El economista principal y líder de Programas de Economía, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial para Argentina, Paraguay y Uruguay, cumplirá 20 años en el organismo el año próximo. Proveniente de Suiza, Peter Siegenthaler quedó encantado con Uruguay, donde vivió por más de tres años e incluso llegó a hacerse socio de Peñarol. En entrevista con La Mañana, analizó la situación del país en el contexto de la pandemia y los desafíos a futuro.
Tiene una vasta trayectoria en el Banco Mundial que comenzó hace casi dos décadas. ¿Qué balance hace del camino recorrido?
Para mí ha sido un privilegio trabajar en esta institución, donde se encuentra un grupo de gente muy talentosa tratando de buscar soluciones a los problemas de desarrollo de todo el mundo.
Yo he trabajado en contextos muy diferentes. Estuve en África, en países pobres que sufren violencia, y es una tarea muy importante para el banco apoyarlos para que salgan de esa situación. Después pasé un tiempo en el consejo del organismo, que me ha dado una mirada más global, que tiene más que ver con la política. Puedo resaltar mi experiencia como representante de la oficina en Uruguay, que fue del 2010 al 2013.
¿Qué le dejó esa experiencia en nuestro país, donde estuvo viviendo con su familia?
Me dejó muchas memorias muy buenas, un vínculo muy fuerte, emocional, de amigos, con ese país que es tan excepcional. Ha sido un punto alto en mi carrera. Trabajé allí en un tiempo importante, después de la crisis financiera mundial. Fue una época muy buena de colaboración entre el banco y el país.
También conocí muchos aspectos de su economía, la agricultura, el tema social. El diálogo sobre políticas fue una experiencia muy positiva. Para nosotros es igual de importante otorgar financiamiento a los países que aportar soluciones a desafíos de desarrollo. Uruguay es el país con el ingreso más alto que todavía está tomando préstamos del banco y tenemos un vínculo muy fuerte.
Hay experiencias innovadoras valiosas en Uruguay, como la trazabilidad vacuna, que la mostramos en otros lados y traemos delegaciones para estudiarla porque es una cosa en la que el país tiene mucho para contribuir en los procesos multilaterales de desarrollo.
¿Cómo está posicionado Uruguay en este contexto de pandemia?
El mundo está difícil para todos en este momento. Incluso en mi país, Suiza, estamos enfrentando desafíos como nunca antes. Obviamente, Uruguay no es una excepción a eso. La región ha sido la más afectada de la pandemia, tanto por la salud como por los efectos económicos y sociales. En ese contexto, Uruguay sobresale; ha tenido una respuesta bastante eficaz para contener el virus, aunque los últimos números están preocupando; también en la estrategia para amortiguar el impacto en la economía.
“La región ha sido la más afectada de la pandemia, tanto por la salud como por los efectos económicos y sociales. En ese contexto, Uruguay sobresale; ha tenido una respuesta bastante eficaz para contener el virus y amortiguar el impacto en la economía”
Ese buen posicionamiento relativo tiene mucho que ver con las fortalezas que ya existían en el país, como la solidez de las instituciones, relacionada con una cultura política, un pacto social intacto, que es fundamental cuando un país tiene que reaccionar a una crisis; se ha visto un liderazgo político fuerte. La red de protección social también se utilizó para la respuesta junto con políticas de emergencia.
Se pueden reconocer factores externos que en la segunda mitad del año han jugado a favor, como el acceso al mercado de capitales. El banco ha ayudado, ha reaccionado muy rápidamente en Uruguay, otorgando un financiamiento de desembolso rápido de 400 millones de dólares, preparándolo en tiempos récords, para dar una reserva financiera al país.
¿Cómo evalúa el punto de partida de Uruguay en materia económica para enfrentar la crisis?
La pandemia ha mostrado de una forma exacerbada las vulnerabilidades que existían en el país. Los logros de Uruguay en los últimos 15 años son impresionantes, pero está claro que en los últimos años se ha ralentizado el progreso económico, el modelo de crecimiento se ha agotado y eso viene también con el deterioro en los resultados fiscales.
