. Ni qué decir que permaneció incólume la legislación que atribuyó autoritarismo a gobiernos democráticos, particularmente el del Partido Colorado electo en 1967. Ni siquiera este partido tradicional pretendió corregir la alcaldada legal que avala reparaciones patrimoniales que son legales pero ilegítimas. La historia mentirosa que pretende que en nuestro país en la década de los 60 se generaron movimientos de liberación contra dictaduras, cuando en realidad lo que se pretendió fue derribar gobiernos legal y democráticamente constituidos permaneció absolutamente incólume.
No se reivindicó la verdad histórica de los innumerables crímenes cometidos por esos movimientos hace 60 años. La historia oficial prácticamente ignora los múltiples homicidios, secuestros, rapiñas y demás latrocinios cometidos por estos movimientos que sembraron de violencia y terror la sociedad nacional. Por cierto, que tampoco se refutó la ideología de género que ha teñido ya a amplios sectores de los partidos tradicionales, cuya obsecuente adhesión a no ha cesado a pesar de los desprecios con que sus adherentes son tratados por las organizaciones más representativas del sostén de dicha ideología manipuladas desde el Frente Amplio. A su vez la política en materia de drogas no ha significado cambio alguno de la instaurada por el Frente durante sus 15 años de gobierno. Por el contrario, se ha profundizado al extremo de mejorar la potencia dopante de la marihuana, a despecho de los numerosos homicidios que casi diariamente suceden vinculados al narcotráfico, que demuestra el notorio incremento de esta actividad que socava económica y moralmente a nuestro país y especialmente a los jóvenes.
En otro orden de cosas, la política de concentración de la riqueza en manos de grandes empresas, casi sin excepción multinacionales, en detrimento de la pequeña y mediana empresa nacional continúa a tambor batiente. En el caso de la propiedad rural durante el gobierno del Frente Amplio se autorizó la enajenación a multinacionales de unos 6 millones de hectáreas, de los 15 millones de hectáreas que tiene el país con aptitud agropecuaria. Las autorizaciones continuaron durante este gobierno que se despide autorizando a una empresa japonesa la compra de unas 41.000 hectáreas. Es evidente que nuestro tradicional empresariado rural va camino a la extinción, en particular el pequeño y mediano empresario rural. Ni hablemos de nuestra industria, que desde los gobiernos del Frente Amplio está en vías de extinción. Exportamos soja como se cosecha en la chacra, hay prácticamente una sola aceitera, exportamos madera en troncos para su procesamiento en el extranjero, exportamos leche en polvo, o sea solo deshidratada, etcétera. El país ha sido condenado durante los gobiernos frentistas a ser un proveedor de materias primas para que se industrialicen en otros lares, lo que se mantuvo también incambiado durante este período de gobierno. Lo mismo sucede con la celulosa, los cueros etcétera.
Parece que tenemos prohibido generar trabajo nacional con las materias primas que producimos. Todo esto sucedió en un largo proceso durante los gobiernos de Frente Amplio y el actual gobierno fue incapaz de revertirlo o entendió que era beneficioso. Los abusivos intereses que se cobran en el país en materia de intermediación financiera al amparo de una ley sancionada por el Frente Amplio en el 2007 continuaron cobrándose durante el actual gobierno sin que se manifestara por las autoridades económicas la más mínima intención de corregir el fenómeno que perjudica a nuestra castigada clase media. Frente a la despoblación del país, el Frente Amplio impulsó y logró aprobar el aborto y durante esta legislatura con un apoyo del Frente Amplio y aprobación de ciertos sectores del Partido Nacional, el Partido Colorado impulsó la eutanasia. Las políticas de muerte solo fueron combatidas por Cabildo Abierto en la más solemne soledad. Como dijo un connotado intelectual, los partidos tradicionales se transformaron en un Frente Amplio de traje y corbata y la ciudadanía terminó prefiriendo el original a la copia, siendo esa la razón del último resultado electoral, en el que la única voz que denunció estos extremos fue silenciada por una propaganda abrumadora de partidos que, parafraseando a Vaz Ferreira, son solo una falsa oposición.
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