El domingo 1º de diciembre se terminó el fútbol de primera división. Quiso el desarrollo del campeonato que Peñarol se quedara con el Clausura, la tabla anual y el Uruguayo aquella tardecita contra Fénix. Diciembre quedó libre de fútbol grande, pero no siempre fue así.
En estos momentos de balances y fiestas de Navidad y fin de año, quiero recordar algunos hechos que marcaron otros tiempos de un Uruguay en el que se respira fútbol desde finales del siglo XIX. Repasaremos historias de épocas de tribunas llenas, sin vallados, sin separación de hinchadas ni “pulmones” y equipos repletos de campeones de América y del Mundo.
Porque éramos felices y no nos dábamos cuenta.
Nacional ganó el clásico de Nochebuena en 1950
Fue en 1950, año emblemático si se quiere. Uruguay había logrado la hazaña, el milagro o la ratificación de su grandeza en esto del balompié en la inolvidable jornada del 16 de julio de ese año en Maracaná. Pero el fútbol local tenía su lucha. Desde que se oficializó el profesionalismo en 1932 los títulos se repartían entre los dos grandes sin solución de continuidad.
Al Quinquenio de Oro de Nacional, coronado en 1943, con el inolvidable quinteto delantero formado por Castro, Ciocca, Atilio García, Porta y Zapirain, le siguieron un bicampeonato aurinegro en el 44 y 45 del Peñarol de Raúl Schiaffino, apodado el “pequeño maestro”, que tenía un hermano que jugaba mejor y sería campeón del mundo como el Pepe Juan Alberto.
En 1946 y 47 Nacional retomó su supremacía e incluso en 1948, cuando sobrevino la histórica huelga de futbolistas, la tabla de posiciones lo tenía rumbo al “tri”. En 1949 la “máquina” del Peñarol de Obdulio y la “escuadrilla de la muerte” formada por Ghiggia, Hohberg, Míguez, Juan Alberto Schiaffino y Vidal arrasaron con el Uruguayo y se transformaron en la base del Uruguay que ganaría el mundial.
Pero 1950, en el Uruguay de las vacas gordas, pletórico de felicidad, faltaba definir el campeón uruguayo. El partido decisivo fue el 24 de diciembre. No se jugó en Nochebuena, pero se jugó esa tarde y el estadio Centenario lució repleto como siempre en una jornada clásica.
A nadie se le ocurrió que fuese un error fijar ese partido con sol, calor y a poco rato de la cena navideña ya que comenzó a las 17.30. Cierto es que en el Uruguay batllista el 25 fue (y por ley sigue siendo) el Día de la Familia y punto, quedando claro que contra un clásico nada puede interponerse.
Ganó Nacional 2 a 0 y se quedó con la copa en la tierra de los campeones del mundo. Los goles los hizo José Miseria García que como argentino ilusionaba para seguir los pasos del gran Atilio.
En la cancha Nacional tuvo en la cancha un solo campeón que fue Schubert Gambetta nada menos. Pero aparecían grandes figuras como José Emilio Santamaría, gloria posterior del Real Madrid que aún vive en España, y Javier Ambrois entre otros. No estuvieron Aníbal Paz, Tejera y Julio Pérez de los campeones de Maracaná.
En Peñarol estuvo Obdulio y la delantera celeste campeona con la excepción de Julio Pérez que con el 8 no era de Peñarol, y en cuyo puesto jugaba nada menos que el cordobés Juan Eduardo Hohberg. También faltaron Máspoli y Rodríguez Andrade.
Los DT fueron nada menos que Enrique Fernández en Nacional y el húngaro Emérico Hirschl en Peñarol. Ambos fueron candidatos a dirigir a Uruguay en el mundial del 50 pero los conflictos de intereses le abrieron la oportunidad Juan López que humildemente venía de Central.
La Nochebuena fue tricolor o alba como se decía en esos tiempos.
Peñarol ganó el clásico de Navidad en 1921
Como ya recordé, la Navidad del Uruguay batllista carecía de connotaciones religiosas oficiales y no impidieron tampoco que se definiese el Campeonato de 1921.
El partido se jugó en la cancha de Peñarol llamada Estadio de Pocitos ubicado cerca de lo que hoy es Rivera y Soca. Cuenta la leyenda y la historia que en su cancha de Pocitos Peñarol nunca perdió un clásico, aunque se jugaron muy pocos. El Centenario todavía era una utopía ya que se construyó en 1929 para el mundial del 30.
