El exministro se definió como proveniente de un lugar muy humilde. Si bien se interesó por la política desde niño, sabía que no sería fácil tener éxito en esa actividad. Siempre soñó con ser diputado, lo que logró, pero nunca imaginó que accedería al cargo más importante del Ministerio de Ambiente, desde donde consiguió posicionar al Uruguay como un país sostenible, según dijo a La Mañana. Además, recordó sus inicios en el Partido Colorado (PC) y lamentó la salida de Ernesto Talvi luego de haber trabajado mucho por su candidatura. Por otro lado, habló de su futuro político tras su renuncia como ministro.
¿Cómo surgió su vida política?
Yo me crie en San Bautista (Canelones), que es donde vivo hoy por decisión propia. Vivo en el campo, a cuatro kilómetros del pueblo. Ahí hice la escuela, el liceo, están mis amigos, y el club de fútbol y el club social de los que fui presidente. Es mi lugar en el mundo. Ahí surgió mi vida política. Mi vida pública empezó en las organizaciones sociales. Mi gestión fue considerada buena, con los números ordenados, se hicieron obras, y comencé a tener mayor visibilidad. Yo no vengo de origen colorado ni de familia política.
¿Qué lo llevó al PC?
Cuando entré al liceo, estudié la época batllista y el material que daban me resultó poco, me puse a leer más sobre Batlle y Ordóñez, y seguí hasta el día de hoy. Fue la figura que me encandiló. A los 13 años vi a Jorge Batlle en la plaza de mi pueblo en un acto político, y su figura me prendó. En el 94 voté por primera vez, di una mano en la 15 y en el 99 trabajé más activamente para su candidatura.
¿Qué decían sus padres de que militaba en política?
Que estaba loco, por muchas razones. Primero, no les gustó nunca el trabajo en lo público, porque te lleva mucho tiempo, te desgasta, te lleva a perder muchas cosas de la vida familiar, de tu desarrollo personal económico. Mi viejo nunca entendió por qué estaba en el club de fútbol y por qué pasaba mal, porque pasás muy mal, perdés los domingos. Yo tuve la suerte de haber salido campeón dos veces en los seis años en los que estuve. Y la política es una actividad muy dura, de mucho desgaste, es muy noble, pero también allí se ven las peores cosas de la gente.
Después, porque era muy difícil que yo pudiera tener éxito en política, porque vengo de un lugar muy humilde. Por más democracia que haya, si vos no tenés un sector o alguien que te financie, es muy difícil avanzar en política. Hay muchísima gente capaz, con ganas, dispuesta a estar en el servicio público, pero que no lo puede hacer porque tiene que criar a sus hijos, formar su familia, comer. A mí me gustaba mucho la política desde niño. A ninguno de mis compañeros del liceo le sorprende que haga política ni que sea legislador, porque yo sentía muy vocacional eso en mí.
¿Siempre supo que se quería dedicar a eso?
Sí, quería hacer política. Cuando vine a la Cámara de Diputados con el liceo, yo dije que iba a volver como diputado, y fue así. Siempre creí que iba a trabajar y hacer cosas en política, y me gustaba, pero nunca dejé de armar mi empresa.
¿Cómo empezó con la empresa?
Como no vengo de cuna de recursos económicos, tenía que asegurarme una forma de vida. La empresa surgió cuando tenía 17 años. Yo quería hacer Ciencias de la Comunicación, sentía también una vocación por el periodismo. Tuve como una crisis vocacional, pensé en hacer Derecho, pero tampoco me entusiasmaba mucho. Hice dos semestres de Comunicación en la Universidad de la República, pero dejé para dedicarme de lleno al negocio.
Mi viejo era pequeño chacarero de Canelones, no había espacio para más gente porque lo que se generaba era muy poco y las perspectivas eran malas. Entonces, se abrió un frigorífico de faena de pollos a 10 kilómetros de donde yo vivo, apareció como un rubro nuevo y se me ocurrió salir a vender pollos. Vendí una Honda 125 del 82 que había comprado con ahorros desde niño y compré una Ford del 56 y con esa camioneta salí a vender pollos. Ahí empecé un negocio que es la venta y distribución de ave faenada. Esa empresa fue creciendo de a poquito y tuvo un golpe muy grande en la crisis del 2002, donde nos fundimos.