Este es un punto de partida difícil para enfrentar una crisis. Son vulnerabilidades que no han ayudado en la respuesta, que han sido deterioradas aún más y van a complicar la salida o, por lo menos, van a determinar el margen de maniobra. Hoy estamos viendo un déficit fiscal de más de 6%. Eso no es extraordinario comparado con otros países, pero es algo que hay que enfrentar en los próximos años.
En los últimos años también se pudo apreciar una caída del desempleo, que parece tener un componente estructural y que fue un indicador afectado por la pandemia. ¿Qué medidas cree que Uruguay debe tomar para resolverlo?
Estoy de acuerdo con que es un tema estructural. También hay un componente coyuntural: en la pandemia los reclamos del seguro de desempleo han subido y, con la expansión más rápida del virus, se van a extender los beneficios extraordinarios.
“Hay experiencias innovadoras valiosas en Uruguay, como la trazabilidad vacuna, que la mostramos en otros lados y traemos delegaciones para estudiarla porque es una cosa en la que el país tiene mucho para contribuir”
Hay varios factores a estudiar. Por un lado, está el cambio demográfico, con el envejecimiento de la sociedad, que tiene implicaciones para la temática previsional, pero también efectos fiscales. Por otro lado, está el cambio tecnológico y los impactos que eso tiene en el mercado laboral. La capacidad de la fuerza laboral tiene mucho que ver con el sistema educativo, que es un tema que el país tiene que enfrentar.
El avance de la tecnología le ofrece oportunidades a Uruguay para aumentar su competitividad, no solo en el sector del software, sino también en los tradicionales, como la agricultura. A la vez, si se incrementa la productividad, eso tiene un efecto de sustitución de trabajo por tecnología. El riesgo es la polarización: un grupo pequeño de trabajadores bien preparados que ganan suficiente y una masa de gente que no llega a eso y tiene menos oportunidades laborales.
Otro factor crítico es que en Uruguay solo una de dos mujeres que están en edad laboral está en el mercado de trabajo. Esa es una pérdida colosal de valor económico. Nosotros calculamos que, si se pudiera cerrar la brecha de género, se podría aumentar el PBI en 13%. Las políticas que pueden incrementar la inserción laboral de las mujeres en la economía tienen un potencial enorme.
¿Hacia dónde debe apuntar el país para mejorar su tasa de crecimiento económico?
Esa es la pregunta fundamental. Para 2021 proyectamos un crecimiento de 4.2% y la caída este año la tenemos en 4%. Eso significa que va a recuperar lo que perdió y tal vez un poquito más, pero no es una recuperación súper dinámica, lo cual tiene que ver con muchas incertidumbres que hay todavía –como cuándo llegará la vacuna-. Vemos a Uruguay muy bien posicionado para retomar el crecimiento más alto a mediano y largo plazo.
Una economía pequeña como esta tiene que usar el comercio como elemento fundamental de su estrategia de crecimiento y seguir aumentando su competitividad. La pandemia ha reforzado ese desafío. Uruguay sigue siendo un país caro que debe mejorar el entorno de los negocios, agilizar los procesos administrativos, bajar los costos logísticos, facilitar un mejor acceso al financiamiento y apostar al desarrollo digital.
¿Qué opinión tiene sobre el potencial de crecimiento de Uruguay en cuanto a la actividad ganadera? ¿El Banco Mundial puede ayudar en algún sentido?
Sí, de hecho, estamos en Uruguay desde 1946 y ya en la primera década empezamos a trabajar en el sector agrícola. Durante todos estos años el énfasis ha sido ayudar al país para potenciar su desarrollo basado en el uso y en la transformación de las materias primas.
Tenemos un proyecto de desarrollo en ese rubro que está enfocado en el valor agregado de productos agrícolas en los mercados externos, usando tecnología, capacitación, tomando en cuenta el desarrollo sostenible. El agro va a seguir siendo una fuente fundamental de crecimiento para Uruguay; lo importante es buscar el valor agregado y competir con calidad.
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