El sistema educativo uruguayo arrastra problemas estructurales muy significativos desde hace varias décadas en materia de calidad, cobertura e inequidad, algunos de los cuales impactan en la deserción, advirtió Lasida. En entrevista con La Mañana, el jerarca analizó la situación actual de la educación y afirmó que la distribución de los recursos prioriza a los alumnos de mayores ingresos. De todas maneras, opinó que la reforma educativa va en el camino correcto para resolver las dificultades.
El Ineed tiene la misión de evaluar la calidad de la educación nacional a través de distintos estudios e investigaciones. ¿Qué conclusiones se han podido sacar en lo que va del período?
Puede resumirse en dos grandes conclusiones. En primer lugar, Uruguay logró resolver bastante bien en términos comparativos la adversidad generada por la pandemia en el sistema educativo, que tuvo muchísimos menos efectos que los que se registraron en otros países en cuanto a los procesos de aprendizaje. La segunda es que se mantienen problemas estructurales muy graves que tiene el sistema educativo desde hace décadas en términos de calidad, cobertura e inequidad de su funcionamiento.
Este año el Instituto hizo una investigación para identificar cuáles son las escuelas que logran resultados mayores a los esperados. ¿Podría profundizar al respecto de lo que encontraron tras ese estudio?
Encontramos que hay una serie de aspectos que tienen que ver con el centro educativo, las prácticas en el aula y los alumnos, que están asociados a aquellos centros que logran mejores resultados que los esperados. ¿Qué quiere decir esto último? Que dadas las características socioeconómicas de la población que asiste a un centro, uno puede esperar que obtenga determinados resultados. Hay centros que se ubican dentro de ese promedio, otros por abajo y otros, que fueron en los que pusimos el foco, por encima. Pusimos el foco allí para ver qué es lo que hacen bien, por qué logran romper con un problema muy grave que tiene el Uruguay, que son las fuertes diferencias entre lo que aprenden los sectores de menores ingresos y los de ingresos altos. Encontramos algunos centros que logran romper esa inequidad.
¿Qué tipo de centros son? ¿Qué características tienen?
Hay más centros de estos en el interior que en Montevideo, y el horario extendido influye, pero también las escuelas Aprender (Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas), que tienen condiciones muy favorables para que los maestros trabajen en equipo. Después, encontramos que son centros donde hay un liderazgo fuerte orientado a lo educativo y donde los docentes trabajan en conjunto. El trabajo docente en Uruguay es muy solitario, a diferencia de lo que da buenos resultados en el mundo y también en nuestro país, según pudimos comprobar en esta investigación. Son centros donde los maestros promueven actividades que suponen mayor autonomía de los estudiantes y más orientadas a la comprensión que a la transmisión de información. Además, los alumnos tienen un sentido de pertenencia al lugar.
¿Cuál es la importancia de estas constataciones para la política educativa?
Es muy importante porque refuerza una línea de política educativa de la ANEP (Administración Nacional de Educación Pública) para este quinquenio que es fortalecer al centro educativo como actor, no solo al docente trabajando individualmente. Esto que encontramos en primaria vamos a estudiarlo también en educación media, pero se puede suponer que vamos a hallar cosas parecidas.
Mencionaba la brecha educativa, la inequidad en los aprendizajes, que es algo de lo que se habla desde hace muchos años. Imagino que se requiere para eso una atención desde un punto de vista más integral, no solo de la educación. ¿Hacia dónde se debería apuntar para mejorar esta realidad?
Hay una contribución a la inequidad que es de la educación y no viene de afuera. Es cierto que la educación recibe estudiantes desiguales de familias con diferencias, pero hay estudios donde les preguntan a los alumnos por qué abandonan en educación media, y la mitad dice que no le resulta interesante, tanto el de ingresos más bajos como el de ingresos más altos. Los primeros que abandonan son los más pobres y lo hacen incluso con un costo económico, porque cobran asignaciones familiares y eso se corta si abandonan. Hemos observado también que la distribución de los recursos no prioriza a los alumnos de menores ingresos, sino a los de ingresos más altos, porque los profesores de grados más altos van a los liceos y UTU donde van estos últimos. Entonces, lo que quiero decir es que hay una contribución muy fuerte a la inequidad que hace el sistema educativo.
¿Qué respuestas se han brindado para paliar esta situación?
Una muy buena respuesta en este período han sido los centros María Espínola, que concentran recursos, trabajo en equipo de los docentes, modalidades nuevas como tutorías y acompañamiento, doble jornada en centros que reciben adolescentes de bajos ingresos. Otra buena respuesta que se inició en los 90, en una colaboración entre el Codicen liderado por Germán Rama y la organización de la sociedad civil El Abrojo, es el programa de maestros comunitarios, que tiene muchos años y probablemente haya que ampliarlo y mejorarlo.
La semana pasada, el director del Inefop, Guillermo Dutra, dijo entrevistado por La Mañana: “Buscamos revertir el problema de la deserción; culminar los estudios es determinante para que los jóvenes accedan a nuevos empleos”. ¿Qué reflexión hace sobre este tema?
Coincido con lo que planteó Dutra. Ha habido un cambio muy importante en el sistema educativo que lo hizo la gente, que fue haber priorizado cada vez más la educación técnica por encima de la educación secundaria en general. En el año 2000 la educación técnica era alrededor de un 5% del total de la educación media y hoy es casi la tercera parte. Hicimos estudios sobre la inscripción electrónica de escuela a primero de liceo y encontramos que alrededor de un 10% quiere ir a la educación técnica y se los manda a educación secundaria porque no hay más lugar. Esto es muy importante en el tema del abandono, pues implica una desmotivación enorme.
Esto tiene que ver con lo que planteaba Dutra del mercado de trabajo, es decir, los estudiantes quieren una educación media más cercana al mundo del trabajo, pero la educación uruguaya, en términos comparados, es de las que está más lejos. En una de las pruebas PISA, de hecho, se les preguntó a los directores de los centros qué vínculo tenía el programa que ellos daban con el mundo del trabajo, y Uruguay fue el país donde más del 80% dijo que no tenía ninguna relación.
¿La reforma educativa que se está planteando tiene en cuenta estos temas?
Sí, especialmente en lo que respecta a la equidad. En cuanto al marco curricular, es mucho más integral. El problema de nuestra educación secundaria es que es enciclopédica, orientada a un conjunto de contenidos que en 2022 son inabarcables. Las últimas reformas curriculares lo que hicieron fue agregar contenidos, pero las reformas curriculares modernas lo que hacen es seleccionar competencias, entonces, yo entiendo que va en la dirección correcta.
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