Volvimos a salir y hoy tenemos una distribución en gran parte del interior, con una clientela importante, y somos unos cuantos en la empresa, que es mi medio de vida. Tenemos la distribución, que vendemos en carnicerías y supermercados, tenemos venta al público y una plantita de elaboración. Son tres unidades de negocio que las dirijo yo y donde me fue muy útil mi carrera, la licenciatura en Dirección de Empresas (N. de R.: formación que se apresta a culminar). Yo volqué mucho de eso a la empresa, pero la carrera la hice ya mayor, o sea, dejé de estudiar, me dediqué al negocio, me fundí en el 2002 y ahí dije: “qué gran error no haber estudiado, porque ahora no tengo nada, y tampoco tengo conocimiento”.
¿De qué manera se recompuso?
Yo había perdido todo y me asocié con un exsuegro que tenía capital. Yo trabajaba y él ponía el capital, y con un camioncito empecé de vuelta, de cero, pero a su vez comencé a estudiar de nuevo e hice la carrera, y la realidad es que esa formación me ha servido mucho para la política. Me dio insumos para poder gestionar y me fue muy útil para armar el ministerio de cero.
¿Cómo llegó a ser diputado?
Yo seguí militando en el PC y en el 2009 comencé a dar una mano en Vamos Uruguay. En 2012 armamos una corriente nueva en Canelones y tuvimos la sorpresa de ganar la interna dentro del sector. Eso me llevó a encabezar la lista de Diputados de Canelones de Vamos Uruguay en 2014, ganamos la banca y asumí en 2015 por primera vez como diputado, que fue mi primera función pública.
¿Cómo atravesó su primera legislatura, donde le tocó ser oposición?
El Parlamento a uno le cuesta porque uno ha estado toda la vida haciendo cosas: en la empresa, en instituciones sin fines de lucro, uno logra hacer cosas. En el Parlamento no lográs ni limpiar una cuneta, no tenés poder de ejecución ninguno, entonces, tenés poca capacidad para dar respuesta a las personas, sobre todo cuando sos del interior y la gente en el pueblo te agarra y te pregunta qué pasa con tal cosa.
Entonces, vas como diputado y decís: “exactamente esta no es mi vocación, sino hacer cosas con la política, no estar acá 24 horas en una interpelación”. Es un gran honor ser legislador y eso no se va a dar muchas veces, tenés cinco años y no sabés si va a haber próxima. Yo fui cero faltas como legislador, un año fui de los diputados con mayor cantidad de pedidos de informes, trabajamos en proyectos de ley con el Partido Nacional (PN), con el Frente Amplio (FA), y los sacamos. Trabajé mucho en la articulación, en tratar de conseguir cosas con actores de otros partidos. Yo tuve un buen vínculo con el gobierno del Frente, y en aquellos temas que tenían implicancia en Canelones, hablaba con los miembros del Ejecutivo. A pesar de estar en la oposición, facilitamos muchas soluciones.
¿Se veía otros cinco años en el Parlamento?
No. Terminé el período y realmente ser legislador no era lo que me interesaba, no me veía de nuevo cinco años en el Parlamento.
Sin embargo, fue en la lista al Senado.
Sí, fui en la lista y salí, pero no era mi aspiración, no me sentía cómodo. Estaba en una edad de mucho potencial para la actividad privada y en el Parlamento no creía que pudiera hacer grandes aportes; sí me veía ayudando al PC. No estaba en mi radar volver al Parlamento. Lo que pasó fue que yo salí secretario general en Canelones y renunció el secretario general del PC, Germán Cardoso, por el episodio Sanabria. Un día me llamaron para decirme que el nombre que reunía consenso era el mío. Era un momento muy complicado, el partido marcaba 3%, Pedro se había ido, la situación era difícil y no tenía más remedio que asumir.
