Fue subsecretario de Economía, director del Banco Central y luego de la OPP durante el gobierno de Lacalle Herrera. Entrevistado por La Mañana, el economista analizó el contexto económico actual, donde puso el énfasis en la importancia del sector privado como motor de la economía. En relación al proyecto de presupuesto nacional, afirmó que a lo largo del período será inevitable una suba de impuestos y que “no es creíble que vayan a bajar el déficit el último año”.
¿Cómo ve el manejo económico de la actual administración?
La pandemia es como un telón que se puso por delante de todo lo que había atrás y es eso lo que tenemos ahora. Si la pregunta es si se está gestionando bien la pandemia dadas las restricciones económicas, la respuesta es afirmativa, pero el verdadero gobierno va a empezar cuando esto pase. Lo ha dicho el equipo económico: no podemos evaluar la situación fiscal hoy, cuando estamos en medio de este lío.
En los números del proyecto de presupuesto pecan de optimistas. Ponen tasas de crecimiento económico que no tienen fundamento y corren el riesgo de que les pase lo mismo que a Astori hace cinco años, cuando imaginó un escenario de casi 15 % de crecimiento en el quinquenio y terminó siendo un poco más del 6 %.
Además, apuestan a una baja del gasto, que es más una represión que una reducción. Para reducir el gasto tendríamos que ver al Estado achicarse, cerrar alguna oficina, derogar trámites. Por el contrario, el Estado ha crecido entre la ley de urgencia y el presupuesto: hay un ministerio, agencias nuevas.
“Se está gestionando bien la pandemia dadas las restricciones económicas, pero el verdadero gobierno va a empezar cuando esto pase”
Si ves los números del proyecto de ley, en este quinquenio no baja el gasto público. La oposición, obviamente, hace su juego político y habla para su tribuna, pero ¿motosierra? ¡Por favor! ¡Ojalá! Sería la primera motosierra que, en vez de cortar, agranda.
Ningún político quiere ajustar cuando lo puede evitar. Entonces, patean para adelante el objetivo del 2,5 % famoso, para el último año. Mientras tanto, el déficit es más alto y la deuda sigue subiendo, no solo este año, que sube como 10 puntos, sino también los años siguientes. Están jugados a tener suerte, a que el mundo siga siendo favorable y a que vamos a crecer mucho. Entonces, deciden no subir impuestos.
¿Usted cree que se deberían subir los impuestos?
Es inevitable. Deberían haber ido a un objetivo fiscal antes del fin del período, porque, además, hacia el final sabemos que se afloja –los famosos carnavales electorales-. No es creíble que vayan a bajar el déficit el último año. Tendrían que haber ido a un déficit más bajo en el tercer año y ahí hubiera sido inevitable tener que tocar los impuestos.
Yo creo que va a ser inevitable igual, salvo que terminen con otros números fiscales. Es decir, pueden terminar sin subir ningún impuesto y con un número fiscal mucho peor, pero el compromiso era no subir impuestos y hacer las cosas bien, no terminar casi como empezaron.
Más allá de este diagnóstico, ¿considera que son compartibles los objetivos del presupuesto nacional?
Los objetivos me parecen sensatos, pero en un país donde el presupuesto subió mucho durante muchos años y la mochila del Estado es pesada, en principio está bien proponerse no seguir aumentándola y reducirla. Quiero ver cómo hacen para bajar las tarifas públicas sin deteriorar las finanzas públicas.
Y después está el tema del tipo de cambio real. El presidente ha dicho mucho en estos tiempos de pandemia que el sector privado tiene que ser el “malla oro”, el que nos saque de este pozo. Para eso hay que darle un tipo de cambio más competitivo del que hay actualmente.
“Los grandes números los va a mover el agro y ahí es donde veo un problema: el costo de la mochila no se volvió más pesado, pero tampoco se alivianó”
Yo coincido con el gobierno en esa filosofía liberal, pero no con la carga peyorativa que algunos le atribuyen, sino en pensar en la iniciativa privada como motor de la economía.
