Tras la llegada del Frente Amplio al gobierno, el senador nacionalista Sebastián da Silva ha sido bastante crítico, considerando que este ha sido “el peor Frente Amplio de la historia”. El legislador mantuvo un diálogo con La Mañana sobre su visión de lo que acontece en el país e indicó que “son pésimas las señales que se dan”.
¿Cuál es su evaluación del gobierno, a un mes y medio de su asunción?
Parte de lo que uno imaginaba era este ritmo. Nosotros hablamos mucho de que este era un Frente Amplio distinto, el peor de la historia. Hablamos de la poca preparación del elenco de gobierno, y lo que estamos viendo es consecuencia precisamente de esto. No están las “gárgolas” del pasado. Nin Novoa, María Julia Muñoz, Víctor Rossi, Ernesto Murro. Esa era otra raza de izquierda. Sacando a la exministra de Vivienda, Cecilia Cairo, que entró en desgracia por evadir impuestos y Alejandro Sánchez, el resto del elenco es más liviano. Debemos pensar que la transición en Uruguay es la más larga del mundo, por lo cual no es excusa decir que vamos 45 días, ya que tuvieron mucho tiempo para preparar su accionar desde el 1º de marzo. Además, en algunos aspectos como la seguridad y el Ministerio de Trabajo, son pésimas las señales que se dan. En el caso de la seguridad, los malandras han salido como locos a robar a gente inocente y en el caso del Ministerio de Trabajo hay pésimos mensajes del ministro Juan Castillo. Todo esto es como ver el hundimiento de un barco.
Manifiesta que “los malandras han salido”. ¿Piensa que se ha incrementado la violencia desde que asumió el Frente Amplio?
Yo no cuento los muertos, como nos los contaban a nosotros. Sí veo que pasaron de matarse entre ellos a robar a gente honesta y eso me preocupa mucho.
¿Qué piensa del ministro del Interior, Carlos Negro?
La verdad es que no tengo una opinión formada. Observo la realidad de lo que está pasando con los robos piraña, con las rapiñas, que eran temas que no estaban tan en el orden del día tiempo atrás. Lo que había eran homicidios entre bandas narco, que por supuesto eso tampoco paró. Entonces yo no puedo opinar de alguien que no le conozco una sola medida. Gobernar es hacer cosas e impedir que otras pasen. Eso es lo que creo que se tienen que grabar a fuego, o sea, que son gobierno.
Por lo tanto, opina que el Frente Amplio no ha asumido que es gobierno.
Una cosa es el discurso del comité de base y otra cosa llevar adelante las riendas del país. Si uno se pone a comparar gobierno a gobierno, a los 45 días, es indudable que la resiliencia de nuestro gobierno es infinitamente mayor a lo que estamos viendo de la presidencia de Yamandú Orsi. No pueden resolver ni siquiera reconocer un presidente democráticamente electo, como fue el caso del presidente de Ecuador. Son cosas que uno ve que pasan y que no quisiera que pasen. ¿Será un estilo nuevo? Bueno, habrá que ver si este es el estilo o les quedó grande el cargo a muchos gobernantes.
En lo que se refiere a los legisladores, mencionaba que eran otra “raza”, que no había grandes dirigentes. ¿Cómo observa la actividad parlamentaria?
Lo que pasa es que el eje de funcionamiento del país, por ahora, está muy lejos del Palacio Legislativo. Lo único que vino fue una ley para resolver el tema del Casmu y se la votamos en forma inmediata. Tienen la suerte de que nosotros no ponemos el palo en la rueda. Pero observo que hay mucha declaración y poca acción. Uno lo que quiere es vivir en un país tranquilo, y autoridad que no se ejerce es autoridad que se pierde, en cualquier circunstancia de la vida. Tampoco vamos a ser tan radicales, pero han pasado 45 días y, por ejemplo, el canciller de la República sale a decir que tiene que esperar a recibir los informes de no sé quién para reconocer a un presidente de un país, eso es algo preocupante. De esa manera arrastra gratuitamente a la institución presidencial y es algo a lo que no estamos acostumbrados.
Ahora se espera el presupuesto y ver si al no tener mayoría el Frente Amplio en la Cámara de Diputados se aprueba o no. ¿Qué opina que sucederá con este tema?
Eso es un mito. Si mañana no tienen presupuesto, el país funciona igual con el presupuesto anterior. O sea, si ellos meten la excusa del presupuesto, le están mintiendo a la gente. El presupuesto reordena, enfatiza, prioriza, pero no es el principio o el fin de las cosas. Y a las pruebas me remito. Nosotros teníamos el presupuesto del gobierno anterior y enfrentamos una pandemia. El presupuesto es otro de los temas que se escudan para disfrazar su propia inoperancia. Pero el país tiene presupuesto. Mañana no tiene la mayoría para el presupuesto nacional, y el país no se va a paralizar. Tienen el del gobierno anterior.
¿O sea que no estima que con el presupuesto que estén presentando cambie mucho el destino de los recursos?