Y ahí conoció a Talvi…
Ya lo había visto en alguna charla y el 10 de julio de 2017 me propuso que le armara la estructura política, primero, que hiciera un testeo para ver si su candidatura podía prender en la dirigencia. Me puse a trabajar y di cuatro vueltas al país para armar Ciudadanos. Él lo llamaba una sociedad, donde él era el candidato y aportaba mucho vinculado a las ideas, a lo técnico, y yo tenía la pata política, la territorial, el conocimiento de la dirigencia política. Ahí comenzó todo ese laburo con Ernesto, que me entusiasmó mucho. Al decir de Ernesto, soy por lejos la persona que más trabajó para Ciudadanos, porque él se incorporó un año después. Ese rol fue lo que me llevó al segundo lugar de la lista al Senado, no mi aspiración. Para todo el mundo era claro que el dos de Ciudadanos era yo.
¿Y puso reparos?
Yo le planteé a Ernesto que no quería ir al Senado, él me lo pidió y luego Ope y algunos más me convencieron. Asumí en el Senado sin mucha ilusión, para mí eran cinco años más metido ahí adentro. Yo no podía creer que iba a estar cinco años más ahí. Pero luego vino la Ley de Urgencia, y yo había trabajado como interlocutor político de los técnicos de todo el partido, entonces, encontré un puesto en la cancha que era el de negociar artículos con el FA. El PPI de los combustibles es redacción de Ciudadanos, donde primero convencimos al PN, luego a Cabildo Abierto y luego al FA. Yo trabajé con Cosse los artículos que fueron votados por unanimidad en el Parlamento. Entonces, me encontré en un rol de articulación, me sentí cómodo, y ahí sucedió lo de Talvi: renunció y su salida me trajo al Ministerio de Ambiente para cuidar los equilibrios de la coalición en los ministerios.
Debió asumir un cargo donde el tema era notoriamente distinto a las áreas a las que se había dedicado. ¿Nunca dudó en aceptar?
Los temas ambientales nunca habían sido mi especialidad. Yo había seguido los asuntos de Canelones que tienen que ver con ambiente, pero estaba muy lejos de ser un especialista en materia ambiental como para venir a armar un ministerio de cero. Fue todo un desafío. Yo dudé, pero hubo gente veterana del PC que me dijo que no había ninguna posibilidad de que no asumiera, porque si no, el partido perdía un ministerio.
¿Lo desilusionó la salida de Talvi luego de todo lo que trabajó por él?
Fue un golpe, nunca lo pensé. Hubo varias decisiones suyas que yo no compartía. Una, la secretaría general de Sanguinetti, porque yo me imaginaba a Ernesto liderando el partido, transformándolo en una herramienta más moderna. Es más, hoy Ernesto sería el candidato cantado y con una gran chance, de haber hecho todo el proceso que no hizo. Y no me lo imaginaba con Sanguinetti al frente, que todos los colorados lo respetamos, pero hubiera sido ganar en pro de la renovación.
Además, yo nunca compartí que fuera al Ejecutivo, porque su rol era desde el Senado y el liderazgo del partido. Y el doble rol que se tiene acá es muy difícil, es decir, Ernesto por un lado era socio del presidente, pero por otro estaba bajo su jerarquía. Él lo hizo muy bien en el tiempo en el que estuvo, pero el ciclo de la Cancillería se terminó antes de lo que yo pensaba, que siempre creí que iba a ser corto, pero nunca pensé que fuera menos de un año.
¿Qué desafíos enfrentó al asumir este cargo y por qué cree que el Uruguay precisaba este ministerio?
Fue votado por unanimidad, todo el sistema político entendía la necesidad de jerarquizar la autoridad ambiental, porque ya existía la Dinama. El Ministerio de Ambiente tiene que ver en la autorización de un puente, por ejemplo, pero también del megaproyecto de UPM 2, y lo que siempre me interesó fue mostrar un ministerio con base técnica, sólida, y que no se lo pase por arriba. Nos marcamos varias líneas de acción, el agua potable, la calidad de agua, el saneamiento y el avance de la gestión de residuos. Por otro lado, lo más trascendente es incorporar la mirada ambiental en el sistema productivo, y hemos posicionado al Uruguay como un país sostenible en materia de alimentos. Ahí podemos destacar la huella ambiental de la ganadería, la emisión del bono sostenible.