En Nacional jugaron dos de los siete únicos tricampeones mundiales de la historia. Es que además del brasileño Pelé, entre los seis uruguayos que serían campeones con la celeste en 1924, 28 y 30, figuran Héctor Scarone y Santos Urdinarán que jugaron ese partido. Otros grandes de esa época prestigiaron ese equipo tricolor, pero hay que destacar a Andrés Mazali, el guardameta medalla de oro en Colombes y Ámsterdam que en ese partido fue centrodelantero y anotó el único gol de Nacional.
En Peñarol los goles los marcaron Pablo Terevinto y el Maestro José Piendibene. La figura de Piendi fue inconmensurable y su apodo lo dice todo. Pero Terevinto es el segundo máximo goleador de Peñarol en la historia del campeonato uruguayo sólo superado por Fernando Morena y me parece injustamente olvidado.
En el estadio de Pocitos donde Peñarol fue local entre 1921 y la inauguración del Estadio Centenario, se jugaría nueve años después uno de los partidos con los que se abrió la Copa del Mundo del 30. Incluso fue en esa cancha donde el francés Laurent anotó a México el primer gol de la historia de la Copa mundial y hoy un monumento recuerda el exacto lugar del arco en la calle Coronel Alegre.
Nacional fue campeón del mundo el Día de los Inocentes en 1971
El 28 de diciembre se jugó el partido revancha entre Nacional y el Panathinaikos de Grecia por la copa Intercontinental. Eran tiempos en donde el campeón de Europa no quiso disputarla por la violencia que sufrieron por ejemplos los escoceses del Celtic ante Racing en el 67 o los ingleses del Manchester United y los italianos del Milán ante Estudiantes de La Plata. En lugar del Ajax vino el subcampeón Panathinaikos.
Habían empatado 1 a 1 en Atenas y la revancha fue en la calurosa noche del día de los inocentes.
Se cumplía el sueño de coronar a Nacional con la triple corona. Campeón uruguayo, de América y del Mundo fue el fruto de una larga búsqueda empañada por los reiterados triunfos de Peñarol.
Pero llegó la hora, con Miguel Restuccia como presidente, Washington Pulpa Etchamendi como técnico y un gran equipo que esa noche formó con el brasileño Manga en el arco, el Pocho Ángel Brunel que entró por Atilio Ancheta que fue transferido al Gremio de Porto Alegre y Juan Chueco Masnik, el capitán Peta Ubiña, el Mudo Montero Castillo y Cacho Blanco que jugaba en todos los puestos y fue lateral izquierdo ante la ausencia de Juan Martín Mujica. La delantera estuvo integrada por Cubilla, Maneiro, Artime, Espárrago y Mamelli. Los dos goles los hizo el argentino Luis Artime que no fallaba nunca y en la punta izquierda apareció su sucesor, el catamarqueño Palito Mameli en lugar del Cascarilla Morales que había sido expulsado en el partido de ida.
Los pañuelos blancos rasgaron la noche del Centenario en una gesta en la que Nacional se vistió de rojo.
Peñarol cerró los años 60 ganando la Supercopa en 1969
En 1968 se jugó por primera vez la Supercopa de campeones mundiales de clubes sudamericanos. La jugaron Peñarol, el Santos de Pelé y Racing de Avellaneda a dos ruedas. El campeón fue el equipo brasileño. En 1969 se jugó la segunda y última edición y se agregó el flamante bicampeón de América, Estudiantes de La Plata.
Se jugó a dos ruedas y se destacó la visita del Santos con Pelé que venía de anotar el gol 1000 en Maracaná. A Mazurkiewiez le anotó el gol 1001 aunque ganó el aurinegro con goles de Onega y Spencer. Pero el último partido del cuadrangular de ida y vuelta fue ante los pincharratas en su inexpugnable reducto. Peñarol perdía 1 a 0 y lo dio vuelta con dos golazos de Pedro Virgilio Rocha.
Peñarol jugó esa noche con Mazukiewiez, el chileno Figueroa y Matosas, el Boñato Forlán, el Tito Goncalvez y el Cacho Caetano, Nilo Acuña, Rocha, el ecuatoriano Spencer, el argentino Ermindo Onega y Julio Losada. El Pocho Cortés entró por Onega en la segunda parte. También fueron campeones Milton Viera y el peruano Juan Joya entre otros.
En los años 60 Peñarol ganó ocho campeonatos uruguayos, tres Libertadores y dos mundiales. Jugó seis finales de Libertadores incluyendo la de 1970 con suplentes por tener nueve titulares en el Mundial de México, y tres finales mundiales.
Esa década, pero sobretodo los años 60 tuvieron su última noche hábil un 30 de diciembre. De visitante, ante los vigentes campeones de América, en territorio hostil, de atrás, no podía cerrarse de otra manera que con una vuelta olímpica de Peñarol como campeón de campeones mundiales.
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