No, no estoy diciendo eso porque no tengo más información. Lo que digo es que el ministro del Interior, Carlos Negro, no necesita de un presupuesto nuevo para poder hacer ciertas cosas en materia de seguridad y el canciller de la República tampoco para tomar determinadas resoluciones. Existe un presupuesto. Nosotros asumimos con el del gobierno del doctor Tabaré Vázquez y tuvimos que rascar la lata y poder enfrentar una pandemia. O sea, hay instrumentos que desde el Poder Ejecutivo se pueden usar, si es que quieren hacer cosas. El ejemplo más claro es como Uruguay enfrentó a la pandemia con el presupuesto que ya venía. Fue entre otras medidas porque la ministra de Economía creó el Fondo Covid. La ley presupuestal ordena, pero no es el principio y fin del funcionamiento del Estado. El Estado podría funcionar perfectamente si no se le aprueba la Ley de Presupuesto presentada por el gobierno de Yamandú Orsi.
Y considerando estos primeros pasos del gobierno, ¿cómo estima que pueden transcurrir los próximos cinco años?
Lo shockeante son las diferencias en el estilo de los presidentes [Lacalle Pou y Orsi], del estilo de los ministros, en la hoja de ruta. Nosotros el 5 de enero de 2020 estábamos presentando, antes de asumir el gobierno, una Ley de Urgente de Consideración. Uno podrá estar o no de acuerdo con ella, pero teníamos un rumbo de reformas y dijimos: “Llegamos al gobierno para esto”. Ahora eso no se ve y ¿es algo malo en sí mismo? Bueno, capaz que lo que esconde esa actitud es una enorme mentira que les dijeron en el comité de base, de que el gobierno anterior había fracasado, que gobernaban para los malla oro, etc. Y a medida que vamos a ir avanzando en el transcurso del gobierno, vamos a ir viendo cómo las bases de nuestro legado no se van a cambiar. Hay una contradicción en lo que se dijo en el comité de base y lo que es el mundo real. Eso les genera ansiedad a los militantes frenteamplistas. Pero el presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, fue el encargado de dar manija. Quedó con el manguito rotador partido de tanto dar manija. Ahora que se haga cargo.
¿Le sorprendió la protesta frente a Torre Ejecutiva por parte de integrantes de las ollas populares?
No, eso es parte de ser gobierno. Yo durante el nuestro recibía 200 reclamos por día, pero 200 de verdad.
Le preguntaba ya que eran reclamos por aquellos que se supone que habían votado al Frente Amplio.
Es una protesta de su propia medicina, pero va a seguir pasando. Lo que digo es que para poder enfrentar los problemas de Uruguay hay que poner actitud. No ponerle narrativa, esa época se terminó. Con una narrativa falsa nos ganaron las elecciones. Ahora es el momento de hacer. Yo quisiera discutir más sobre proyectos del gobierno y tras la llegada “del último ciclista” vamos a ver si es cierto eso de que el Uruguay va a empezar a funcionar. Hoy el mundo requiere acuerdos internos en materia de competitividad, producción, política exterior, seguridad y nosotros no somos el palo de rueda. Estamos acostumbrados a sacar adelante a Uruguay. Nosotros tenemos un acercamiento positivo a los problemas y ellos son la manija.
Usted se encuentra de gira por el interior por las elecciones municipales. ¿Cómo observa que vienen para el Partido Nacional?
Tiene que ver con lo que mencionaba. Este estilo de la manija en los comités de base se puede aplicar en varios departamentos y la gente les va a decir… no. Es decir, no va a tratar de innovar. En Montevideo esa no innovación es mucho más por la camiseta, por un estado de masoquismo y de negación, que una no innovación por sentido común. En Canelones creó que va a haber sorpresas. Después, mayoritariamente, si uno mira el gobierno nacional y ve las propuestas de Frente Amplio a nivel departamental, es pan con pan, o sea lo mismo.
¿Estima que el Partido Nacional va a poder retener todas las intendencias que tiene en la actualidad?
Ojalá. Hay desafíos grandes en algunos departamentos, pero creo que al final del día, en la veda, la gente va a mirar los elencos de gobierno nacional y ese estilo que lo quieren incorporar en los departamentos del interior. Entonces, por ejemplo, donde estoy ahora, en Lavalleja, la gente dice que no quiere ese estilo y por eso vota al Partido Nacional. La excepción es Montevideo, donde la gente tiene un síndrome de Estocolmo muy grande. Vota a quien tiene la ciudad mugrienta, le encanta que lo roben en la cara. ¿Por qué? Porque pesa más la camiseta.
¿Considera que los hechos que se están registrando en el gobierno nacional pueden repercutir en las elecciones departamentales?
Es caso a caso, ya que todas las intendencias son distintas. En algunos lugares va a haber voto extrapartidario abierto, que va a definir entre candidatos blancos y en otros puede ser más competitivo. No obstante, considero que Yamandú Orsi no generó una ola, como fue el primer gobierno de Tabaré Vázquez, donde el Frente Amplio ganó en varios departamentos las intendencias. No digo que ahora no ganen alguna otra, pero también Salto la podemos ganar nosotros, aunque el mapa final será medio parecido al actual.