¿La sostenibilidad en la producción de alguna forma no va en contra de la competitividad?
Sí, hay un tema de determinadas renuncias, pero yo creo que hay un valor ambiental que consiste en aquello que los consumidores están dispuestos a pagar por un producto que demuestre haber sido sostenible, ese es el mundo de hoy, no el de mañana. La Unión Europea ya está limitando el acceso de siete cadenas productivas que tienen que demostrar que no deforestaron para producir esos alimentos. El mundo exige eso. En muchos mercados no vamos a poder ingresar si no tenemos determinada trazabilidad. Uruguay ha aumentado su producción reduciendo emisiones de metano, por ejemplo. Es referencia en esto y tiene una oportunidad de distinguirse en el tema ambiental, así como lo ha hecho en estabilidad política, social, económica, jurídica.
¿Qué se puede hacer para paliar el déficit hídrico que está padeciendo el agro?
Eso tiene que ver con el cambio climático. Tenemos que concentrarnos menos en la mitigación y más en la adaptación. Mitigar es emitir menos, y Uruguay emite muy poco y está comprometido en seguir reduciendo emisiones, pero el tema es la adaptación, cómo nos adaptamos a los problemas que genera el cambio climático. Ahí tenemos las sequías, las inundaciones, el aumento del nivel medio del mar, el aumento de la temperatura promedio, el aumento de las precipitaciones promedio, de la erosión. Todos esos efectos van a venir a Uruguay sí o sí, haga lo que haga.
¿Cómo adaptarse a eso?
Tenemos que prepararnos de otro modo para eventos de este tipo. Hay que trabajar mucho más en la articulación con los productores, con el Ministerio de Ganadería, y tenemos que pensar que esto va a ser recurrente, tener más reservas de agua, pensar en otras formas de acceso al agua para solucionar estos problemas de déficit. Hay que incluir la variable de cambio climático en las políticas públicas y en las definiciones estratégicas de los privados. Ahora que estamos todos desesperados surge la necesidad de hacer estas cosas, pero no podemos dejar de tener esta preocupación hasta que pase de vuelta, hay que planificar mucho más la gestión del recurso y ahí tenemos una debilidad.
Luego de su renuncia al Ministerio de Ambiente por el episodio del título, ¿cuál será su futuro político?
Por ahora me voy a ocupar de la transición. Firmé la renuncia el miércoles pasado y asumió el nuevo ministro, Robert Bouvier. La idea es que los proyectos que venían en marcha en el ministerio, que son muchos, se consoliden, entonces, la realidad es que primero voy a poner todo el foco en esa transición para hacerla lo más rápido posible y salir de ese tema. Luego, voy a reflexionar y estoy evaluando la vuelta al Senado, pero ya en un tiempo prudencial.
La importancia del proyecto Arazatí en medio del déficit hídrico
En el actual contexto de déficit hídrico que atraviesa el país, el proyecto Arazatí cobra especial importancia, de acuerdo con Peña, pues es “evidente” la necesidad de tener más agua para el área metropolitana. “Estamos agonizando en materia de abastecimiento y ese derecho básico que es el acceso al agua potable hoy no está garantizado”, lamentó, y aseguró que con esa obra sí lo estará, además de que se va a diversificar la fuente para no depender solo del Santa Lucía.
El ahora exministro celebró que este gobierno se esté ocupando de este problema que fue “heredado”, puesto que en abril del 2020 quedaba agua para 20 días en Aguas Corrientes, lo que se solucionó con la lluvia. “La preocupación del Ministerio de Ambiente y de OSE es asegurar agua para los más vulnerables, porque hoy, cuando falta en algunos barrios, hay gente que puede ir y comprar en el supermercado, pero hay otra gente que no puede. Es la inversión más importante en agua potable en 150 años. Me cuesta mucho entender a los que están en contra”, afirmó.
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