El Dr. Eber da Rosa es abogado y político de destacada trayectoria en el Partido Nacional. Fue intendente de Tacuarembó durante tres períodos, 1995-2000, 2000-2005 y 2015-2020. Entre 2005 y 2015 fue senador de la República, y en el período 2023-2024 fue embajador de Uruguay en Venezuela.
¿Qué reflexión le queda luego de su gestión como embajador en Venezuela?
La posibilidad de conocer otras realidades de nuestra América Latina, el entender que pese a que conformamos un mismo continente, formamos parte de esta América del Sur, esto que algunos han llamado la Patria Grande, tenemos realidades culturales, históricas, económicas diferentes que hacen válido aquello de que hay que entender las realidades de cada país de acuerdo con su región, su historia y la cultura de su pueblo para entender mejor la problemática de nuestro continente y de nuestros países.
¿Es real todo lo que se dice sobre la situación, sobre la forma de gobernar del régimen de Nicolás Maduro? Algunos lo califican como una dictadura, otros dicen que es muy complejo analizarlo sin tener una versión real de los hechos. ¿Usted la tuvo?
A mí me parece, a veces, un poco hasta infantil y demasiado superficial esa discusión con base en calificativos, es decir, llámese dictadura, llámese proceso cívico-militar, llámese como dicen los representantes del gobierno de Venezuela unión cívico-militar, es evidente que es un régimen autoritario, que es una dictadura en el sentido de que allí las libertades están restringidas. Yo pude ver, por ejemplo, que la libertad de prensa está fuertemente limitada, prácticamente usted no escucha a nivel de la televisión, por ejemplo, que es un medio masivo de comunicación, presencia de la oposición. Lo que sí ocurre es que los opositores se valen de medios tecnológicos modernos, como las redes sociales, para penetrar en Venezuela, y las redes sociales son un medio cada vez más importante desde el punto de vista de la difusión a nivel común de la sociedad. No obstante lo cual, hemos visto en muchas oportunidades que el gobierno toma medidas transitorias que limitan la existencia o el funcionamiento de estas redes sociales dentro del territorio de Venezuela.
Hay restricciones a la libertad de prensa, hay presos políticos. Cuando llegué a Venezuela se hablaba de unos 200 presos políticos, hoy se dice que superan los 2000 después de los hechos del 28 de julio del año pasado. Supongo que ahora, luego de estos últimos movimientos que hubo a raíz de la toma de posesión del gobierno el 10 de enero pasado, debe de haberse incrementado la cantidad de presos. Aunque hay una permanente rotación, porque hay nuevos presos y otros a los que liberan y dejan de ser presos, pero hay una permanente rotación, una especie de puerta giratoria en cuanto a presos políticos.
¿Se advierte disconformidad en el pueblo venezolano con la situación del país?
Lo que yo pude advertir es disconformidad, fundamentalmente, en el tema económico. Es evidente el problema de la inflación, que anda en el entorno del 300% anual, aunque ahora Maduro dice que ha disminuido. Ya no existe el desabastecimiento que cuentan que existió alrededor de 2018-2019. En el período en que estuve, unos 10 meses más o menos, no advertí ese desabastecimiento. Cuando usted mira los supermercados en los barrios, en la zona del Chacao, del centro de Chacaíto, de las principales zonas urbanas de Caracas, advierte que están llenos de mercadería y hasta algún empresario me dijo que había mercaderías que no se encontraban en Miami y sí en Caracas, porque también existe mucho contrabando. Pero tienen una inflación muy fuerte, el poder adquisitivo es muy bajo, la gente tiene sueldos promedios de 200 dólares mensuales, más o menos, y jubilaciones que andan en el entorno de los 5 y los 20 dólares. Estamos hablando de un poder adquisitivo muy bajo y de gente que naturalmente tiene que revolverse con enormes dificultades, con muchas más carencias en materia de salud, de educación, etcétera, que nosotros. Pese a que es un país con muchos más recursos, con mucha, supuestamente mucha más riqueza que el nuestro, tiene mucho menos desarrollado el sistema público, la atención en materia de salud, educación, políticas de seguridad social, etcétera.
¿Fue difícil representar a Uruguay cuando el gobierno de Venezuela tiene claro las diferencias del gobierno del Dr. Lacalle Pou con la gestión de Maduro?
No era fácil porque era estar entre dos formas de encarar las cosas muy distintas y con tensiones que se daban, a pesar de que en el tiempo que yo estuve no se dieron en mayor medida. Eso se agravó después de que me viniera, en febrero. Las tensiones se incrementaron en la medida en que se acercó el proceso electoral de julio del año pasado en Venezuela. Digamos que había una situación en la que por lo menos al gobierno de Venezuela no le importaba mucho la Embajada de Uruguay porque era Uruguay, y al gobierno uruguayo tampoco le importaba mucho su embajada en Venezuela porque era Venezuela.