¿Qué rol debe tener el Estado en esta coyuntura?
Todos los Estados van a salir de esta historia endeudados y con déficit, y es razonable que cumplan ese rol ahora, cuando están en medio del baile, porque son los que tienen que hacerse cargo de tapar los agujeros.
Cuando pase esto y haya que mover a la economía, que va a estar empantanada en la cañada, el sector público ya no va a tener bríos como para poder hacerlo, entonces, ¿qué es lo que puede hacer el Estado? Ir preparando al sector privado para que tome la posta a la hora de sacar al país adelante. Esto vale para todos, no solo para Uruguay.
¿De qué manera?
Implementando reformas procrecimiento, promercado, proinversión, proexportación. Eso en gran medida lo está haciendo. El gobierno se plantea una regla fiscal, una nueva política monetaria, una inflación más baja, la reforma de la seguridad social, lo de los combustibles, la gobernanza de las empresas públicas, la reforma educativa, el decreto de promoción de inversiones, flexibilizar el acceso a la residencia fiscal para quienes quieran venir al Uruguay.
Todo eso está facilitando las cosas para el día después, para que el sector privado se haga cargo de impulsar al país. En ese sentido, hemos tenido suerte de que este gobierno llegara ahora, para enfrentar la crisis con esa actitud y ese criterio. Lo contrario a lo que pasa en Argentina, donde le echan la culpa de todo a la pandemia y no es así, porque esta lo que hizo fue agravar problemas que ya existían.
Recién destacaba el papel del sector privado. ¿Por dónde puede venir la generación de empleo? ¿En qué sectores?
Cuando el presidente hablaba del “malla oro”, yo lo asocié con el agro y las agroindustrias. Por supuesto que hay otros sectores que también tendrían que empezar a moverse. La construcción lo está haciendo en alguna medida, la logística y la industria del conocimiento. Pero los grandes números yo creo que los va a mover el agro.
Ahí es donde veo un problema: el costo de la mochila no se volvió más pesado, pero tampoco se alivianó. Las tarifas no han bajado hasta ahora, en todo caso, uno podrá decir que se mantienen en términos reales. El dólar subió un poquito y mejoramos un poco la competitividad con extrarregión, pero tenemos al lado un Brasil con el cual no hemos mejorado nada, y Argentina no es tan relevante porque el grueso es el turismo y las compras y, como la frontera está cerrada, por ahora no nos afecta.
Entonces, los impuestos son los mismos, las tarifas son las mismas y los costos internos en dólares bajaron un poco porque el dólar subió, pero Uruguay sigue siendo un país sustancialmente caro. Como está planteado el programa económico, no veo cambios en ese sentido.
Lo que puede ocurrir en algún momento es que tengamos un nuevo salto cambiario cuando estén abiertas las fronteras y nuestros vecinos sigan como están. Ahí sí se vuelve insostenible esta situación, pero sacando ese fenómeno, yo no veo un proceso genuino de abaratamiento en dólares del Uruguay. Para eso se requerirían unas finanzas públicas mucho más sólidas.
¿En qué horizonte ve que se va a corregir el tema cambiario?
No lo veo corrigiéndose. Con el programa económico que yo vi en el presupuesto nacional, no veo al tipo de cambio mejorando relativamente.
¿Cómo quedará el país tras la pandemia?
Creo que esto va a durar más tiempo de lo que todos queremos. Me imagino un 2021 habiendo pasado lo peor, pero con este tema todavía sobre la mesa, con algunos sectores demorando en volver a la normalidad, como esparcimiento, turismo, y con ciertas aceleraciones de situaciones. Por ejemplo, el teletrabajo va a quedar más intenso de lo que estaba antes.
Se va a tener que seguir extendiendo el seguro de paro, que es un gran instrumento que Uruguay ha tenido en esta pandemia. Van a quedar coletazos que van a afectar el empleo, el ingreso de los hogares, las finanzas públicas y algunos sectores en particular.
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