¿Cómo se entiende, con diferencias tan marcadas, que el presidente haya decidido instalar una embajada y colocar allí a un representante de trayectoria política como usted?
Esa, naturalmente, es una decisión política que corresponde al Poder Ejecutivo, no me corresponde a mí juzgarla de ninguna manera.
¿Cuáles fueron las razones que lo llevaron a aceptar la designación?
La acepté en función de que era una experiencia nueva, una experiencia que me interesaba. Me interesan mucho los temas internacionales, el tema político y económico internacional y la realidad en nuestra América Latina. Naturalmente, había además algunos temas, como el problema que me plantearon, por ejemplo, los arroceros y el que me planteó Conaprole con la deuda que existía por parte del gobierno de Venezuela, que me motivaban y me hacían pensar que podía hacer una gestión útil.
¿Se avizoraba, en el tiempo que usted estuvo, que podía ocurrir lo que aparentemente ocurrió en las últimas elecciones, el resultado negativo para los intereses de Maduro y la intención de que todo el sistema se nucleara para poder cambiar el resultado?
Tuve oportunidad de hablar con gente del gobierno, naturalmente, sobre todo de la Cancillería, y con legisladores del partido de gobierno, el PSUV. También tuve oportunidad de hablar con legisladores y con personas de la oposición, a pesar de que hay una reducida presencia de la oposición en la Asamblea Nacional Legislativa, fruto de que en las anteriores elecciones nacionales parlamentarias –allí las elecciones parlamentarias y estaduales están separadas en el tiempo de la elección presidencial– la oposición había llamado a la abstención. Solo un grupo de la oposición participó en esas elecciones y eso hizo que su presencia en la Asamblea Legislativa fuera muy pequeña, muy disminuida. Pero tuve oportunidad de hablar con ellos y también con dirigentes de la oposición que estaba fuera de la Asamblea Legislativa, más bien vinculados a los sectores de la señora Corina Machado, de Leopoldo López, a la oposición más radical. Entre ellos tuve oportunidad de conversar con el hoy presidente electo, con quien fue ganador de las elecciones en el mes de julio, que fue el señor Edmundo González. Lo recibí en la embajada.
La impresión que me formé hablando con muchos de ellos es que existía el reconocimiento de un error cometido por parte de la oposición al abstenerse y no participar en las elecciones, entendían que debían participar en las próximas, que debían hacerlo lo más unidos posible, que no podían seguir divididos. Por un lado, advertí el idealismo, la voluntad, el propósito de triunfar en esas elecciones y lograr que la democracia prosperara, se restableciera plenamente en Venezuela una democracia representativa, liberal, mientras que, por otro lado, hablaba también con muchos hombres de negocios y con juristas que me decían que no iba a pasar nada, que en realidad el régimen iba a seguir más allá del resultado electoral porque el control de las armas lo tiene el gobierno, lo tiene Maduro, y por más votos que hubiera por parte de la oposición no iba a cambiar la realidad, porque el poder militar está detrás del sustento del gobierno.
¿Existía presión sobre las embajadas ante cualquier tipo de apoyo que se brindaran a la oposición? ¿Se pudo visibilizar ese tipo de presión de los servicios de inteligencia venezolanos?
Personalmente, no lo percibí nunca. Yo tuve una correcta relación con las autoridades venezolanas, con el gobierno venezolano y en el período en que estuve allí no advertí acción de los servicios de inteligencia ni presiones, solamente algún mensaje de algunos dirigentes de la oposición poniéndose en guardia, en el sentido de que podrían requerir, eventualmente, servicios de protección de la embajada. Pero eso nunca se concretó. La embajada uruguaya en Caracas es muy pequeña, es un edificio muy reducido, de manera que nunca se materializó.
En el pasado se hablaba mucho de que los embajadores de Uruguay y Venezuela eran un poco la conexión de país a país para concretar algunos negocios. ¿En algún momento usted fue visitado, se le propuso algún tipo de acuerdo comercial entre ambos países?
Las conversaciones más avanzadas con autoridades venezolanas que se dieron en aquel momento fueron, fundamentalmente, por la posibilidad de que la deuda de Conaprole fuera pagada, en parte o en buena parte, con fertilizantes que ellos tienen en sobrestock debido a la producción de petróleo. Eso lo transmitimos en conversaciones con autoridades de Conaprole. Y también se habló de la posibilidad de que eso pudiera ser un elemento importante de intercambio en el futuro, de que Venezuela proporcionara fertilizantes a Uruguay, que seguiría colocando lácteos y arroz, que fundamentalmente es lo que coloca en Venezuela, situación que sigue dándose. No hay que creer que el comercio está interrumpido, Venezuela sigue siendo un mercado para productos lácteos y arroz de Uruguay.
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